Estimado director:
Leído el artículo citado, tengo algunos comentarios que hacerle, pues aún entendiendo que con la más buena fe (¿) publican ustedes todos estos datos ya conocidos, creo necesario puntualizarle otros, quizá más importantes directamente relacionados y que parecen destinados a no ver la luz pública.
Tengo 43 años y se me considera sero+ desde hace casi 24. Como ve soy ya veterana, pero ni me ataca la lipodistrofia, ni mi hígado padece una degradación flagrante, ni me aqueja ninguna de aquellas enfermedades llamadas sida que muy acertadamente algunos medios de comunicación, han dado en llamar enfermedades de los antiretrovirales. Y es que señor director, yo jamás he consumido esos fármacos, lo que a mi entender me ha mantenido en un estado de salud envidiable incluso para un alto porcentaje de gente llamada sero-.
Mi denuncia, señor director, es por la “ausencia” de este tipo de datos. Y en su favor le diré que no es usted enteramente responsable de esto, ya que ni siquiera la propia administración pública sanitaria, reconoce que existen personas que como yo, pensamos que intentar curarnos con venenos era la más absurda de las locuras, y nos decantamos por un camino, que por lo extraoficial, se ha ido convirtiendo en personal, sin ningún apoyo médico porque nadie se atreve a apoyarnos.
Puntualizo que he intentado hacer llegar esta misma denuncia al propio Palacio de la Moncloa instándoles a efectuar un estudio íntegro sobre casos como el mío, que los hay, aquí en España y en el resto del mundo. Les he pedido que se nos reconozca públicamente y se nos respete en nuestra decisión, más aún cuando el tiempo ha venido ha demostrar que fue y es una decisión adecuada. Se nos viene a llamar disidentes, como si el estar en contra de lo oficialmente establecido, fuera una tara que a priori nos dejase fuera del entendimiento y la razón. Pero no disentimos, sólo escogimos el camino que consideramos correcto y aún cuando el tiempo nos ha demostrado que fue acertada nuestra decisión, la sociedad, los medios de comunicación y los propios gobiernos, parecen no estar de acuerdo que estar sanos y vivos sin las medicaciones mortales y después de más de dos décadas, sea motivo suficiente para iniciar un estudio científico riguroso sobre el tema y ver qué es lo que está ocurriendo realmente.
Creo, que si bien los gobiernos y el sistema sanitario en su conjunto, por interés político, económico o lo que sea, no se atreven a reconocer que existimos, creo insisto, que los medios de comunicación sí tienen una responsabilidad como últimos representantes de “la verdad” que todos los ciudadanos nos merecemos.
Ni un solo artículo en los medios de comunicación, ni en la televisión ni en la prensa, jamás se nos ha mencionado. Creo una crueldad inmoral que se oculte en las salas de virología, la existencia de personas que llevamos una vida perfectamente normal, sin desintegrarnos poco a poco con los efectos secundarios de esos fármacos mortales. Y una irresponsabilidad cómplice, que se oculte en los medios de comunicación, pues es el último eslabón que queda para que la sociedad “sepa”, especialmente aquellos a quienes afectaría directamente esta información.
Las personas diagnosticadas que optamos por prescindir de los fármacos, somos una prueba viviente que el límite de conteo de cd4 que se utiliza para iniciar los tratamientos farmacológicos mortalmente nocivos, son una locura. Si hubiese seguido las prescripciones oficiales, yo hubiera debido empezar a medicarme desde el principio, y le garantizo, que hoy por estaría muerta y enterrada. Debe usted tener en cuenta, que estos tratamientos fueron descubiertos a partir de la investigación del cáncer, y que desde un principio se desestimó por lo altamente tóxico y perjudicial. Después el sida, con sus “colectivos prescindibles”, abrió la puerta incondicional a su uso.
Estoy de acuerdo en cualquier caso, que estos fármacos que con el tiempo dicen, son menos perjudiciales, seguro han salvado la vida en muchas ocasiones, en personas tanto sero- como sero+, y es que su efecto es como una bomba que “levanta a un muerto”. Sin embargo, mientras que en una persona sero-, el tratamiento tiene un principio y un fin, lo que da al cuerpo la oportunidad de recuperarse en el tiempo, en un sero+ no acaba nunca, acabando por desarrollar todas esas enfermedades llamadas sida.
Confieso que estoy escribiendo esto aún a sabiendas que todo quedará en otro intento fallido, o cuento menos con la sospecha. Debe perdonarme este absurdo, es este afán mío de dejar de ser otro fantasma del que los virólogos huyen y al que los mass media y el gobierno ignoran.
Sin más me despido deseándole que tenga usted mañana martes, un buen Día Mundial del Sida.
Atentamente,
Núria Gil
Valéncia a 19 de mayo de 2008
Nuria Gil es la presidenta de la Asociación AVES, (Asociación de Vencedores de las Etiquetas del Sida), Valencia.
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