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NO LE TENEMOS MIEDO AL SIDA

No se escandalicen señores, si a pesar de todo el despilfarro de dinero público y del derroche de medios publicitarios con la única y exclusiva finalidad de meter miedo, seamos cada vez más las personas que, de modo irremisible, le perdemos el miedo al sida, lo que pone de manifiesto el fracaso de su política.

 

No se escandalicen ustedes, autoridades sanitarias, médicos especialistas y médicos en general, si les decimos que lo que nos da auténtico pavor no es el sida, sino ustedes, cuya prepotencia e ignorancia les impiden ver las cosas, acabarán por ser ustedes los últimos en enterarse.

 

No se escandalicen, señores profesionales de la prensa, si no nos creemos las noticias que publican casi a diario en los medios, ni de los supuestos descubrimientos realizados, (una nueva proteína,…, una nueva vacuna…¡Ja!), ni que no creamos un ápice de las estadísticas de risa que nos ofrecen, ni sobre la supuesta eficacia de los milagrosos fármacos…

 

No se escandalicen ustedes, políticos de turno, aprendan del expresidente de Sudáfrica, Tabo Mbeki, el único político honrado que intentó arreglar de modo sensato este desaguisado.

 

El sida existe, señores, no como entidad Bio-lógica, (como dice un Riguroso Líder), sino como estupidez colectiva, que ha resucitado, (en una era en que si algo debería ser la medicina es, ante todo, una ciencia, y respetuosa con las personas), la figura del apestado bíblico.

 

El sida existe, claro que sí, el sida del moralismo estrecho, el de los prejuicios homófobos y sexistas, el sida de la xenofobia y el miedo al otro, el sida de la corrupción que anida en todo tipo de instituciones, el sida del negocio inmoral a cuenta de la salud, ese es el único sida en el que creemos y al que tememos.

 

Sigan ejerciendo la censura, sigan llamando criminales a aquellos cuyo único delito es pedir un debate científico, métannos a todos en la cárcel, péguennos a todos un tiro...pero...

 

...SEPAN QUE NO LES TENEMOS MIEDO, NI A USTEDES, NI AL SIDA

 

 

Los Don Nadie, (aquellos que, por no existir, ni siquiera existen en las estadísticas)

Los Indignados del sida, (porque sólo pueden indignarse aquellos que tienen dignidad).

 

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