Otra visión del SIDA 

 

Introducción:

Primera arista:

Después de más de quince años de investigación sobre el tema VIH/SIDA nos percatamos que el montaje acerca de una supuesta enfermedad producida por un supuesto virus estaba sustentado sobre un fraude de dimensiones colosales que no había nacido de la impericia de un imbécil de la talla de Roberto Gallo (supuesto medico e investigador norteamericano); y cuando utilizamos el calificativo de imbécil nos estamos refiriendo a un individuo que siendo reconocido por sus múltiples fraudes científicos asumió la tarea de involucrarse (no sabemos si voluntariamente) en la estafa más grande de la historia de la humanidad, pero lo triste es que hasta la fecha, la jugada de este señor le ha costado a la humanidad mas de veinte millones de muertes, casi cien millones de mujeres infertilizadas, y la posible muerte de mas de treinta millones de seres humanos etiquetados como infectados por un virus que provoca la muerte a corto o mediano plazo y que solo existe en la mente del mencionado personaje pues, resulta ser el único que ha pesar de todo lo que se ha demostrado en contra de la teoría oficial es prácticamente el único defensor, porque el resto de los que supuestamente creen esta macabra historia hacen mutis cuando se enfrentan al reto de demostrar las supuestas verdades en las que dicen creer o se limitan a sugerir que sus criterios nacen de inventados estudios científicos que nadie ha visto. Concretando la existencia de Roberto gallo le ha costado a la humanidad más muertes que todas las que se han producido en todas las guerras a lo largo de la historia. De modo que nos toca demostrar que poseemos la verdad absoluta y para ello comencemos por relatar la verdadera historia de Roberto Gallo.

PRINCIPIO DEL COMIENZO

La historia de Roberto Gallo en el mundo de la virología tiene sus comienzos en una infinita cadena de fraudes que dio inicio cuando en 1975 publicó, en el número 187 de la revista Science, un artículo afirmando haber aislado el primer retrovirus humano, el HL23V, que postuló como causante de la leucemia y que había «detectado» mediante reacción de anticuerpo-antígeno. Como en el caso del VIH el «descubrimiento» apareció en los medios de comunicación antes de que el artículo científico se publicara. Posteriormente, en varios textos, Gallo presentó «incluso más evidencia que en el caso del VIH». El artículo inicial mostraba una micrografía del HL23V brotando de la célula la cual se demostró posteriormente que era un montaje.

Sin embargo, Gallo no pudo realizar el experimento crucial de comprobación porque, según aseguró, le robaron las muestras del laboratorio durante un fin de semana. Obviamente, tampoco nadie pudo reproducir sus experimentos. Posteriormente, durante un simposio sobre virus y cáncer celebrado en Hershey, varios conferenciantes presentaron datos que demostraban que el HL23V ¡no es un virus humano! La revista Nature, publicaría la retractación en 1976 y cuatro años después -en 1980- investigadores estadounidenses del Instituto Nacional del Cáncer y del Centro Sloan Kettering publicaron una información que demostraría definitivamente que los anticuerpos del HL23V no eran específicos. Actualmente nadie –ni siquiera el hoy denostado Roberto Gallo– considera el HL23V como un retrovirus.

Es lógico entender que un personaje como Roberto Gallo era el indicado para montar cualquier farsa, pues ya se conocían sus debilidades y tendencias hacia el fraude científico, razón por la que le resultaría muy fácil continuar su cadena de estafas.

Las manipulaciones de Gallo

En este punto de nuestra historia ya tenemos los ingredientes necesarios para construir cualquier relato creíble, pero dado el descrédito de Gallo y la poca fiabilidad que tendrían sus «descubrimientos», no tuvo otra alternativa que buscar un punto de apoyo que pudiera ser aceptado con más facilidad, y para eso se valió de unas muestras y micrografías que había recibido del Instituto Pasteur de Francia, realizadas por el equipo de investigación del Doctor Luc Montagnier. Estas imágenes en realidad se correspondían a las de un supuesto retrovirus denominado LAV, por Luc Montagnier, que posteriormente se rebautizaría como VIH; y Gallo, experto en estas lides, no tuvo dificultades para dar el siguiente paso. El 23 de abril del año 1984, con la presentación de la entonces Secretaria de Estado de Sanidad y Seguridad Social de los Estados Unidos, Margaret Heckler, el Dr. Roberto Gallo anunció en rueda de prensa que había descubierto el retrovirus productor del SIDA, que denominó HTLV-III. Curiosamente, el mismo día, se registraba una patente americana de un equipo del test del HTLV-III desarrollado por el mismo Gallo (el test Elisa). Como resulta típico de su proceder, esta declaración a la prensa fue efectuada sin el habitual examen y debate que debía de haber proporcionado ese anuncio público. Y, pese a todo, fue recibida como un hecho por la comunidad científica mundial, de modo que sin estudios adicionales, se puso en marcha un amplio programa de investigación, siempre dentro de la línea de la hipótesis del HTLV-III.

Pero existe un viejo precepto que establece la idea de que, podemos engañar a una parte del mundo durante cierto tiempo, pero no a todo el mundo todo el tiempo. Fue así que a continuación del anuncio del Dr. Gallo, el gobierno del Estado francés demandó al gobierno de los Estados Unidos, reclamando el derecho de la patente y el mérito del descubrimiento del retrovirus, el cual se rebautizó como VIH («Virus de la Inmunodeficiencia Humana»).

Rápidamente, el Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan y el primer ministro francés Jacques Chirac llegaron a un acuerdo: los dos estados compartirían los beneficios del test del llamado VIH, y Gallo y Montagnier serían considerados «codescubridores» del retrovirus. Pero este acuerdo nació de un hecho concreto, porque, cuando más tarde se publicaron las fotografías del retrovirus, resultaba que eran idénticas a las de las muestras del virus, llamado LAV, que tiempo antes le pasó el Dr. Luc Montagnier. Y por otra parte el Dr. Sonnabend, creador del AIDS Medical Foundation, señaló la coincidencia que «las fotografías no eran posibles, si no hubieran sido tomadas del mismo paciente».

A principios de 1989 el periodista de investigación John Crewdsen informó en el Chicago Tribune cómo supuestamente Gallo tomó el virus enviado por el Dr. Montagnier a su laboratorio, explicando así de qué manera los dos «descubrieron» el mismo virus. Y el 1 de marzo del mismo año, el New York Tribune informó de una investigación interna del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos.

En dicha investigación se llegaba a la conclusión de que un artículo de Gallo publicado el año 1984 en la revista Science, donde argumentaba que el llamado VIH causaba el SIDA, contenía contradicciones fruto de «tergiversaciones o falsificaciones».

Resulta importante acotar que en una segunda ocasión, en octubre de 1993, el Dr. Montagnier le pasó otro conjunto de muestras a Gallo, con un contrato donde constaba que el laboratorio americano no podía utilizarlas con fines lucrativos. Aquí se constata que los escrúpulos de Montagnier ya habían comenzado a castigarlo, y en cierta medida como elemento de protección, comenzó a sentar las bases para desligarse de la gran estafa, idea que ha continuado defendiendo hasta la fecha mediante variadas declaraciones que los medios de prensa oficiales se han empeñado en ocultar.

Descubierta la farsa, el gobierno francés reclamó el reconocimiento absoluto del descubrimiento del denominado VIH. Y la demanda a los Estados Unidos fue de un valor aproximado de unos 20 millones de dólares. Este dinero era el recibido por los beneficios de los equipos de prueba del denominado VIH. También reclamaron varios millones de dólares recibidos directamente por Gallo.

Por último, el gobierno de los Estados Unidos reconoció el robo del virus, y de esta manera el Instituto Pasteur incrementó en un 10% sus derechos sobre la patente del test del denominado VIH.

Cualquier lector avezado se preguntará, por qué, después de veintitantos años, finalmente en el 2008 se le concede el Premio Nobel a Montagnier, a pesar de haber reconocido, en una entrevista concedida al periodista Djamel Tahí en 1997, que no había purificado el cultivo, añadiendo que creía que Gallo tampoco. Ambos «supusieron» que tenían un virus exógeno en sus cultivos basándose fundamentalmente en dos cosas: haber detectado actividad de transcripción inversa y una serie de partículas. Es decir, la palabra «aislamiento» significaba para Montagnier y Gallo lo que ellos pretendían que significara. Y así, incomprensiblemente, lo han aceptado desde entonces muchos científicos.

En abril del 2001 el periodista antes mencionado, Djamel Tahí, entrevistó en el Centro de Investigación Luminy al profesor Jean-Claude Chermann, segundo autor del artículo de Montagnier de 1983. Y cuando le preguntó si la purificación era necesaria para identificar al VIH, así como para extraer su genoma, el profesor Chermann respondió: «Absolutamente». Y al indagarle acerca del porqué no publicaron entonces imágenes de su VIH purificado respondió: «Porque no tenía interés».

En diciembre de 2005 Djamel Tahí entrevistó a otro miembro del equipo de Montagnier, Charles Dauget, el especialista en microscopía electrónica del Instituto Pasteur, quien también firmó el artículo de Science de 1983. Y al preguntarle por qué no se habían publicado micrografías del VIH purificado contestó: «Nunca hemos visto partículas virales purificadas. Lo que hemos observado siempre fueron restos celulares, no partículas virales».

En cuanto al trabajo de Gallo cabe decir que en el 2008 se publicó el libro Fear of the invisible de la periodista inglesa Janine Roberts que incluye una reproducción de una carta de Matthew Gonda, jefe del laboratorio de microscopía electrónica de los NIH (donde Gallo realizó sus experimentos) en la que –refiriéndose a las muestras que Gallo había obtenido para su artículo de 1984– afirma: «Las “partículas” en la micrografía 0905 son restos de una célula degenerada... Insisto, estas vesículas pueden ser encontradas en cualquier precipitado celular… No creo que ninguna de las partículas fotografiadas sean HTLV-I, II o III».

Por otra parte, varios investigadores, entre quienes se destacan el conocido virólogo Stefan Lanka, y el especialista en microscopía electrónica del Sloan Kettering Institute, Etienne de Harven, más el equipo de la biofísica Eleni Papadopulos-Eleopulos, habían llevado a cabo una revisión minuciosa de esos artículos y fotografías. Y sus conclusiones fueron éstas:

«Ni Montagnier ni Gallo realizaron experimentos de control cuando son “parte esencial de un experimento científicamente válido” y se diseñan para demostrar que el factor que estamos probando es el verdadero responsable del efecto observado; de modo que en el experimento de control debemos repetir exactamente todas las condiciones excepto el factor a probar. La falta de estos controles invalida totalmente los resultados obtenidos por ambos investigadores; especialmente si tenemos en cuenta que ambos cultivaron sus muestras con productos químicos que son capaces de producir el mismo tipo de partículas que ellos pretendían haber aislado como virus infecciosos».

Agregaremos que la ausencia de experimentos de control se ha repetido en todos los estudios posteriores relacionados con el VIH con una única excepción: el realizado por el Dr. Carl J. O´Hara y su equipo del Harvard Medical School de Boston, que se publicó en 1988 por la revista Human Pathology. Y los resultados fueron aplastantes: encontraron partículas indistinguibles del «VIH» tanto en el grupo de pacientes de SIDA como en el grupo de control La conclusión de los autores fue: «La presencia de estas partículas no indica por sí misma infección con VIH».

Por último, en 1997 un equipo estadounidense y otro franco-alemán intentaron por primera vez purificar el VIH. Los resultados se publicaron en la revista Virology y demuestran de modo inequívoco la existencia de múltiples tergiversaciones a favor de una hipótesis que no se sostiene cuando investigadores serios y responsables actúan con honestidad. El estudio del equipo franco-alemán –liderado por Pablo Gluschankof y titulado «Vesículas de las membranas celulares son el mayor contaminante en las preparaciones de gradiente enriquecido del VIH»–, muestra en una de las fotografías partículas pertenecientes a sueros de «pacientes de SIDA» y personas «no infectadas». Sin embargo, en las tres muestras pueden observarse las mismas partículas a las que el artículo se refiere como «vesículas purificadas». Estas vesículas son habituales en todas las células animales –incluidas las humanas– y realizan tareas de transporte en el interior de las células y entre una célula y otra; procesos que se conocen como endocitosis y exocitosis.

En resumen ni Gallo ni Montagnier aislaron absolutamente ningún virus con las características que se le atribuyen al virus del SIDA, y tan farsante como Gallo es Montagnier a pesar de su premio Nobel, pues si bien Gallo se aprovecho de las investigaciones del instituto Pasteur para falsear la realidad Luc Montagnier se valió del fraude de Gallo Para hacerse de unos cuantos millones de dólares y de un premio Nobel que nunca ha merecido, pero el primero que tiene conciencia de su estafa es el propio Montagnier quien no ha parado ni un segundo en buscar la manera de desligarse de esta macabra historia, diciendo públicamente que el SIDA tiene cura y es un simple problema inmunológico que puede resolverse en dos semanas con una buena alimentación, el consumo de antioxidantes y un estilo de vida alejado de las drogas y el mal vivir.

Pero lo mas importante es que la personas conozcan que el virus no se ha aislado ni se puede aislar porque nadie puede encontrar algo que no existe ni puede existir, debido a una ley natural que podemos expresar de manera simple:

“En la naturaleza no puede existir ningún elemento patógeno que no pueda ser controlado por el sistema inmunológico, de lo contrario la humanidad ya hubiera desaparecido”.

Y por otra parte no podemos olvidar que las pandemias son incontrolables por el hombre, pues aparecen y desaparecen sin que se conozca los mecanismos que controlan el proceso de nacimiento, desarrollo y fin. De modo que resulta ridículo aceptar que una supuesta pandemia pueda existir por más de treinta años.

La cuestión se ha vuelto tan compleja con las declaraciones de Montagnier que se ha visto obligado a refugiarse en China porque en Francia le fueron cerrados todos los contratos de trabajo, no obstante dejo una sustituta para que continúe defendiendo la tesis. Nos referimos a Françoise Barré-Sinoussi, la científica que ganó el premio Nobel de Medicina por sus investigaciones para identificar el virus VIH hace 30 años, quien en una entrevista para BBC afirmó: "Sí es posible encontrar una cura para el VIH".

Por supuesto que resulta imprescindible continuar con la farsa porque en el momento que se ponga en claro el engaño ella también será afectada.

(Fin de la primera parte. Queridos amigos, por supuesto que el tema tiene otras aristas y podemos abordar el asunto de muchas maneras, pero en esta oportunidad queremos dejar en claro un detalle fundamental:

Ninguna investigación, ninguna declaración, ningún video, ningún documento, que establezca la existencia del VIH como punto de partida puede ser creíble, por la sencilla razón que esta orquestado sobre un fraude, pero si les queda alguna duda, pidan las fotos del virus aislado y no olviden que quien las muestre recibirá 10,000 dólares por dichas fotos).

Otra visión del SIDA/ Continuación. Segunda parte. Publicado por Eugenio claudio el julio 2, 2012 a las 12:29pm

Segunda arista:

El cómo y el porqué de esta triste historia.

En 1974 siendo Henry Kissinger, secretario de estado durante el mandato del presidente Richard Nixon, adoptó como directriz oficial del país el memorándum de seguridad nacional 200 [National Security Memorandum-200 (NSSM-200)]. El NSSM-200 permaneció en secreto durante años y sólo se dio a conocer (de manera incompleta) al público en 1991. En él se afirmaba que «el crecimiento de la población de trece naciones grandes del Tercer Mundo era una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos».

El documento se explica por si solo: «La localización (por parte de los estados del Tercer Mundo) de reservas conocidas de minerales de la mayor calidad, favorece una gran dependencia de las regiones industrializadas respecto a los estados menos industrializados (...) Es posible que empresas extranjeras sean expropiadas o sometidas a intervenciones arbitrarias a través de acciones de los gobiernos, conflictos laborales, sabotajes o desordenes civiles. Con ello, la llegada de materia prima se vería comprometida. A pesar de que la presión demográfica no constituye el factor determinante, los peligros serán menores si se reducen las condiciones de crecimiento de la población».

Lyndon B Johnson, presidente de los Estados Unidos, resumió ingenua y acertadamente la situación en un discurso pronunciado en Alaska, ya en noviembre de 1966: «Existen 3 mil millones de personas en el mundo y solamente 200 millones son nuestras. Tenemos una desventaja de 15 a 1. Si la fuerza tuviera razón, inundarían Estados Unidos y se llevarían lo que tenemos. Nosotros tenemos lo que quieren».

Es decir, «el enemigo es el mundo entero». Johnson advirtió que «si no lo hacemos bien, se abalanzarán sobre nosotros para quitarnos lo que es nuestro». Esta amenaza de los estados pobres para los intereses de los Estados Unidos, actualmente se ha convertido sólo en una parte del problema.

Pero la orientación racista de los programas de control de la población no deja lugar a dudas de que hay algo más en este asunto que el control de los recursos planetarios. Como podrá observar, sería una lástima dejar fuera de esta historia datos como los enunciados porque es en este punto que nace la verdadera historia del VIH/SIDA.

Tercera arista.

Al principio de la década de los setenta, en los Estados Unidos y luego en Europa, se introdujeron nuevos medicamentos compuestos por dos sustancias: la sulfonamida y el trimethopin, (sulfamethoxazole), que en algunos países se les denominó Bactrin, Septrin o Sulfaprin y, en realidad, su efectividad pudiera considerarse grandiosa, porque no solo limitaban el efecto de ciertas bacterias sino que las destruía, pero, entre otras cosas, inhiben la formación del ácido fólico. Fue así que estos productos «maravillosos» fueron utilizados en occidente como los caballos de batalla para combatir variadas enfermedades respiratorias y de vías urinarias.

Pero ningún laboratorio informó a los médicos que el producto destruía las mitocondrias celulares, que en su origen eran antiguas bacterias que lograron integrarse en las células y asumieron la función de convertir las proteínas en ATP (la molécula energética fundamental), y casi el noventa por ciento de la energía que necesita nuestro cuerpo se obtiene mediante el ATP.

La cuestión es que las mitocondrias afectadas por estos «medicamentos» sufren mutaciones en su ADN porque este no posee los recursos de auto-reparación que tiene el ADN del núcleo celular y estas mutaciones se trasmiten directamente de la gestante al feto, ya que el ADN mitocondrial no proviene como el nuclear de ambos padres por vía sexual, sino exclusivamente de la madre. Es precisamente en este momento cuando nacen las llamadas enfermedades mitocondriales en los infantes, las cuales no tienen nada que ver con trasmisiones sexuales y sí con la interferencia de estos «medicamentos». Porque al trastrocarse los mecanismos de oxigenación, determinados microbios obtienen comparativamente ventajas para proliferar, de modo que pueden aparecer algunas enfermedades oportunistas que se pretenden evaluar como SIDA, aunque hasta este momento todo se puede explicar sin la existencia del llamado VIH. Lo único irrefutable en este caso resulta que estas enfermedades tienen relación con los mencionados productos farmacéuticos.

Como resultado de la desinformación programada, tampoco se les dijo a los médicos que estos productos no debían ser recetados por un período mayor de siete días en el plazo de un año. Al final de la década de los setenta, cuando se produce la explosión del movimiento de liberación gay en los Estados Unidos, los médicos, desconociendo las contraindicaciones (que ya se conocían por los laboratorios productores), decidieron aconsejar a sus pacientes homosexuales el consumo del Bactrin y el Septrin de manera preventiva y diariamente sin establecer límites en el tiempo de su empleo. Esto trajo como consecuencia que el uso abusivo de estos medicamentos produjeron las primeras muertes, ocurridas en 1981, pero no a causa de un virus sino por intoxicación medicamentosa.

Llegados a este punto se podrá entender que el gran publico no podía saber que las primeras muertes se debían a ciertos medicamentos porque las demandas económicas podrían hundir la economía y a varios consorcios farmacéuticos, en muchos de los cuales fungían como directivos altas personalidades del gobierno norteamericano.

Cuarta  arista.

Ya es ampliamente conocido que las causas de las dos enfermedades (Neumonía por Pneumocystis carinii y Sarcoma de Kaposi), que en principio fueron utilizadas para fabricar el engendro VIH/SIDA, no son como se dice el producto de un virus, sino que se desarrollan por el empleo de drogas que comportan una alta toxicidad, pero a los fines que se perseguían resultaba útil defender el criterio de que eran producto de un virus.

Los tres elementos anteriormente mencionados podrían ser considerados las claves del asunto, pero no podemos olvidar una palabra importante a la hora de armar el tinglado - nos referimos a la   “homofobia”.

A la par de que los centros de poder organizaban la gran jugada, mentes calenturientas se dedicaron a pensar la manera de sacar el máximo provecho de la situación que se iba conformando y fue así, que varios años antes de darse a conocer los primeros cinco supuestos casos de SIDA, ya la OMS había impartido algunos seminarios a médicos de diferentes países acerca de cómo combatir la futura enfermedad. De modo que todo quedaba listo para llevar a cabo la maniobra y el chivo expiatorio fue el movimiento de liberación gay. El procedimiento fue muy simple y ya esta parte del trabajo sucio lo llevó a cabo el departamento de inteligencia de enfermedades de los CDC de Atlanta.

Para ello escogieron al azar a cinco personas que habían fallecido a causa del Sarcoma de Kaposi y otros por Pneumocystis carinii y establecieron públicamente que los cinco fallecidos habían muerto a causa de un contagio con una rara y desconocida enfermedad, aunque cometieron un pequeño desliz, porque estas personas no se conocían entre ellas, nunca habían frecuentado los mismos lugares que el resto de los enfermos y ni siquiera habían enfermado en las mismas fechas, razón para comenzar a dudar de esta parte del montaje. Pero ya el mal estaba hecho y no habría marcha atrás.

Con esta maniobra se logro ocultar decenas de muertes por intoxicación medicamentosa debido al consumo del Bactrin y el Septrin, y el camino quedaba expedito para complacer a una buena parte de la élite del poder que ya estaba pidiendo a gritos desde mediados de los setenta que se tomaran medidas drásticas con el movimiento gay. Fue de esta manera que lograron que en un principio la homofobia se desatara de manera virulenta en el mundo, pues fueron los homosexuales los primeros culpados de ser quienes habían generado y difundido la enfermedad debido a sus practicas y estilo de vida.

Podríamos afirmas sin ningún tipo de duda que en lo antes expresado se resumía una estrategia destinada en primera instancia a cumplir con las directivas del memorándum NSSM-200, resumiendo: el terreno estaba preparado para comenzar la masacre.

Como podemos apreciar el primer paso fue crear el fantasma y a continuación se fabricaron los héroes en la persona de Gallo, Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi.

Solo faltaba encontrar un tipo de test que se ajustara a los propósitos planeados y, por supuesto, los medicamentos.

(Fin de la segunda parte. Titulo del segundo capitulo: La historia de los tests y sus consecuencias.

Queridos amigos, a esta altura de nuestro relato consideramos no haber ocultado los elementos fundamentales, por supuesto que no lo hemos puesto todo para no agobiarlos, pero el grado de información que poseemos nos permitiría pasarnos algunos meses redactando capítulos, solo que ustedes y nosotros no disponemos de tiempo para hacerlo de una manera mejor, porque sabemos que dentro de poco comenzarán las preguntas y los ataques. Pero no se preocupen, para eso estamos preparados.

Un abrazo: Svieta y Eugenio Claudio).

 

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