Celia Farber*: ¿Por qué, según usted dice, no representa un problema en Italia, pronunciarse abiertamente sobre que el VIH no es la causa del SIDA? ¿Qué es lo que hace que la situación en Italia difiera tanto de la de EEUU? Usted ha dicho que está sorprendido por la violencia ejercida contra los disidentes del VIH en los EE.UU. y otros países. ¿Podría explicar esto un poco?

Marco Ruggiero**: Creo que no hay una sola respuesta a esta cuesión. En primer lugar existe el precedente histórico de la falta de libertad durante la era fascista en Italia. Durante esa época, el profesor universitario no pudo enseñar libremente y sus conferencias fueron controlados por las autoridades. Ahora, nuestra Constitución nos garantiza la libertad de expresión, también una libertad muy específica en el terreno de la enseñanza universitaria.  Ninguna autoridad en Italia, incluyendo nuestro Primer Ministro, en caso de que esté interesado en el tema,  puede prohibir a un profesor universitario enseñar libremente cualquier tipo de teoría en su campo. Y sucede que los virus se encuentran entre los temas tratados en la enseñanza de la biología molecular, definidos y establecidos por el Consejo de la Universidad. Mientras enseñe un tema que se considera dentro de la definición de mi campo de experiencia, en mi caso, la biología molecular, mi libertad es total e incuestionable. Por supuesto, durante el curso de biología molecular no se puede enseñar, digamos, una nueva interpretación de la historia o la religión. Le cuento un caso de hace poco. Un distinguido profesor italiano de la microbiología, ahora retirado, que comulga con  los Dres. Gallo y Moore, escribió una carta acusatoria al rector de mi universidad, denunciando mi enseñanza como "poco científica" (VIH no es la causa del SIDA). El rector le escribió una carta de tres líneas  recordándole, como él debería haber sabido, que nuestra Constitución garantiza la libertad de expresión y la libertad de enseñanza. Y eso fue todo. Eso fue muy diferente en el caso de las acusaciones y juicios que se hicieron al  profesor Duesberg, que tuvo que soportar todos estos ataques el año pasado (2010).

Podría ser que en los EE.UU., al no haber experimentado un régimen dictatorial, no están equipados para proteger su libertad de expresión que comprende la libertad de enseñanza. En este caso, la libertad de enseñanza es sagrada e incuestionable.

 Otra diferencia con los EE.UU. podría poner en el hecho de que el SIDA es un problema de salud muy marginal en Italia y en realidad nadie se preocupa, por lo tanto, y las disputas sobre sus causas son consideradas poco más que extravagancias. En nuestra hermosa región de la Toscana se han registrado menos de 10 muertes por año de diagnóstico en 2008 y 2009 en una población de casi 4 millones de habitantes. Adolescentes tienen felices relaciones sexuales promiscuas y peligrosas (43,5% de los adolescentes había tenido coito y el 37,9% (hombres) y 26,4% (mujeres). El 45% informó del uso de condones. Pero el SIDA es casi inexistente entre ellos. Los heterosexuales no usan antirretrovirales (sólo el 17,8% de ellos habían sido tratados con medicamentos antirretrovirales antes del diagnóstico de SIDA) y como consecuencia no muere casi nadie.

Entonces, hay una consideración más sutil: el anti-americanismo y anti-imperialismo están a la orden del día entre los intelectuales de toda Europa. Con la llegada del euro, la quiebra de corporaciones de EE.UU., el modelo de desarrollo y estilo de vida dejó de atraer a los europeos. El adjetivo "americano"  se considera una expresión de un imperialismo fracasado y en declive. Por lo tanto, cualquier persona que desafía la base de las teorías y/o interpretaciones, consigue la simpatía casi automáticamente. Esto es válido para el SIDA también. Basta con decir que" los científicos estadounidenses me atacan porque mi teoría socava su ansia por el dinero en asociación con las grandes empresas farmacéuticas", que cualquier científico o intelectual se ponga de mi parte. A pesar de que no sea bueno generalizar, podría decir que aquí existe la percepción de que todo lo dicen o hacen los estadounidenses, lo realizan con fines de lucro. Y al margen de cualquier respeto por la vida humana y por los valores. 

Otro punto se refiere a la peculiar ciudad donde yo vivo, Florencia, la ciudad donde vivió y trabajó Galileo. En la ciudad de Galileo, la mera mención de las palabras - "la censura en la ciencia" es considerada una blasfemia de la peor especie.

Le cuento una cosa, el otro día estuve en una reunión con otros profesores de la Universidad discutiendo los problemas de la enseñanza universitaria en la cárcel (yo soy delegado de la Facultad para este proyecto). Pues bien, distinguidos colegas de las ciencias humanas declararon que el control autoritario sobre la libertad individual era mucho peor en la organización estadounidense (por ej. en las fábricas o cadenas de comida rápida), que en nuestras prisiones. Esto es lo que enseñan a sus alumnos. Si esto es cierto o no, no sé, pero  es la realidad en nuestras universidades. En otras palabras, cualquier cosa que viene relacionada con EE.UU., las corporaciones (como grandes empresas farmacéuticas), aquí se consideran automáticamente enemigos y luchar contra ellos es considerado honorable.

La violencia contra los rethinkers o disidentes del SIDA es inconcebible aquí. 

La libertad de expresión y la enseñanza sobre el VIH y el SIDA está aquí asociada a la práctica inexistencia de muertes atribuidas al SIDA.

Tome sus conclusiones.


(fuente: http://bit.ly/ugCajD)

 

*periodista estadounidense

** biólogo molecular, profesor en la Universidad de Florencia

 

 

 

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