Se denuncia en EE.UU. que los ensayos clínicos

se realizan sin la supervisión adecuada


Tatiana López /Corresponsal/ Washington/la voz.



Experimentar con niños del Tercer Mundo para curar a los que viven en el primero. Esto es lo que cada año realizan centenares de farmacéuticas estadounidenses, según un informe publicado por la Universidad de Duke en el que se denuncia que al menos un tercio de los medicamentos infantiles comercializados en Estados Unidos son probados antes en países subdesarrollados, fundamentalmente africanos.


En la Asociación de Farmacéuticas e Investigadores de EE.?UU. se defienden alegando que incluso en el Tercer Mundo las pruebas de fármacos en niños están sometidas a estrictos protocolos: «Todos nuestros ensayos clínicos cumplen con las premisas legales exigidas, independientemente de dónde se desarrollen», dice Mark Grayson, portavoz de la organización.


Entre los requisitos que se exigen antes de autorizar un ensayo clínico se cuentan la elaboración de un informe ético local y la firma de un consentimiento de los participantes, o de sus padres si los pacientes son menores de edad. Sin embargo, estas premisas no siempre se cumplen fuera de la frontera americana.


Tal y como explica Nabeel Ghayu, farmacéutico paquistaní y profesor en la Universidad de Hamilton, «conseguir el visto bueno de las autoridades locales es extremadamente fácil en estos países, donde hay corrupción y casi todo el mundo está dispuesto a firmar lo que sea por un puñado de dólares».


Por otro lado, la falta de formación de los participantes en las pruebas suele acarrear problemas de comunicación. Por ejemplo, muchos pacientes tratados con placebos creen en realidad que reciben medicación.


Otro de los grandes problemas de los ensayos clínicos en países subdesarrollados se produce al publicarse

los resultados del estudio. Es entonces cuando, en muchos casos, las farmacéuticas abandonan a su

suerte a los pacientes, que no suelen tener acceso al medicamento que ayudaron a desarrollar, ya que probablemente no se comercialice en su país.


Para tratar de arrojar algo de luz sobre estas practicas, el informe de la Universidad de Duke propone que

se aumente el numero de estudios que son publicados anualmente, ya que, en la actualidad, menos de la

mitad de estos ensayos difunden públicamente los resultados, sobre los que suele haber un profundo oscurantismo.


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