Natural (2)

Fuente: https://serquieneres.wordpress.com/2012/12/07/nuestro-estado-natural-es-la-salud/

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El Sistema médico oficial se basa en la enfermedad, en cómo combatirla, y no en el mantenimiento de la salud. Y hablo de una Salud con mayúsculas que para la medicina holística es el estado natural del ser humano cuando la energía vital fluye equilibradamente por nuestro sistema y todo está en armonía.  Y esto incluye la energía mental-emocional.

Pero voy un paso más allá, en la línea de una medicina moderna y alternativa que incluye la Conciencia, la parte más profunda de nuestro ser, como “el director de orquesta” que va a determinar nuestro estado de salud. La enfermedad se manifiesta cuando no escuchamos al “director”, porque  nuestra Conciencia necesita estar alimentada y en caso contrario, llamará una y otra vez nuestra atención, y lo hará en uno o varios de estos niveles que componen nuestro sistema:

 

–          físico, estructural                               – profundo/energía + densa

–          bioquímico, nutricional

–          energético                                                     

–          mental-emocional

–          espiritual- Conciencia                       + profundo/energía – densa

 

El último lugar donde se manifestará el síntoma será a nivel físico, el de energía más densa, pero el lugar desde el que hay que trabajar para una sanación profunda y no de “parches”, es el de la energía más sutil.  Allí donde se generó como llamada de atención de que existe un desequilibrio profundo y una falta de escucha de nuestro verdadero Ser.

Es la Conciencia la que emite esa información que se manifiesta en el cuerpo. Cuando el ser humano está en armonía, el resultado es la salud. Por tanto la enfermedad no es más que la pérdida de esa armonía. Y es ahí donde hay que poner la atención y no en el síntoma. Este sólo vale para reclamar nuestra atención, pero una vez escuchado, es necesario apartar la mirada de él e ir más allá. Escuchar lo que nos cuenta. Qué está reclamando nuestra Conciencia. No hay que trabajar por tanto desde la enfermedad, sino desde lo que está bloqueando a un nivel profundo ese desarrollo espiritual de la persona.

Es aquí donde el sistema médico oficial y la medicina alternativa se separan radicalmente. Porque el sistema oficial se basa y se nutre en la enfermedad. Matar el síntoma sin ir más allá con lo que acaba perpetuándolo en un sinfín de enfermedades crónicas que llenan las arcas de la industria farmacéutica o matando moscas a cañonazos debilitando nuestro sistema. Por no hablar de la “ristra” de enfermedades nuevas que aparecen cada día para las que, curiosamente, siempre hay preparado un nuevo medicamento.

Y lo peor es que este sistema le quita al “paciente” el protagonismo, robándole la  capacidad de “hacerse cargo” de su dolor y crecer transformándolo. De pararse y mirar qué hay detrás. Y ahí somos todos responsables. Porque a veces es más cómodo no hacerse cargo aunque signifique vivir en modo víctima y engañados. Pero cuidado porque es nuestra salud y desarrollo lo que está en juego.

La curación se va a producir cuando “transmutamos” la enfermedad. Cuando hemos recuperado esa parte esencial de nuestro ser que se perdió en el camino y de la que nuestro síntoma nos hablaba. La enfermedad se convierte así no en el enemigo a vencer, sino en la señal a escuchar. Y el cuerpo en el “espejo del alma”. Al trabajar esa parte que no nos dejaba avanzar, ya no necesitamos manifestarlo en lo físico y el síntoma o enfermedad desaparece. Por supuesto en ocasiones necesitaremos ayudas naturales para restablecer el equilibrio de un sistema que ha estado “dolorido” y desorientado. Empujoncitos para restablecer su capacidad de sanación, pero nunca sustancias que destruyan la maravillosa capacidad de “auto restauración” que poseemos.

En mi experiencia, cuanto más nos resistamos a sacar a la luz todo aquello que no queremos, mayor será la fuerza con la que se manifiesta el síntoma. Más vale que escuchemos antes del grito. Aceptemos los conflictos y busquemos soluciones para que no tengan que pasar al plano físico. No nos enseñaron que forman parte de nosotros. Que es una de las maneras que tenemos de aprender y desarrollarnos. Si negamos nuestra “sombra” ésta acabará con nosotros. Y la pobrecita está ahí tan sólo marcándonos donde falta luz, consciencia, aceptación y amor. Dónde están los “callejones sin salida” que nos separan de nuestra ruta elegida. Emprendamos el viaje “de vuelta a casa” desde la Conciencia, único GPS que conoce la ruta adecuada.

Muchos problemas que afectan a nuestro cuerpo tienen que ver con falsos modelos y creencias sobre nuestra vida, que no nos permiten evolucionar. Es necesario cambiar estas creencias porque van a limitar nuestra capacidad de elección y nuevamente nos van a mantener en modo víctima. El peor “personaje” para nuestra función porque no tiene papel ni capacidad de acción o movimiento.

Es necesario por tanto, recuperar el papel protagonista que tenemos por derecho de vida, de nacimiento. Dejar las riendas en manos de la dirección de la Conciencia, y escribir cada día el guión con nuevas y creativas elecciones que nos lleven a vivir la obra que queremos representar. No le dejemos la dirección a la mente, el “técnico de luces”, porque se suele aferrar a viejas experiencias y emociones a la hora de decidir, repitiendo una y otra vez viejos patrones que no permiten que la “obra” se modernice y evolucione.

Nuestro “puzzle” necesita de todas sus piezas, también de aquellas que parecen perdidas u olvidadas. Nunca lo están, sólo hay que buscarlas. Porque sin ellas no podremos completar el cuadro, la imagen completa de lo que Somos. Nuestra Conciencia desde el amor nos reclama su búsqueda. Saltémonos el miedo y vayamos a por ellas. En el encuentro está nuestro equilibrio, felicidad y desarrollo. Es hora de recordar, que no nos faltó nunca nada para estar  Completos. Esa es la Salud, la felicidad.  El arte del reencuentro con nosotros mismos para saber que Somos… un Todo…                  Que Somos Uno…

Victoria Embid

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