Un nacimiento en una mujer seropositiva, (Julie Bagate)

Reproducimos aquí por su gran interés este artículo aparecido hace años en la revista de la AMC "Medicina Holística", donde se nos narra la experiencia con su embarazo de una de las muchas mujeres seropositivas que se han negado a seguir las directrices médicas al uso y a pesar de las presiones han llevado adelante su embarazo sin fármacos tóxicos tanto para ellas como para sus bebés.

 

“Deberíamos seguir hablando de interrumpción voluntaria del embarazo?”

 

En 1990 me encontrá con el que un año más tarde iba a convertirse en mi marido. Mi primer niño nacía en febrero de 1992; en noviembre de 1993 esperaba mi segundo hijo. En enero de 1994, mi ginecólogo me propuso un test de VIH que acepté: el test resultó ser positivo. Después de esta prueba, el test de mi marido resultó negativo y el de mi hijo también, aunque le había dado de mamar los primeros meses de su vida.

Bañada en la atmósfera de angustia que genera la medicina convencional y los medios de comunicación, me encontraba completamente desamparada, no tenía esperanza, estaba dividida entre el sentimiento de contaminar al niño que llevaba dentro y la injusticia de haber sido contaminada, de ver mi vida sumida en el horror a los 25 años. En el mismo período intenté evidentemente saber cómo había podido contaminarme, pues no estaba, en mi opinión, clasificada entre las personas llamadas “de riesgo”.

Mis padres me ayudaron y llegamos a la conclusión de que había podido ser transfundida durante una peritonitis aguda en 1984. Llena de pánico pedí la opinión a varios médicos. Uno de ellos, una celebridad del hospital de la Grave en Toulouse, me hizo encarar mis responsabilidades, me presionó a mí, a mi entorno, por medio de numerosas comunicaciones telefónicas para que optase por el aborto, lo que era posible, según él, hasta el sexto mes de embarazo.

¿Deberíamos seguir hablando de interrupción voluntaria del embarazo?

Un día su secretaria me llamó, llamándome irresponsable; llegó a decirme que conservar a mi niño, verlo sufrir y morir en su segundo año era inevitable. En este mismo servicio se me anunció que, según las estadísticas, tenía un 20% de posibilidades de contagiar al niño. A pesar de las fuertes presiones de la medicina y de las personas supuestamente bienintencionadas, decidimos, mi marido y yo, conservar el niño tan deseado. Éramos completamente conscientes de que el hecho de traer un niño al mundo comportaba riesgos y que ningún riesgo debía llevarnos a suprimir la vida del bebé. Me propusieron exámenes médicos que se revelaron satisfactorios. Pero a pesar de todo esto la respuesta de la medicina oficial no me bastaba. Me encaminé entonces hacia una alimentación sana, equilibrada y biológica. Había oído hablar del método Kousmine. Me dirigí a la asociación, que me envió un dossier completo y tranquilizador, así como las direcciones de terapeutas que empleaban el método. Empecé a practicarlo a partir del sexto mes de embarazo. Consistía en tomar en consideración lo que la asociación llamaba “los cinco pilares de la salud”:

1)      La alimentación sana y consciente.

2)      El aporte de vitaminas y complementos alimenticios.

3)      El mantenimiento de los equilibrios biológicos, especialmente el equilibrio ácido-básico

4)      La higiene intestinal.

5)      Una actitud psicológica.

A partir de ese momento me di cuenta de lo que podía significar una investigación más profunda, centrada en lo espiritual y cuando el inmunólogo me anunció una cifra de 500 CD4, (la cifra media oscila entre 600 y 1200), durante el examen a fondo que siguió, le respondí que doblaría esa cifra en los tres meses siguientes. Y efectivamente, ante su asombro, 3 meses más tarde el examen dio unas cifras que confirmaban mi promesa. El equipo médico de Toulouse estaba en contacto con mi inmunóloga de Carcassonne, y me propuso formar parte de un protocolo de ensayo de los laboratorios Wellcome, estipulando que el AZT reducía la tasa de transmisión del VIH de la madre al niño,…Después de incontables investigaciones oficiales y una madura reflexión, mi marido y yo decidimos no aceptar la toma de AZT ni al final del embarazo, ni en el parto, ni durante las seis primeras semanas de la vida del niño.

Fui considerada como una persona totalmente inconsciente por el médico que dirigía el protocolo, (las presiones ya no eran para que abortara, sino para que tomara el AZT). Teniendo una excelente analítica, pensé en la opción que presentaba menos riesgos de contaminar a mi niño y estábamos absolutamente convencidos de que el AZT era un producto altamente tóxico; me negué categóricamente a entrar en el protocolo.

A pesar de todo, mi parto estaba programado en ese servicio de Toulouse y el día final llegué al centro médico para dar a luz. Me encontré con la indiferencia absoluta del ginecólogo que aparentemente me había olvidado de forma voluntaria o perdido de vista junto con mi historial médico, que no apareció. Decidí entonces volver a Carcassonne. El trayecto se hizo con el trabajo del parto ya muy iniciado y al final pude dar a luz en la maternidad de Carcassonne. La acogida fue desastrosa. Mi seropositividad era vivida por el personal como la peste y sufrí una segregación real que va más allá del racismo.

Un año más tarde traía al mundo un tercer niño, al que di de mamar con mucho amor y sobre todo con una gran tranquilidad de espíritu, aunque con el segundo no lo hice por temor e ignorancia. En la actualidad vivo tranquilamente. Mis tres niños están llenos de vida y con buena salud. No quiero hacerme ningún test que amenace con condicionar mi vida, mi sexualidad, (pasé ocho meses sin tener relaciones, aterrorizada por la idea de contaminar a mi marido, cuando me enteré de que era seropositiva).

No tengo como objetivo volverme seronegativa. Ahora pienso que los virus, (retrovirus incluídos), forman parte de nosotros, como huéspedes sanos, y que el VIH no produce SIDA, del mismo modo que no lo transmite, y me siento completamente capaz de gestionar mi salud.

Fuente: Este es el testimonio de una mujer que asistió a las II Jornadas de Medicinas Complementarias: Julie Bagate

Contacto: Julie Bagate, Lieu dit “Herré”

09200 St. Girons, Ariège, Francia.

 

 

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Respuestas

  • Alke, te has olvidado de contarnos lo más importante:

    Fueron obligadas esas madres y sus recién nacidos a tomar antirretrovirales?

    En caso negativo, en què hospitales dieron a luz esas mujeres?

    La medicación forzosa es el principal problema que las embarazadas sropositivas "disidentes" tienen que enfrentar.

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