Fuente: http://m.elheraldo.co/latitud/el-virus-del-sida-otro-falso-positivo-129363
El virus del sida, ¿otro falso positivo?
Latitud - Actualizado 11:55 pm
Resulta insólito en la historia de la ciencia médica, que después de haber transcurrido 25 años, específicamente desde el año 1984, en los cuales el doctor Roberto Gallo declaró como oficial al virus del VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) como el causante del sida, aún este virus sigue siendo motivo de controversia científica, pues hasta el momento no ha sido aislado, ni microfotografiado, ni mucho menos ha cumplido con los protocolos científicos necesarios para ser considerado como tal.
Esta polémica de más de veinticinco años ha generado libros, conferencias, entrevistas y documentales de varios científicos, entre los cuales se encuentran premios nobeles y otros de prestigio internacional. Debido a la sólida fundamentación científica en que se basan para cuestionar este supuesto virus, son considerados como la “versión disidente” de esta enfermedad.
Sin embargo, muy a pesar de que los cuestionamientos sobre la veracidad científica del virus del VIH sigue creciendo a escala mundial, hasta el punto de conformarse una especie de “disidencia oficial”, la OMS (Organización Mundial de la Salud) sigue sosteniendo como oficial el descubrimiento del doctor Roberto Gallo y Luc Montaigner, y como muestra de ello, calcula que el número de enfermos con VIH sida en el mundo es de 34 millones, de los cuales 30 millones son adultos, y 3.4 millones son menores de 15 años.
La OMS estima que anualmente mueren 1.8 millones de personas a causa de esta enfermedad.
El continente africano tiene la cifra más alta de afectados con 22 millones. En Colombia, según el Ministerio de Salud y Protección Social se diagnostican 4.200 casos anualmente, 800.000 personas contagiadas y la prevalencia de casos es de un 0,22%, cifra baja con relación a otros países. Pero detrás de estas cifras desalentadoras y evidentes que muestran estas instituciones, se esconde una cantidad de intereses económicos, científicos y políticos que comprometen la ética y la independencia que debería tener la ciencia médica frente a los tratamientos que ofrecen la industria farmacéutica mundial.
El poder y la influencia que esta industria tiene sobre la salud mundial es de tal magnitud que la mayoría de los países del mundo se rigen por los vademécum que ellos mismos financian, promocionan y venden a los ministerios de Salud correspondiente.
Este argumento, de por sí contundente, es una de las consideraciones éticas que utiliza la “versión disidente” para considerar que las multinacionales farmacéuticas, con la ayuda de los medios de comunicación, han mentido y siguen mintiéndole a la comunidad mundial sobre el verdadero causante del sida.
Lo que argumentan los “disidentes”
La mayoría de los considerados “disidentes”, entre los cuales se encuentran científicos de renombre como el del virólogo Peter Duesberg y Kary Mullis, este último, premio nobel en bioquímica en el año 1993; Juan Ramón Laporte, científico español; Gonzalo Larraín, médico chileno reconocido por sus trabajos en infectología; el alemán también premio Nobel Stefan Lanka y Mark Pierpoint. Todos ellos coinciden en definir el sida como el estado más crítico del sistema inmunológico, causado por una exposición constante y prolongada de una gran cantidad de inmunodepresores de carácter nutricional (las hambrunas en África dispararon las estadísticas de ese tipo de casos), biológico, físico, químico y mental que, según el estilo de vida, someten a nuestro organismo a un máximo de tolerancia metabólica –esto, según el doctor Duesberg y el biólogo colombiano Edwin Parra– desencadena un caos metabólico que genera a su vez proteínas con un alto nivel tóxico, o la que muchos científicos denominan proteínas de estrés celular y son las que erróneamente se le catalogan como virus del VIH.
Por ello, un gran número de científicos afirma que el doctor Roberto Gallo de forma arbitraria y presionado ante la cantidad de muertes a causa de un virus de origen desconocido, decretó como existente un nuevo virus sin una comprobación científica y sin una investigación protocolaria completa. Lo del doctor Gallo es un caso de mala conducta al “inventar” un virus, violando toda la metodología y el protocolo médico reconocido y creado por la comunidad médica mundial.
Pelea por la paternidad del virus
Un día después de declarar oficialmente al virus del VIH como el causante del sida, el doctor Gallo presentó ante las autoridades norteamericanas la solicitud de patentes para la elaboración de los test que detectarían los anticuerpos del virus, los cuales obtienen grandes éxitos en las ventas. Los laboratorios Pasteur, que dirige Luc Montagnier, (a quien también se le da la paternidad del VIH), al detectar las multimillonarias ventas que alcanzaba este nuevo ‘producto’, presenta una demanda al NCI (Instituto Nacional de Cáncer) reclamando parte de las utilidades generadas por las ventas de los test, argumentando que el Dr. Gallo había robado el virus de sus instalaciones. Los disidentes se preguntan: ¿Qué virus se había robado Gallo, si el virus no había sido aislado?
¿A quién creerle?
Veinticinco años después de la declaración oficial del virus del VIH, aún persisten las dudas de la veracidad científica del mismo, puesto que buena parte de la comunidad médica del mundo que recoge a investigadores independientes, científicos de prestigio mundial, virólogos, bioquímicos y otras disciplinas científicas se resisten a la versión oficial de la OMS. Las frías estadísticas de este organismo internacional sobre los millones de personas que siguen muriéndose y contagiándose crea un desaliento y necesariamente salta una pregunta a los que se oponen a la existencia del virus: cuando un paciente presenta un cuadro sintomatológico que supuestamente es producido por el virus en mención, entonces, ¿a quién debe acudir?
En este punto prevalece la verdad oficial de la Organización Mundial de la Salud, puesto que cada ministerio de Salud de la mayoría de los países del mundo realiza multimillonarias compras a la industria farmacéutica que produce las medicinas destinadas a disminuir los efectos y prolongar la vida de los infectados con este virus. Sin embargo, el fármaco más utilizado, el AZT, por sus componentes altamente tóxicos, tiene consecuencias más nefastas sobre el organismo que la misma enfermedad.
Las pruebas para VIH
Las llamadas pruebas para detectar el virus del VIH (Elisa, Western Blot, Carga viral) no se rigen por un patrón científico estándar y sus criterios se contradicen a la hora de la aplicación. Existen diferentes criterios entre las organizaciones de salud OMS (Organización Mundial de la Salud), la CDC (Center for Disease Control), FDA (Food and Drug Administration), Cruz Roja norteamericana, entre otros, y más aún entre las distintas casas comerciales que realizan los test (Abbott, Biomerieux, Test Pack, entre otras), lo cual crea incertidumbre entre los donantes y pacientes diagnosticados con este virus.
Es por ello que aparecen reacciones cruzadas que generan falsos positivos a los test de detección del virus VIH con otras enfermedades: tuberculosis, hepatitis, artritis, neumonía y otras autoinmunes que son metidas en un mismo saco llamado sida.
En muchos países y en muchas ciudades de Colombia se han presentado estos casos y algunas personas supuestamente positivas han presentado demanda ante los tribunales por daños y prejuicios (véase el caso de Sandra Milena en Barranquilla, publicado por el diario EL HERALDO, diciembre 2011).
Ni Roberto Gallo en el Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos, ni Luc Montagnier en el Instituto Pasteur de París, ni Jay Levy en la Universidad de California aisló al VIH, como ellos lo sostienen en Science. Según Fabio Parra, biólogo colombiano, “ellos se limitaron a observar en cultivos de linfocitos de personas infectadas con sida, algunas proteínas, enzimas y fragmentos de ácidos nucleicos (de estos fragmentos se tomaron las supuestas fotografías del virus) pero jamás aislaron partículas virales libres e independientes, pues ni siquiera siguieron los pasos establecidos internacionalmente para el aislamiento del virus”.
“Ambos científicos, dice Peter Duesberg, pensaron en su buena fe que tenían a un virus desintegrado y con las proteínas aisladas prepararon antígeno para detectar anticuerpos en contra de estas proteínas que supuestamente pertenecían al VIH (pruebas de Elisa y de Western Blot), y con los fragmentos de ácido nucleico prepararon los reactivos para las pruebas del PCR, llamada arbitrariamente “carga viral”.
Sin embargo, tanto las proteínas y las enzimas como los fragmentos de ácido nucleico pueden perfectamente corresponder a “proteínas del estrés” liberadas por las células de cultivos oxidados o por células de personas que han estado sometidas a maltratos higiénicos, mala nutrición, drogadicción, toxicidad, extremas condiciones de pobreza y saneamiento básico nulo, además de una vida sexual promiscua, que en última instancia son las personas que desarrollan el sida.
Las personas que reaccionan positivamente en estas pruebas no están infectadas con el virus, sino que sus sistemas inmunes están altamente oxidados, debilitados y expuestos a cualquier virus que pulule en el ambiente” (ver apartes del doctor Edwin Parra, biólogo colombiano).
Luego, explica el biólogo, el fenómeno conocido como VIH entonces es un marcador de intoxicación crónica e inmunodeficiencia, pero no es la causa del sida, antes por el contrario, el fenómeno VIH es una consecuencia de la patogénesis del sida. Por lo tanto, ser “VIH positivo” o “seropositivo” no indica estar infectado sino estar intoxicado u oxidado; no indica tampoco haberse “infectado” a través de las relaciones sexuales, ni durante el embarazo, el parto, ni la lactancia, ni por sangre supuestamente “contaminada con VIH”.
La pobreza, caldo de cultivo para detectar erróneamente el sida
Edwin Parra, biólogo colombiano, considera que para analizar esta enfermedad hay que tener en cuenta los aspectos nutricionales, mentales y biológicos. Nutricionales, porque los países pobres y demasiado endeudados generan hambrunas y estos lleva a estados inmunodepresivos; mentales debido a que una vez que el paciente resulta positivo en los test, se desencadena una serie de respuestas psicológicas: autorrechazo, baja autoestima, intentos de suicidio y culpabilidad.
A esto se suma el rechazo de amigos y familiares, automáticamente el enfermo se convierte en un ser marginado y estigmatizado por la sociedad. En el campo biológico, las mismas condiciones de baja cobertura de saneamiento básico generan crecimiento desbordado de virus, bacterias, hongos y parásitos que causan enfermedades oportunistas y a su vez causan reacciones cruzadas con los test del VIH.
Insiste Parra en que la mayoría de parásitos y gérmenes (tropicales) presentan en su material genético proteínas que reaccionan positivamente a los test de detección del VIH, por ejemplo el Tripanosoma cruzi, agente etiológico del Síndrome de Chagas, tiene en su material genético la transcriptasa reversa, proteína que también se encuentra en el VIH
En el 2009 surgió en los Estados Unidos un proyecto llamado HIV Innocence Project, con el objetivo de asesorar técnica, médica y científicamente a los abogados de clientes infectados supuestamente con el virus del VIH para que en los tribunales no se admitan como pruebas los test del VIH y evitar que los clientes se enfrenten a penas de cárcel por acusaciones de contagio a otra personas.
Otras personalidades científicas disidentes
Walter Gilbert, premio Nobel de Química 1980; Bárbara McClintock, descubridora de los genes transposones, que le valió el nobel de Medicina; Stanley Prusiner, descubridor de los priones; Alfred Gilman, la australiana Eleni Papadopoulos, el español Lluís Botines y el médico colombiano Roberto Giraldo se mantienen en sus criterios científicos y cuestionaron los métodos de investigación del doctor Roberto Gallo.
FUENTES
Revista El ecologista, año 2004, edición N1
Revista D Salud Discovery No 136 año 2011
Revista D Salud Discovery No 59, año 2004
Entrevista a Gislaine Lanctot, por Laura Jimeno, revista D Salud Discovery
Christine Maggiori, autora del libro ‘¿Qué pasaría si todo lo que sabes sobre el sida fuera falso?’
EL HERALDO, “Sandra Milena, un diagnóstico equivocado”, dic 11/2001
Peter Duesberg, entrevista en ‘El pequeño Periódico’, editado en Colombia
Gonzalo Larraín, entrevista “La salud es el equilibrio de todas las partes”, Diario Noreste, de Chile
Edwin Parra, “Conferencia sobre el verdadero origen del sida”, Bogotá, sept. 2004
José Tejada Maury, libro ‘Mito, ciencia y mercado’ (2011), ‘Enfermedad, metástasis de un fraude’ (2013)
Sabdi Alfonso Helman, libro ‘El gran fiasco: El sida no es causado por el VIH’, Barranquilla.