Comentarios sobre textos del libro “Los secretos eternos de la salud”, del doctor Andreas Moritz.
Este es un artículo publicado hace más de tres años en esta página que, aunque es un poco extenso, no tiene desperdicio, de ahí que lo volvamos a publicar, en él se comentan una serie de textos, extraídos del libro de Andreas Moritz, “Los secretos eternos de la salud, Medicina de vanguardia para el siglo XXI”, (Ediciones Obelisco), que aportan una serie de ideas sobre la salud en general y su relación con los factores mentales, deteniéndonos en el llamado “efecto placebo”, con la intención de que sirvan de reflexión a las personas de esta red, sea cual sea su situación, (les afecte directamente o no el problema del sida, tomen o no tomen antivirales, pero sobre todo si los toman, crean o no en el virus VIH).
(Los textos originales del libro de Andreas Moritz aparecen en letra cursiva)
Algunos párrafos de la introducción del libro
Si nunca es nuestra culpa, no podemos responsabilizarnos de ello.
Si no podemos reponsabilizarnos de ello, siempre seremos la víctima.
Richard Bach
“El cuerpo humano no está diseñado para la enfermedad; al contrario, cuenta con muchos programas para mantener un perfecto estado de equilibrio y para restablecerlo en caso de que se rompa. La naturaleza del ser humano es estar sano, pero en nuestras manos está el establecer las condiciones necesarias para que esos programas funcionen de modo eficaz. Seré reiterativo: la salud se ausenta cuando desaparece la felicidad. Las personas que están de duelo, cuya apreciación de la alegría ha llegado a ser prácticamente inexistente, lo demuestran claramente. Las viudas figuran entre las personas que corren un mayor riesgo de sufrir cáncer. La tristeza por la pérdida de un ser amado bloquea la respuesta inmunológica normal de una persona frente a las células cancerosas, aunque su recuento de células T esté en un nivel normal. Importantes estudios realizados sobre enfermedades cardíacas han demostrado que la falta de felicidad y de satisfacción laboral encabezan la lista de factores de riesgo de un infarto; esos factores son bastante más peligrosos para la salud que las grasas animales, el alcohol e incluso el tabaquismo…”
Cuando se nos habla de problemas cardiovasculares, habitualmente se nos insiste en el colesterol, el tabaco, las grasas saturadas, no negamos que estas cosas tengan su importancia, sin embargo, ¿Sabéis qué día de la semana tienen lugar más infartos y problemas cardíacos? (Este dato lo aportó el doctor Deepak Chopra en una de sus conferencias), pues sí, los lunes y ¿Sabéis a qué hora? A las nueve de la mañana, lo que corrobora lo dicho por el doctor Moritz.
“…El objetivo principal de la vida es ser más feliz. Cualquier acción que nos aparte de este propósito y que no afiance este principio vital está abocada al fracaso o a crear impedimentos: obstáculos que aparecen para que volvamos al camino de la felicidad. Esto es cierto en el campo de la salud y en cualquier otro aspecto de la vida…”
“…Una ley natural indica que la energía sigue al pensamiento. Si la atención se centra en la enfermedad, o esta se establece como punto de referencia y certeza en nuestra vida, uno nunca se liberará de ella, ya que la enfermedad se nutre de la energía negativa. Más del 90% de las enfermedades de la civilización occidental son crónicas por naturaleza, ya que no tienen tratamientos que sean eficaces, al menos desde el punto de vista de la medicina convencional. La incapacidad del sistema médico moderno para enfrentarse con éxito a las enfermedades crónicas se debe a la creencia colectiva de que para volver a estar sanos tenemos que acabar con los síntomas de la enfermedad. Si en vez de ello nos centráramos en cumplir con los requisitos necesarios para estar sanos y en restablecer los mecanismos responsables de crear y mantener una buena salud, esta retornaría de un modo natural. No es la enfermedad a lo que hay que prestar atención; es el paciente quien requiere amor, cuidados, nutrición y también la sensación de estar de nuevo entero. La única experiencia importante que necesita el desequilibrado tándem cuerpo-mente para recuperarse es la experiencia de la felicidad, la cual llega cuando una persona empieza a hacerse cargo de su salud y elimina toda congestión y desequilibrio de su cuerpo. Setrata de un gran proceso de fortalecimiento interno que satisface alma cuerpo y corazón…”
“…No hace falta contar con el permiso de nadie ni de ningún organismo público para mejorar la propia salud, porque se trata de un derecho innato…”
Primacía de la mente sobre la materia
“La fuerza conjunta de cuerpo, mente y espíritu trata de proveernos de alimentos, de vitalidad y de dicha. El cuerpo utiliza los alimentos, el agua y el aire para renovarse y mantenerse. La mente elige una tarea que la mantenga activa y creativa. El espíritu busca maneras de transmitir sus ondas generadoras de amor, paz y libertad y de compartir la felicidad con el mundo como un medio de ganar en plenitud.
Una comida deliciosa, preparada por un padre amoroso o por la pareja, atiende por igual estas tres partes. Disfrutar de una comida puede ser una experiencia espiritual a la vez que física y mental. Estar “presente” con los cinco sentidos mientras se come no sólo hace que se desarrollen las potentes hormonas del placer, sino que además se consigue un sentido de unidad entre lo que se come y el proceso de comer. Disfrutar de la compañía de un amigo querido o de un miembro de la familia durante la comida acentúa la dicha y la satisfacción. Del mismo modo, una música bella no sólo suaviza el espíritu, sino que además relaja la mente y satisface al cuerpo…”
“…Todo lo que se hace y se experimenta, física, mental y emocionalmente, tiene una profunda repercusión en todo nuestro ser. Cada uno de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones produce cambios profundos en el cuerpo, la mente y el espíritu…”
“…Los investigadores dicen que todos nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, deseos, intenciones, creencias, realizaciones y reconocimientos se traducen de modo instantáneo en neuropéptidos o neurotransmisores cerebrales. Estas hormonas sirven de mensajeros químicos de información. Los mensajes que transmiten determinan nuestras funciones corporales…”
“…Los científicos han localizado ya más de mil neuropéptidos diferentes y se cree que existen muchos más…”
El estrés y la contracción del timo
“La glándula denominada timo, que regula la activación de las células T, es el primer órgano que resulta afectado por el estrés. Las células T ayudan a identificar y eliminar del cuerpo células cancerígenas y otros agentes invasores. El debilitamiento de esta glándula puede deberse a factores diversos, como las malas noticias o sucesos negativos, la deshidratación, el consumo de alimentos y bebidas de escaso valor nutritivo y procesados…”
“…La glándula del timo se contrae cuando se produce una situación de estrés. Es bien sabido que a raíz de una herida grave, una enfermedad repentina o una intervención quirúrgica se destruyen millones de glóbulos blancos, y la glándula del timo se reduce hasta la mitad de su tamaño normal…”
“…El estrés no es otra cosa que el constante agotamiento del timo a causa de las influencias negativas o nocivas en la vida cotidiana…Podemos fortalecer nuestro timo y recargarlo de energía positiva, y con él todo nuestro organismo, si realizamos actividades que nos animen y levanten el ánimo: ingerir alimentos nutritivos, escuchar música relajante y pasar más tiempo al aire libre que en lugares cerrados o frente al televisor. Al optar o bien por debilitar o bien por fortalecer el cuerpo, se practica la primacía de la mente sobre la materia…”
Sobre el efecto placebo
“Originalmente, la medicina convencional definía el placebo como una sustancia inactiva que, por razones meramente psicológicas, se administraba para satisfacer o complacer al paciente, (placebo es una palabra latina cuya traducción es “complaceré”). Sin embargo, esta definición ya no se considera apropiada o suficiente. El efecto placebo puede producirse como resultado de administrar sustancias que no son inactivas, del mismo modo que puede originarse con procedimientos o píldoras que no comprenden o no contienen ningún fármaco. El efecto placebo implica que el paciente crea que un “fármaco”, que puede ser azúcar en forma de pastilla o bálsamo de serpiente, tiene el poder de mitigar sus dolores e incluso curar su enfermedad. Un sentimiento de confianza absoluta en un tratamiento determinado o incluso en un médico puede tener también un efecto placebo. Un estudio de investigación no se considera válido ni científico si no incluye un placebo que se aplica al grupo control…”
“…Si la eficacia de un fármaco o de un tratamiento es mayor que la de un placebo, significa que ese fármaco o ese tratamiento han superado la prueba…”
“…En una serie de estudios sobre el bypass, los cirujanos abrían el pecho a los enfermos de corazón del grupo placebo y acto seguido volvían a cerrarlo sin realizar ninguna operación de bypass. Tras salir del quirófano se informaba a todos los pacientes de que su operación había sido un éxito. Algunos de los pacientes delgrupo placebo afirmaban haber experimentado un alivio del dolor en el pecho.
Ciertos pacientes a los que realmente se les había practicado la intervención de bypass también afirmaron que habían notado una mejoría del dolor en el pecho. Si el índice de “éxito” en el grupo al que se le había practicado el bypass era mayor que el del grupo placebo, se consideraba que la operación de bypass era un método efectivo para aliviar el dolor en el pecho”.
“Un estudio rigurosamente controlado, realizado con enfermos diagnosticados de angina de pecho, mostró que 5 de los 8 pacientes sometidos a una intervención real y 5 de los 9 que sufrieron una intervención falsa se sintieron después mucho mejor. Dos de los pacientes sometidos a falsas intervenciones llegaron incluso a experimentar un notable aumento de su resistencia física y de su fortaleza. Un grupo de investigadores realmente escépticos repitieron el mismo experimento con otro grupo de 18 pacientes. Ni los enfermos ni el cardiólogo que les examinó sabían quiénes de ellos habían sido intervenidos realmente. Resultó que 10 de 13 pacientes que pasaron por una auténtica intervención y 5 de los 5 que pasaron por una falsa intervención mejoraron notablemente. Este experimento demostró que el efecto placebo junto a la respuesta sanadora del cuerpo puede ser el auténtico factor de éxito de toda intervención, (o tratamiento)…”
“…Los mecanismos de curación por medio de un placebo se basan en la fe que el paciente tenga en que un medicamento, una operación o un tratamiento vayan a aliviarle el dolor o curarle su enfermedad. La confianza extrema o el sentimiento de su recuperación es todo lo que el paciente tiene en sus manos para iniciar su respuesta curativa…”
“…En cuanto a la tasa de éxito de los fármacos, no supera al 15%, y sus efectos secundarios son tan graves que pueden llega a destruir el sistema inmunológico y sembrar el cuerpo de futuras dolencias, incluidas las cancerosas. Una eficacia del 15% es por lo general inferior a la conseguida con un efecto placebo…”
“…Nuestro cuerpo es capaz de crear cualquier sustancia química que pueda producir la industria farmacéutica. Los fármacos obtenidos sintéticamente sólo funcionan porque el cuerpo dispone de receptores que captan algunas de las sustancias químicas contenidas en ellas. Esto significa que el cuerpo también puede crear esas sustancias, pues de otro modo no existirían esos receptores. El cuerpo sabe cómo fabricarlos con la mayor precisión, en la dosis adecuada y en el momento oportuno…no cuestan nada… y sin efectos secundarios.”
El efecto placebo en acción
“Los médicos tienen el prestigio y poder para infundir a sus pacientes la confianza de que están recibiendo el mejor y más adecuado tratamiento posible para sus estado de salud. La esperanza de encontrar alivio y mejorar es tal vez la mayor motivación que tiene un paciente al visitar a su médico...La combinación de la fe del médico en su tratamiento y la confianza del paciente en su doctor pueden ocasionar una “medicina” capaz incluso de transformar un tratamiento inútil o un fármaco no específico en un motor de curación…”
“…Si el médico está convencido de que el tratamiento de la enfermedad de su paciente será satisfactorio, es muy probable que la percepción que tiene el enfermo de la convicción del galeno produzca una respuesta placebo, mientras que seguramente no ocurriría lo mismo en el caso de que el médio dudara de su tratamiento…”
“…El doctor K. B. Thomas, de Southampton, Inglaterra, demostró que un médico ni siquiera necesita una receta para ayudar a sus pacientes. El doctor Thomas seleccionó a 200 pacientes que sufrían diferentes síntomas, como dolores de cabeza, estómago, espalda, irritación de garganta, resfriado y fatiga. Los dividió en dos grupos, a unos les dio un diagnóstico claro y realizó una valoración positiva en la que les aseguró que se recuperarían pronto, al segundo grupo les dijo que no estaba completamente seguro de lo que tenían y que vinieran a verle en caso de no mejorar…Transcurridas dos semanas, un 64% de los pacientes de la valoración positiva habían mejorado notablemente, frente al 39% de los pacientes ante los que había expresado dudas. Este experimento demuestra que un médico puede ejercer sobre un paciente un efecto curativo mayor que una receta.
Este ejemplo puede aclarar, además, un fenómeno insólito: los médicos que creen realmente que lo que hacen es lo mejor para sus pacientes –aunque esto puede desafiar la lógica de la interpretación científica- consiguen resultados mucho mejores y sus pacientes se curan. Si un médico puede transmitir a su paciente la seguridad de que va a mejorar, realiza un trabajo mucho mejor que el de cualquier tratamiento sofisticado. Un artículo editorial de la revista médica Lancet preguntaba por qué sería erróneo administrar placebos si los medios terapéuticos esenciales modernos no consiguen mejores resultados que los placebos. El objetivo principal de una facultad de medicina debería consistir en formar médicos afectuosos, honestos y optimistas que fueran intuitivos y sintieran amor y compasión por los seres humanos…La mera presencia de un médico puede actuar como un medicamento. De hecho, cualquier tipo de terapia debería tener un valor secundario o complementario…
En todo tratamiento médico, el efecto placebo es realmente el principal factor determinante de su grado de éxito. Los resultados de cada uno de los estudios realizados así lo confirman. Si se hubiera probado que cualquier tratamiento del sistema médico fuera tan efectivo y consistente como el efecto placebo, se habría proclamado a los cuatro vientos como el mayor logro médico de todos los tiempos. Sin embargo, el efecto placebo nunca o en muy raras ocasiones se menciona en los textos médicos.”
“…Es un error creer que la mejoría de los síntomas tras determinado tratamiento es necesariamente el resultado de ese tratamiento. Los tratamientos en sí mismos no tienen poderes curativos y no son eficaces a menos que puedan funcionar como desencadenantes del efecto placebo o de la respuesta curativa del cuerpo…
…El potente mecanismo curativo del cuerpo quedó ampliamente reflejado en un estudio realizado con tres grupos de pacientes que sufrían úlceras gástricas sangrantes. A esto enfermos se les dijo que iban a probar un nuevo fármaco que podría acabar con las hemorragias provocadas por las úlceras. Un grupo tomó el nuevo fármaco, otro recibió una sustancia que aumentaba esas hemorragias y al tercer grupo se le administró un placebo. La mayoría de las pacientes eran personas desesperadas que anhelaban que el nuevo fármaco les ayudara a desmbarazarse de su angustioso problema. Los resultados dejaron atónitos a los investigadores.
Las hemorragias cesaron en los tres grupos, incluso en el grupo que había tomado un fármaco que las incrementaba. ¿Fue la confianza en ese producto lo suficientemente potente para superar la gran toxicidad del fármaco que incrementaba la hemorragia?
Está claro que, en respuesta a esos sentimientos de confianza y esperanza, los cuerpos de esos pacientes no sólo produjeron sustancias capaces de detener la hemorragia de las úlceras, sino que además neutralizaron las sustancias tóxicas contenidas en el fármaco que debía aumentar la hemorragia.
Existen miles de estudios que hablan de los sorpendentes resultados del efecto placebo. En otro estudio clásico llevado a cabo en 1950, a un grupo de embarazadas que sufrían vómitos matinales se le administró jarabe de ipecacuana, un potente vomitivo, (sustancia que provoca vómito). Se les dijo que era un medicamento nuevo contra los vómitos. Para sorpresa de los investigadores, todas las mujeres dejaron de vomitar.
…Las consecuencias de estos experimentos y otros similares deberían haber revolucionado el concepto médico de enfermedad. Lamentablemente, la ley prohibe la venta de drogas que contengan sólo sustancias inocuas…Un antiguo presidente del Real Colegio Médico de Londres dijo en una ocasión que tan sólo el 10% de las enfermedades puede tratarse de modo efectivo con los métodos terapéuticos modernos, incluída la administración de fármacos.
La curación depende del paciente
Gran parte de los investigadores medicos sabe que el estado mental y emocional de un paciente puede determinar que un medicamento o un tratamiento sea efectivo o no. Si se trata de un enfermo que sufre depresión, ansiedad, estrés, una crisis emocional o un trauma, el tratamiento prescrito será mucho menos eficaz. Ello explica por qué los fármacos tienen un índice tan bajo de buenos resultados, con un promedio de sólo un 35%.
El estado mental del paciente, que incluye sus emociones y su aceptación subconsciente o su resistencia a curarse, es el criterio principal a la hora de determinar el grado de éxito del tratamiento. De hecho, el tipo de terapia a que se somete puede tener un significado secuandario…
…Está claro que si los fármacos tienen un índice de fracaso del 65%, los medicamentos no se llevan la baza: es más bien quien recibe los fármacos el que determina si se produce la curación o no. Una verdadera curación requiere confianza en uno mismo y en el propio cuerpo y tener la profunda convicción de que merece estar sano. Una vez que el cuerpo recibe la luz verde que emana de él mismo –del ser consciente que es cada uno de nosotros- espontáneamente desencadena la respuesta curativa y se hace cargo de los detalles necesarios…
¿Por qué unos se curan y otros no?
A continuación se describen tres grandes categorías de personas que pueden determinar la capacidad para superar una enfermedad grave o potencialmente mortal:
1. Hay quien se deprime por todo lo que le ocurre. Culpa a los demás y a las circunstancias de su sufrimiento. No es feliz mientras ve a los demás satisfechos y alegres, pues ello le hace creer que es un perdedor…Le falta entusiasmo y autoestima, y la perspectiva que tiene de la vida es funesta. Se encoleriza sin motivo…Se siente víctima y se comporta como
tal. Busca la compasión y se enoja cuando no la recibe…
2. Hay quien es un luchador y no quiere abandonar nunca. Esta resolución le lleva a vivir episodios de dolor y agonía. Desea desesperadamente vivir y a menudo dice cosas como éstas: “Voy a acabar con esto”, o “no voy a permitir que esto acabe conmigo”. Sin embargo, está muy asustado y tiene miedo a fracasar. A menudo se siente solo y duda. Esperanza es una palabra que tiene un gran significado para él: se aferra a ella como si fuera un salvavidas.
3. También hay quien toma la vida con calma y relajadamente. Cree que su enfermedad no es una coincidencia, ni tan siquiera una razón para sentirse preocupado o colérico. No tiene miedo a la enfermedad porque la interpreta como una respuesta del cuerpo y una gran señal o una lección que puede conllevar grandes cambios en su vida, alguno de los cuales no
estaba dispuesto a asumir con anterioridad…Escucha los mensajes que le manda su cuerpo y aprende de ellos. Acepta la responsabilidad de haber creado en cierto modo esa situación, pero no alberga sentimientos de culpa o de autocastigo. La idea de buscar un sentido a todo en la vida –positivo o negativo- no es una teoría, sino un modo práctico de vivirla. Siente gratitud hacia sí mismo y hacia los demás por lo que la vida es en ese preciso instante. Cree que hay un objetivo importante en la vida y siente que de un modo u otro lo está llevando a cabo. Cada momento es una oportunidad valiosísima para crecer y aprender de la vida y estar más preparado. La muerte no es un tema terrorífico para él, pues sabe que la vida no se acaba con la muerte física, y que también el acto de morir tiene un sentido…Siente que la enfermedad desaparecerá por sí sola una vez que se haya aprendido la lección que comporta, y está dispuesto a aceptar los cambios necesarios que reclama dicha enfermedad.
Como ya habrá imaginado el lector, la persona que se puede clasificar en la tercera categoría o las personas con rasgos parecidos son más susceptibles de experimentar el efecto placebo o de curarse ellas mismas que las de la primera o la segunda categorías. Una persona de la tercera categoría no tiene ninguna razón para creer que un medicamento o un tratamiento van a fracasar. Sabe simplemente que, dado que el motivo de la enfermedad es positivo en realidad, cualquiera que sea el resultado, va a salir beneficiado de ella. Si un tratamiento no funciona, no se sentirá decepcionado, sino lo suficientemente motivado para buscar alternativas. Si desde fuera no hay nada que parezca curarle de su dolencia, probablemente se dará cuenta de que tiene que hacerlo desde dentro. Dentro de este grupo hay pocas personas que enfermen.
Si bien una persona del segundo grupo tiene grandes posibilidades de recuperarse dada su actitud positiva, puede que disminuya el efecto placebo al reservarse ciertas dudas, “por si acaso,…”. La duda alimentada por el miedo anula la actitud positiva. La duda o el miedo son formas de energía. Si el miedo genera o empuja nuestros pensamientos y acciones, hacer surgir exactamente aquello que tememos.
La persona que se encuentra en la categoría 1 tiene muy poca autoestima y gasta toda su energía en echar la culpa de su deplorable situación a los demás, a su karma o a su mala suerte. Es incapaz de generar una respuesta placebo. De ahí que tenga siempre dolencias crónicas, a menos que empiece a valorarse a sí misma y a revalorizar su vida. En muchas ocasiones la enfermedad se manifiesta para descubrir cuánto se valora a sí mismo. Sólo se puede tener la misma fe en una sustancia, en un tratamiento médico, o incluso en Dios, que en uno mismo. Una persona con baja autoestima carece de fe en sí misma y la fe en uno mismo es el elemento necesario para generar una respuesta placebo, imprescindible para curar cualquier enfermedad real (en vez de limitarse a acabar con los síntomas)…
…La eficacia de la acción que un terapeuta o unas plegarias aporte a la persona enferma estriba en la implicación de las dos partes, pero sobre todo depende de la receptividad del enfermo, de su reconocimiento y aceptación. Si este cree que merece curarse, su cuerpo y su mente estarán más receptivos a sus energías sanadoras, las cuales incluyen las generadas por las plegarias y los pensamientos amorosos. Para un número cada vez mayor de personas, los métodos de curación naturales trabajan más a favor de una respuesta placebo o una respuesta de curación que los tratamientos de la medicina convencional, lo cual explica el gran interés de hoy en día por los tratamientos médicos alternativos o complementarios.
A tener en cuenta por las personas que toman medicaciones tóxicas
Estas ideas tienen una interesante aplicación cuando se trata de los tratamientos con los llamados antivirales, constituidos por fármacos de quimioterapia de cáncer en su mayoría, (el llamado cóctel antiviral consta de dos fármacos de quimioterapia de cáncer más un llamado inhibidor de proteasas).
Hemos visto que, en general, el efecto que se puede atribuir a los medicamentos por sí mismos es muy limitado, estos parecen funcionar debido sobre todo al efecto placebo, es decir, debido a la acción de la propia naturaleza y al propio deseo del enfermo de curarse.
En el caso de los llamados antivirales, a los cuales los médicos atribuyen la supervivencia de muchas personas consideradas seropositivas, no cabe esperar, por lógica, que sean sus efectos los responsables, sino que todo depende muy probablemente del efecto placebo, es decir, de la propia fe de las personas y de la fuerza curativa de la naturaleza que contrarresta sus efectos tóxicos. Hay una razón muy simple que mucha gente ignora y es que a los fármacos que se usan en el sida, al contrario de lo que sucede con la mayoría de los medicamentos que se aprueban para consumo humano, ni siquiera se les exigen estudios contra placebo, es decir, estudios que demuestren que son mejores que no tomar nada. Eso por un lado y por otro lado sabemos que son tóxicos, porque la quimioterapia del cáncer lo es.
El hecho de que existan tantas personas o más que las que toman antivirales, que se mantienen vivas y sanas años y años sin tomarlos, no hace más que confirmar la inutilidad y peligro de estos fármacos, (pues estas personas ni se ven aquejadas por la lipodistrofia, ni por por problemas hepáticos, ni renales, ni cardiovasculares, ni ninguno de los numerosos problemas que aquejan con los años a quienes toman antivirales).
En resumen, de la misma forma que los enfermos con úlceras sangrantes de estómago del experimento anterior, que estaban convencidos de que tomaban un medicamento para detener las hemorragias, mejoraban a pesar de que les diéramos medicamentos que provocaban hemorragias digestivas, el supuesto efecto positivo de los antivirales es debido con toda probabilidad al efecto placebo, el cual anula el efecto tóxico en el organismo, al menos en parte, de estos fármacos. De ahí la importancia de que las personas que quieran dejarlos, se aseguren, antes de dejarlos, de hacerlo después de estar bien informadas y siendo conscientes de la naturaleza real de qué es lo que van a abandonar y de su inutilidad y toxicidad para la salud. La importancia de los factores mentales es tal, que de no ser así, es mejor que los sigan tomando hasta que estén más convencidos de su decisión.