La “Guerra contra el Sida” se desata a toda marcha. La "posibilidad del contagio" ya no se circunscribe a los denominados“grupos de riesgo”: Heterosexuales, hombres, mujeres, niños, bebés, todos están en riesgo de una posible infección. El miedo se extenderá a la población general a través de la propaganda y de los medios. La epidemia puede llegar a estar a la altura de la peste bubónica u otras peores sino se controla. Estamos en el punto álgido de una campaña donde se sembraron todas las consignas que luego quedarían grabadas a fuego en el inconciente colectivo. Hay un único asesino serial y este es el virus del “VIH” . Este “nuevo virus” es terriblemente infeccioso. Las vias principales de transmisión son el sexo, la sangre, las “practicas de riesgo”. Un nuevo tabú ha sido erigido. Y lo peor, no hay nada que se pueda hacer contra este virus.

Tal fué la historia oficial, aceptada por todo el mundo, sin que se escuchara aún entre aquella marea una voz disidente.

Sin embargo hay pequeños detalles con este nuevo virus. En primer lugar no cumple los postulados de Koch. Tampoco se lo puede aislar o siquiera encontrar con la abundancia que debería tener en los pacientes con SIDA. Las estadísticas muestran por otra parte que la epidemia no se extiende exponencialmente como debiera y mucho menos entre los trabajadores de salud que serían los más propensos a accidentes de riesgo. La leyes de Farr tampoco se cumplen con esta supuesta epidemia.

Hay otro punto que generalmente suele pasarse por alto, pero que la lógica científica no puede soslayar. La explicación del origen del HIV, ¿De donde salió, como se originó? Recordemos que en su momento se lo atribuyó a una zoonosis (salto desde otra especie) del virus de la inmunodeficiencia en los simios del áfrica, que pasó luego al ser humano, y según la leyenda, probablemente a través de las “oscuras prácticas de poblaciones africanas” (vease como ejemplo el caso del Kuru en el cap III) Tal parece ser siempre la narrativa del Stablishment para intentar explicar el origen de una “nueva epidemia”. De la misma manera hoy se quiere atribuir a los murciélagos del sur de China, el origen del “Sarscov2”, - debido a las “insalubres prácticas” alimentarias en mercados de comidas de Wuhan”- pero lo curioso es que no se han hallado murciélagos resfriados con el mismo virus, como tampoco resultó haber casos de simios con SIDA terminal en las selvas del áfrica. Al parecer lo que los cientificos “descubren” o fabrican en sus laboratorios se trata de otra cosa.

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