Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) mueren anualmente alrededor de 12 millones de niños menores de 5 años, que pertenecen, principalmente, a países en desarrollo. Para la OMS es evidente que tanto los niños con desnutrición severa como con déficit nutricionales leves o moderados están en un alto riesgo de muerte.
Se sabe que la desnutrición causa un gran deterioro en el sistema inmune.
Un niño desnutrido no puede defenderse ante la agresión de los microorganismos. Y tampoco puede responder a la aplicación de vacunas porque no es capaz de fabricar anticuerpos. Ahora, un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA mostró cómo se ven afectadas ciertas células del sistema inmune, los linfocitos "T", que producen células, como por ejemplo los macrófagos, que devoran virus y bacterias.
Los linfocitos "T" maduran en el timo, glándula situada detrás del esternón. Una vez maduros, emigran para ejercer sus funciones en diferentes partes del organismo, como por ejemplo en la mucosa que tapiza el interior de las vías aéreas y el intestino.
Si las células "T" no están maduras no cumplen su función en forma adecuada, y ello se refleja precisamente en las mucosas. "La superficie de mucosa es una de las áreas más grandes del cuerpo que está en contacto con microorganismos del medio externo, y consiste en una compleja trama de tejido donde interactúan los linfocitos "B", los "T" y la inmunoglobulina "A", que es la principal clase de anticuerpo protector", afirma la doctora María Estela Roux, investigadora principal del Conicet y profesora honoraria en la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la UBA.
Los investigadores del laboratorio de Inmunoquímica de la FCEyN, dirigido por el doctor Ernesto Massouh, junto con la doctora Roux, habían demostrado que en la desnutrición el timo resulta seriamente dañado y los linfocitos "T" no llegan a madurar antes de emigrar. Sin embargo, no se conocía en detalle el comportamiento del sistema inmune una vez que el organismo comienza a recuperar el peso normal.
Ahora, los investigadores estudian qué sucede en el timo de ratas desnutridas durante la lactancia cuando son realimentadas hasta alcanzar el peso normal.
"Cuando las crías empezaron a ingerir alimento sólido, fueron recobrando gradualmente el peso, y el timo también recuperaba su volumen y número de células, pero el tamaño y la composición de éstas no era normal", explica la bioquímica Catalina Feledi, docente de la FCEyN.
Dado que los órganos deben conservar el número habitual de células, éstas se dividen rápidamente para alcanzar la cantidad original. El problema es que no llegan a sintetizarse todos los componentes de una célula normal, por ejemplo ciertas proteínas de la membrana celular -denominadas receptores -, encargadas de la comunicación entre las células y de distinguir lo propio de lo ajeno.
¿Cuál es la consecuencia? Dentro del timo hay un proceso de selección de las células que irán a repoblar los tejidos inmunes del organismo. Son elegidas las que, debido a sus receptores en superficie, no pueden reaccionar contra tejidos propios. El problema es que si el número de esas moléculas receptoras es muy bajo, el proceso de selección funciona de manera defectuosa.
"Queremos saber cuál es el destino de esas células que tienen pocos receptores. Puede suceder que ellas sean precisamente las que reaccionan contra el propio organismo", aventura Feledi. Una consecuencia posible sería el desarrollo de enfermedades autoinmunes. Según la investigadora, "el timo desnutrido no puede afrontar la rápida regeneración sin caer en un desequilibrio de sus poblaciones celulares, lo cual afectaría su desempeño futuro".
A un niño hospitalizado por desnutrición se le da el alta cuando alcanza el peso normal. Pero si el sistema inmune no está recuperado, la vuelta al lugar de origen, donde deberá exponerse a microorganismos de diferente índole, puede resultar fatal. Según las doctoras Nora Slobodianik y Anabel Pallaro, profesoras de la FFyB, es probable que, al poco tiempo, vuelva al hospital con una diarrea o un problema respiratorio.
Pero los niños obesos también tienen deteriorado parte de su sistema inmune, según un estudio realizado por investigadores de la Cátedra de Nutrición de la FFyB y del Servicio de Nutrición y Diabetes del hospital Pedro de Elizalde.
"Algunos estudios internacionales habían demostrado que la respuesta a la inmunización contra el virus de la hepatitis B esta disminuida en adultos obesos. Pero no se conocía qué sucedía con ciertos componentes específicos del sistema inmune en la obesidad infantil", explica la doctora Nora Slobodianik, que estuvo a cargo del estudio que incluyó a 105 niños obesos de entre 6 y 13 años de edad, libres de cualquier patología.
"Observamos que los niños obesos tenían disminuida la inmunoglobulina "A" en la saliva, y este hecho podría explicar la alta incidencia de infecciones respiratorias", explica la investigadora.
La función de muchas células inmunológicas depende de la colaboración de diversos nutrientes, como por ejemplo las vitaminas B6, B2, A, C, E, el ácido fólico y también el hierro. Asimismo, según señala Slobodianik, "hay pruebas que demuestran que los lípidos desempeñan un papel regulador de la inmunidad". Y agrega: "La deficiencia de ácidos grasos esenciales reduce la respuesta inmune. Pero un aumento en la ingesta de ácidos grasos saturados provoca depresión de la inmunidad".
Todo indica que la malnutrición, por falta o por exceso, tiene consecuencias nefastas en el sistema inmune y, por ende, en la respuesta del organismo ante las enfermedades.
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