Doce (1)

Concentración 12 Octubre de 2013,

Paseo fluvial de Arteixo 12,00 (A Coruña)

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Comunicado por el acto que se celebra el sábado, 12 de octubre de 2013, en memoria por la muerte del joven Diego Viña Castro, fallecido a los 22 años de edad en el cuartel de la Guardia Civil de Arteixo, donde apareció ahorcado en su celda el 22 de septiembre de 2004.

Y en repulsa por el procesamiento de 15 familiares y amigos, acusados por la Guardia Civil de cometer delito de injurias al estado por los actos de memoria y duelo realizados el 12 de octubre de 2010 en Arteixo.

 

                              DIEGO VIÑA SIGUE CON NOSOTROS

 

9 años, 9 años, sí, sí, sí, 9 años es el tiempo transcurrido ya desde que Diego Viña nos dejó. !Increíble¡ ¡Cómo pasa el tiempo para los vivos, pasmosa la quietud de los muertos! Pero ese chaval indefenso que falleció en el cuartel de la Guardia Civil de Arteixo en un día aciago allá por el año 2004, sigue con nosotros.

 

Sigue con nosotros,

 

pese al tiempo transcurrido, porque los días, las horas, los minutos, los segundos, no borran el dolor indeleble de una madre, no atenúan el profundo sentimiento de pérdida del fruto de sus entrañas, no, todo lo contrario, el tiempo se transforma en un suspiro perenne, en un recuerdo insomne.

 

Sigue con nosotros,

 

haciéndonos preguntas: ¿Por qué?; ¿Cómo? Interrogantes que el poder evitó una y otra vez contestar, empleando para ello lastrados muros de burocracia, espejos de legalismo, abismos de letras y pólizas, laberintos de espinas e, sobre todo, el poderoso miedo que provocan los lobos aullando en la oscuridad.

 

Con la pala de su indiferencia, todos ellos cavaron y cavaron un agujero donde enterrar las preguntas bajo explicaciones vacías, sin pretenderlo y guiados por la impunidad de la noche hicieron una cueva a la medida del féretro del muerto; pero la tierra que cavaron la esparció el viento, y llegó a cada casa de este pueblo, a cada ventana donde dormía un chaval, a cada ojo abierto dispuesto a llorar. Y el viento decía: ¡¡ Murió Diego en el cuartel!!...!!fiuuuu!!...¡¡nadie sabe por quéeeee!!

 

Así, poco a poco, paso a paso, las explicaciones oficiales de las causas de la muerte recibieron sepultura en el mausoleo de casos cerrados, durmiendo el sueño eterno en el cementerio donde reposan decenas, cientos y miles de nadies, esos que fallecieron en el preciso instante en que los olvidaron.

 

Sigue con nosotros,

 

a pesar de que cualquier intento por recordarlo se haya convertido para su familia y amigos en la imputación flagrante de un acto delictivo. Para eso, se invirtió, sin el más mínimo rubor o consideración ética, la balanza de la justicia. Pasando a ser la víctima la perseguida. Pasando la expresión más animal de dolor por la muerte de un ser querido a ser considerada una actuación injuriosa, que ahora atenta, (según ellos) contra la honra. ¿La honra? Sí, la honra ni más ni menos que de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.

 

La misma honra que la de los funcionarios públicos que tenían bajo su cuidado a Diego Viña y a las 64 personas fallecidas el año 2012, bajo esa custodia protectora que acabó siendo su tumba. La honra de un sistema penitenciario que desde el 1 de Enero de 2001 hasta el 31 de diciembre de 2012, deja una cifra de fallecimientos en sus celdas de 507 personas del total de 786 fallecidas en otros centros de detención.

 

¿Honra?,

 

como si la honra fuese algo que se compra, o de lo que se dispone por ley; como si la familia del fallecido no fuese ultrajada en su honra al serle entregado en una bolsa de plástico los restos de su hijo detenido unas horas antes; como si Diego Viña no tuviera Honra, y por lo tanto no existiese honra en su memoria. La honra de ellos.

 

Sigue con nosotros,

 

claro que sí; como todos los muertos que recordamos.

Non omnis moriar, “no morimos de todo”, perduramos en el recuerdo tenue, y en los sentimientos de quien nos quiere, y eso sí es una HONRA.

 

¡¡Siguen con nosotros!!

 

                                                                

 

                                         QUE VENGA EL POETA

 

                                         Que venga el poeta.

                                         Y me trajisteis aquí para contar las estrellas,

                                          para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena.

                                          Este era el contrato.

                                          Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados,

                                          a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado.

                                          Me trajisteis aquí para cantar en unas bodas

                                          y me habéis puesto a llorar junto a una fosa.

   

                                                                                                         León Felipe

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 Nais Contra a Impunidade, (Madres contra la impunidad)

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