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Respuesta a los inquisidores “progresistas” / Dax Toscano |
Hay mentiras que han sido tan bien elaboradas que, incluso, se les otorga una validez científica. Y algo más, hasta la religión hoy está utilizando a la ciencia para que su discurso tenga valor.
El 20 de enero de 1600 la Inquisición dictó el veredicto definitivo contra Giordano Bruno, condenándolo a la pena de muerte, a la vez que ordenaba quemar sus libros por “heréticos y erróneos”.
La historia está llena de casos similares de persecución a las personas que profesan ideas distintas a las que al orden establecido le conviene.
La Iglesia Católica, aunque no sólo ella, ha cumplido un papel nefasto durante toda su existencia al ser la responsable de la muerte de pensadoras y pensadores opuestos a sus dogmas, como fue el caso de la matemática Hipatia, despellejada viva por los benevolentes seguidores de ésta religión.
De igual manera, los nazis hicieron lo suyo, obnubilados por las ideas absurdas esgrimidas por una doctrina que profesa el odio a todo lo que no calza en su invención estúpida de la existencia de la raza superior aria. Los nazis persiguieron, encarcelaron, explotaron, torturaron a millones de personas para imponer sus dogmas y demostrar su superioridad. Estos criminales, al igual que en la época de la Inquisición, también quemaron y prohibieron la lectura de libros de autores que no eran adecuados, según su criterio, para la mente de las personas.
En América Latina, dictadorzuelos como Pinochet o Videla, siguiendo el ejemplo de sus maestros, los criminales nazis y los franceses que masacraron al pueblo argelino, desataron una brutal represión contra las y los revolucionarios que desde diferentes trincheras de combate lucharon contra esos regímenes fascistas. Actualmente, el narcoparamilitar presidente de Colombia, Álvaro Uribe, lleva adelante una campaña internacional para criminalizar a todas y todos quienes manifiesten su apoyo a la insurgencia.
Ésta ha sido la constante llevada a cabo por los detentadores del poder en las sociedades divididas en clases sociales.
Lo extraordinario ahora es que los censuradores, represores y persecutores de quienes piensan diferente y, por ende, actúan diferente a lo que el establishment propone, están utilizando mecanismos para lograr no sólo el consenso de las fuerzas opuestas al cambio, sino de aquellas que dicen enarbolar un pensamiento progresista, sobre lo que hacen.
Varios elementos se conjugan para que esto sea posible: una muy bien estructurada campaña propagandística para convencer incluso a los menos crédulos, una poderosa industria mediática puesta al servicio de los intereses de la burguesía y el imperialismo norteamericano y europeo, un sistema educativo que en apariencia está relacionado con el pensamiento científico, pero que en realidad sigue respondiendo a ideas conservadoras y anacrónicas, lo cual hace que las y los jóvenes en realidad no piensen sino que solamente crean.
¿Qué es lo grave de ésta situación?
Que para reforzar las ideas dominantes se ha acudido al discurso científico, para de ésta manera dar solidez a sus profundas argumentaciones. Esto ha calado tan hondamente en la mente de las personas, que quienes ponen en tela de juicio lo que ese discurso científico dice, son dignos merecedores de la hoguera.
Hay mentiras que han sido tan bien elaboradas que, incluso, se les otorga una validez científica. Y algo más, hasta la religión hoy está utilizando a la ciencia para que su discurso tenga valor.
Lo primero que hay que señalar para aquellas personas que tienen una fe ciega en la ciencia, es que está actividad humana no es neutral, sino que, por el contrario, responde a intereses políticos, económicos e ideológicos determinados. Una cosa es que hayan criterios de validez universal para comprender ciertos hechos, ciertos procesos y otra, muy distinta, es que se acepte, sin ningún cuestionamiento, todo lo que se elaborara en los claustros donde están las y los científicos. Por ejemplo, se ha pretendido que todas las personas asuman que el universo surgió como resultado de la gran explosión, el Big Bang, cuando ésta teoría es errónea. ¿Por expresar un criterio diferente al comúnmente impuesto, se puede calificar a quien o quienes no lo defienden como reaccionarios y oscurantistas? Es algo absurdo.
En segundo lugar, hay que explicar a quienes se han convertido en verdaderos soldados del ejército de la “ciencia”, que uno de los requisitos para desarrollar el pensamiento científico es el ejercicio permanente de la duda. No aceptar pasivamente lo que otras y otros han hecho en ese campo, no asumir como propio el discurso elaborado en los centros académicos y científicos porque puede ser que en esos sitios también se estén produciendo cosas erróneas. Por ejemplo, el premio Nobel de medicina, James Watson ha afirmado que los blancos son más inteligentes que los negros; entonces porque ésta estúpida e irreal afirmación la hace un “científico” laureado, hay que asumirla como válida, sin ningún cuestionamiento.
Creer es aceptar pasivamente las cosas, dudar implica indagar, investigar.
De igual manera, no se puede asumir algo bajo el limitado criterio del principio de autoridad, porque ello conlleva a la sumisión, a la pasividad. Es necesario recordarles a esos inquisidores “progresistas”, que repiten consignas como la de “ciencia y comunismo”, que para hacer ciencia hay que llegar a la esencia de las cosas, así como entender los procesos sociales y, fundamentalmente, meterse en el movimiento mismo de lo real para desentrañar, a través de la praxis social, las contradicciones existentes y a la vez descubrir lo que es histórica y genéticamente estructural a los mismos.
Comentarios
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Resulta lamentable observar, como domina en el razonamiento de la sociedad que los estudiosos sostengan a mano alzada que disponen de un descubrimiento científico, aunque tal fenómeno desafíe como lo es en el caso del VIH todas las reglas de la causalidad en una enfermedad y hasta la fecha no se haya podido extraer ni una sola muestra del invisible virus en sangre fresca de pacientes con diagnostico positivo. Sin duda los dogmas requieren de la censura, quizás por eso, no nos explican, que la gestión de la epidemia depende de la hipótesis de unos test, que pretenden detectar algo que nunca ha sido validado. La verdadera ciencia, la gente honesta no tienen miedo de la discusión no tiene miedo al debate, pero la ortodoxia todopoderosa del VIH teme que sus adeptos puedan manifestar dudas y cuestionar la exposición de una teoría que según su creencia le otorga a un solo virus la fabricación en exclusiva de la muerte y la destrucción de todas las cosas visibles e invisibles.
El miedo es un arma que solo sirve a los intereses de los enemigos de la especie. ¡Toca vencerlo!