La salud es cosa seria se nos ha dicho siempre y sólo tiene que quedar en manos de los expertos.
Para esto una organización que históricamente se remonta a la fundación de las universidades, pero que ha tenido su mayor desarrollo durante el siglo XX con innegables avances en el campo de la medicina, la farmacéutica y otras ramas de la ciencia, ha tomado la delantera llegando a puntos altamente especializados en el campo de la salud.
Se supone que hemos entrado en la edad de la razón hace tiempo, y que una ciencia consensuada ha tomado el mando, independiente de cualquier otra cuestión, interes económico o politico.
Pero nunca como en nuestros días, luego del evento llamado “Pandemia” se ha demostrado tan cuestionable este punto, tanto por los hechos ocurridos a partir de este acontecimiento, como por la endeble posición de las de las masas y su sujeccion con una fe ciega a la eficacia de esta “ciencia” y los tratamientos propuestos.
Más allá de todo racionalismo, un instinto arraigado que es el de obedecer y confiarse a un poder superior – y que un Freud describiera muy bien en su “Psicología de masas”- continúa funcionando en la humanidad a pesar de todo progreso imaginado, y aún en su contra.
Hoy en día ya no parecen ser los antiguos ideales ni los líderes por los que está dispuesto a entregarse el sujeto, sino algo más abstracto, que es el poder de un imperio científico tecnológico cuya influencia puede atravesar cualquier frontera, hasta la de la dignidad humana. Pues a esta altura ya resulta bastante evidente que lo que han inyectado a la población por lo menos con la tecnología llamada “mRNA” , se trata más de un experimento que de una vacuna “segura y eficaz”.
Aún conociendo que está emergencia del "Sarscov2" no tiene nada de natural, gran parte de la población mundial ha preferido confiar en esta locura de someterse a una terapia que crea procesos nuevos dentro de sus células, para supuestamente fabricar algo parecido a la cúspide de un virus -que se demostró no ser mortal con tratamientos tempranos, curiosamente descartados - contra el cual lograrían inmunidad después de varias dosis de este tipo de vacuna. Que se pueda consentir tan fácilmente a semejante experimento en el propio cuerpo y entregarse a manos de esa nueva tecnología no es el menor de los misterios en todo esto.
“Dejémonos de conspiranoias” se nos dirá. La salud es lo primero y cuando hay que hacer algo practico, lo que se hace es acudir al médico.
¿A quien le vamos a ir a preguntar sobre nuestra salud después de todo, si algo es verdad o no dentro de toda la información que circula, sino al médico? Acaso tu sabes más que el médico? se le dice a cualquiera que cuestione una terapia oficial, o proponga una cura alternativa “no autorizada”. "Si el médico lo dice es porque tiene razón, para eso ha estudiado y el estado le ha dado un titulo".
¿ Pero qué es lo que sabe realmente ese médico y qué le da esa autoridad, entre otras cosas para decir que tal medicamento o terapia es la correcta y no otra?
SI bastara un título universitario, al que pueden agregarse posgrados, másteres y cuántas medallas quieran colgarse, cómo si significara esto alguna garantía, las cosas andarían mucho mejor.
Pues con ese báculo enredado en serpientes que una universidad es capaz de otorgarle hasta a un ladrillo si sabe repetir bien la información y pasar los examenes o pagar la cuota, salteandose a Hipócrates, puede envenenar a sus pacientes, mientras se asegura su lado.
De la misma manera lo mínimo que debería preguntarle cualquier paciente con diagnóstico de cáncer a su oncólogo es qué porcentaje de sus pacientes bajo quimioterapia realmente sobrevive, mientras ellos reciben bonificaciones de laboratorios por cada nueva droga experimental con las que los usan como conejillos de indias. Los muertos se le suman también a su cuenta, lo cual no es gratis.
Al igual que con el tratamiento del “HIV SiDA” El argumento tras el cual se escudan es “No hay nada mejor, no hay otra cosa que ofrecer” Y si el paciente es finalmente liberado hacia un “tratamiento alternativo”, lo será seguramente una vez que el “tratamiento oficial” haya diezmado su salud, después de haber sido convenientemente consumido.
De está manera se acepta la palabra torcida del médico cuando afirma “ vacunate, no olvides de tomar tus ARVs, comienza la quimioterapia cuánto antes “ etc..Aparentemente esto se hace bajo una lógica de prevención y de cura.
Pero no hay que olvidar que ese médico funciona dentro de un marco regulatorio, un sistema establecido, controlado y financiado por intereses que exceden la cuestión práctica, e incluso la autoridad de ese estado que le ha dado su título.
Pues el poder y los intereses de quienes están detrás del médico,- y del cual puede limitarse a ser solo una extensión- son los de esta industria medico-farmacéutica que se ramifica llegando a todos los rincones que se pueda imaginar. Se trata de enormes capitales financiando y controlando los organismos de salud, políticas de gobierno y "mass media", promocionando cierto tipos de medicamentos y no otros, en una industria que decir de un lucro astronomicamente millonario es decir poco.
Ese sistema está listo para abrirte las puertas, se trata de un orden de medicamentos insumos y terapias que están pautadas para cada tipo de tratamiento, con protocolos cada vez más precisos y estandarizados mundialmente, incluidos los manuales DSM I II III IV etc.
Sin embargo un médico no puede ser un robot dentro de un esquema burocrático de protocolos enviados desde arriba y funcionando solo con "obediencia debida".
Que haya médicos de los buenos aún , que piensan por si mismos, los hay por suerte , aunque no sean la mayoria. Y que un médico pueda hacer algo diferente dentro de este sistema controlado es algo que atañe a su ética personal. La realidad es que según que médico toque en suerte, se puede tener una chance o se está frito.
Felizmente, si para algo bueno ha servido esta "Pandemia", que a todas luces se ha tratado de algo fabricado, es que por fin, en relación a los pocos que cuestionaban el HIV, han aparecido otras voces que se han manifestado directamente contra la versión oficial y no son pocas. Una gran cantidad de especialistas alrededor del mundo, muchos de ellos de ganado renombre, se han pronunciado en contra de estos tratamientos y sus efectos nocivos. Aunque las aguas se hayan dividido, al parecer irremediablemente , y el juego gire siempre en torno de lo “oficial” y lo “no oficial”, cualquier médico lo pensará dos veces antes de recomendar sin vacilar la vacunación.
¿Serán estos médicos “disidentes”, que denuncian los casos de enfermedades y muertes después de la vacuna, unos delirantes entonces, reduciéndose todo a una cuestión de prestigio, donde pesa más el nombre y los capitales de Pfizer que el propio criterio que cualquier profesional pueda tener ante una evidencia ,?
Los tratamientos oficiales contra lo que ha sido esta "epidemia del covid" han demostrado que ha habido gato encerrado desde el inicio, con un interés de por medio. Comenzando por el dinero que recibían hospitales y estados por cada caso confirmado de COVID 19, con protocolos de intubación que descartaban tratamientos tempranos que daban resultado – como ivermectina , cloroquina y otros medicamentos ya existentes- y aplicando drogas como el Redemsevir o el Midazolan que solo conducían a una muerte segura. Esto se ha realizado "por accidente" hasta a pacientes que entraban por otras patologías con el único fin de hacerlos entrar en las categorías del ‘Covid”. Los protocolos de intubación se demostraron más que inadecuados y se han cobrado la vida de miles de personas, siendo más los muertos que los que lograron salir adelante.
Los trabajadores de la salud que han denunciado estás prácticas o se han opuesto a ellas, han sido despedidos o suspendidos. Mientras que los videos de enfermeros y médicos en delantal bailando y haciendo "coreografías del covid" son conocidas por todos. ¿Esta danza de la muerte será la alegría por los bonos extra recibidos, o solo lo hacen para distraerse un poco? Esto por supuesto apenas ha sido investigado y sigue bajo silencio de hospital.
La gran cantidad de efectos adversos luego de la inoculación masiva, con casos que van desde la miocarditis ( inclusive en niños adolescentes y deportistas de primera línea )interrupción de embarazo, trombocitopenias, coágulos, parálisis, infartos, casos de muerte súbita y las tasas de cáncer que se han disparado después de la vacuna ¿Seran solo daños colaterales que se justifican en pos de “un bien mayor”?
Y qué decir de esos vídeos con personas convulsionando, con metales que se pegan a su cuerpo o emitiendo radiofrecuencia que puede registrarse vía bluetooth como un código de barras, o directamente cayendo en redondo en la vía pública ¿Son simuladores que no tienen otra cosa que hacer?
Este sistema tan sofisticado al parecer se ha transformado en una máquina de eutanasia, por supuesto disimulada y a largo plazo. Las estadísticas confirman que el número de muertes debido a la inoculación en masa , ha superado por el doble a las muertes ocurridas por el “ Sarscov 2” desde el inicio. Las cifras se remontan a millones.
Estas cifras parecen ser aceptables, cuando en otro momento con solo una docena de casos mortales hubiera bastado para suspender cualquier plan de vacunación. A cuántas muertes y problemas de salud por vacuna habrá que llegar para que ya no se puedan ocultar las cifras?
“No queremos socavar la confianza pública” se nos dice. – “Para que la poblacion no pierda la confianza en la ciencia y en los hospitales” De está manera son doblemente perversos, sabiendo que el daño realmente existe y ocultandolo para que la gente se siga vacunando, barriendo los muertos bajo la alfombra.
El funcionamiento actual de la medicina, bajo la egida mundial de las políticas de salud y el dinero de los laboratorios no es otra cosa que la perversión de la medicina. Es a lo que asistimos cuando aún a pesar de esta gran cantidad de eventos adversos, se sigue impulsando la vacunación masiva en los niños, bajo el mismo lema de la prevención.
Pese a todas estas evidencias y contradicciones, debido al miedo impuesto las mayorias siguen confiando en estos programas. Prefieren seguir mirando para otro lado, sentirse seguros y esperar a que todo pase, hasta nueva orden. ‘Es que esos casos solo le ocurren a algunos”. Y los más curiosos son aquellos casos en que hasta los propios damnificados con algún problema grave o una incapacidad, no reconocen haber sido afectados por la vacuna y especulan con alguna otra cosa ; o el tipo de propagandas en los medios masivos, donde se afirma que el aumento de las miocarditis puede deberse al "calentamiento global".
Pero si ocurre todo esto no es porque nadie lo haya advertido, o que una disidencia médica este rezagada o callada. Hoy al contrario que en la edad media, la información está al alcance de la mano. Querer creer o no, - o mejor dicho, en qué o quién creer, es otro tema.
Para los que investigamos la cuestión del HIV desde hace tiempo , de alguna manera estábamos advertidos de todo este despliegue del Covid, donde vemos repetirse los mismos patrones que se dieron en el manejo de esa “epidemia”, aunque a una escala mucho mayor. Curiosamente el tema del fraude del HiV resulta todavía más difícil de creer, inclusive por aquellos que han comenzado a cuestionar el Covid.
Es que justamente un factor crucial en todo esto es tanto el "creer" como el "no poder creer"... Creer que haya virus que no son como los cuentan y "No poder creer" que algo sea una operación planificada que tiene una intención que escapa al entendimiento de las mayorias, que por más divergentes que sean, obedecen el discurso cientifico. “Eso no puede ser cierto, todo es demasiado ficcional, fantasía, lo que usted afirma es ciencia ficción”.
Sin embargo estas ficciones de la ciencia se hacen realidad. Ahora que la mayoría ha sido inoculada, y que el “COVID”al parecer ya ha desaparecido, ¿Esperaremos a que activen las antenas “5G” para ver lo que ocurre?
¿Quién tiene la verdad en todo esto? Lo traumático quizá sea entender que por más convincente que sea el discurso oficial, la verdad no tiene dueño. La verdad es algo a lo que se llega, a veces demasiado tarde.
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