Reproduzco aquí unos párrafos, tomados del libro “Mensaje desde la eternidad”, de la escritora norteamericana Marlo Morgan, (un libro que trata sobre la historia, costumbres y modo de ver la vida de los aborígenes australianos). Os sitúo la escena, una aborigen mayor le explica a otra aborigen más joven, que se ha criado en la cultura de los blancos, algunas cosas sobre la historia y cultura aborigen:
“Nos obligaron a abandonar nuestras tierras, pero los aborígenes somos un pueblo pacífico. Carecemos del instinto del guerrero, del deseo de venganza. La ley del “ojo por ojo y diente por diente” no tiene cabida en nuestra forma de pensar. De hecho, hacemos todo lo contrario. Los episodios de agresión física producidos a lo largo de nuestra historia son muy escasos en comparación con cualquier otra raza del mundo. Cuando alguien cometía un acto violento o socialmente intolerable, el conflicto se solucionaba mediante un sistema denominado “pena en los huesos”, por el que la parte agraviante se castigaba a sí misma desarrollando alguna enfermedad de tipo psicosomático –que podía llegar incluso a producirle la muerte- debido al sentimiento de culpa. Nunca hemos necesitado cárceles, guillotinas, pelotones de fusilamiento ni personas encargadas de vigilar y castigar los actos de sus congéneres. Pero entonces, habrá unos ochocientos años, la libertad nos fue arrebatada por unos forasteros que constituyeron un gobierno pero jamás tuvieron en cuenta nuestras necesidades. De hecho, los documentos en los que se basa todo el sistema legal australiano aseguran que, a la llegada de los europeos, éste era un continente despoblado. Sencillamente se ignoró la existencia de un millón de personas. Como no opusimos resistencia física, nuestra cultura se desmoronó rápidamente.”….
¿No hay aquí algo que os resulta demasiado familiar? Me refiero a la relación existente entre castigo, culpa y enfermedad porque, como veremos a continuación, es algo que subyace en todo lo que es el Sida, algo muy antiguo que ya aparece en los textos bíblicos.
El Sida nace en un momento histórico en que hay toda una explosión y cambio, una época de transgresión en lo que se refiere a costumbres como el consumo de drogas y pautas sexuales, (en especial el auge del movimiento homosexual), de ahí que, para el común de la sociedad, sobre todo para el sector puritano, siempre tuvo una connotación de “castigo divino”. Y no viene mal recordar aquí el nombre usado, entre el personal de los hospitales, para denominar las patologías incluidas en el Sida: “the wrath of God”, (la cólera de Dios, es decir, plaga divina, castigo divino para los viciosos). Y claro, como toda plaga de origen divino, es algo que es inevitable, no hay nada que hacer, y como toda plaga de origen divino también, los afectados por ella se lo tienen merecido, el que tiene la plaga es “culpable” ante la sociedad, él mismo se sentirá culpable, y como todo culpable, avergonzado.
De ahí que la gente, cuando ese test chapuza llamado test de vih le da positivo, no sólo piensa ya en que tiene ya una especie de cáncer incurable, lo que es un auténtico palo, sino que su preocupación ahora se centra en el aspecto vergonzoso de lo que tiene, (¿Cómo digo esto yo ahora a mi pareja, o familia, o amigos?, de modo que ni siquiera tienes el recurso de contarlo a alguien, de desahogarte, como tiene por ejemplo un enfermo de cáncer.
La solución a esto nos viene por dos vías, por un lado la información, las personas deben saber no sólo que esto no es así, sino saber también porqué no es así, es decir, las personas tienen que tener información sobre la otra cara del sida, (una tarea que intentamos llevar a cabo en esta página web); y por otro lado, eliminar todo sentimiento de culpabilidad que pueda y hacer como debe hacer todo ser humano, que es aprender a perdonarnos a nosotros mismos y aprender del pasado, en lugar de juzgarnos, es fundamental que nos aceptemos como somos, que seamos sinceros y que nos queramos a nosotros mismos, y actuar de ese modo con los demás, (una tarea que debe hacer cada uno individualmente, y que nadie puede hacer por ti).
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