Nadie esta obligado a cooperar a su propia perdida o a su propia esclavitud, la desobediencia civil es un derecho irrenunciable de todo ciudadano (Mahatma Gandhi)
Es posible que a muchos no les digan nada o les digan muy poco estas frases, (que he retocado levemente para acentuar más su significado), con las que nuestro compañero Alfredo, quien a pesar de no estar pasándolo físicamente muy bien en estos momentos, nos ha obsequiado, son palabras llenas de serenidad, donde se nos muestra un camino positivo de liberación, un camino limpio y coherente que se emprende desde una posición de consciencia y dignidad, sin conformismos, ni victimismos.
Se habla mucho de la desobediencia civil, las más de las veces se asimila a lo que se entiende como boicot, algo así como negarse a algo, o negarse a secundar algo, una especie de resistencia pasiva.
¿Qué es lo que hay detrás de la filosofía de la llamada “desobediencia civil”? ¿Qué significado tiene esa filosofía en el contexto de nuestra lucha?
El concepto de desobediencia civil nos recuerda a Gandhi (acabo de ver ahora que esa frase que cita Alfredo pertenece a Mahatma Gandhi), y a la lucha política no violenta, pero si bien este gran hombre fue quien llegó a ser más conocido por la práctica de esta filosofía, la idea de la desobediencia civil no es suya, sino de un personaje poco conocido, un norteamericano que vivió a mediados del siglo XIX, contemporáneo de Kropotkin, (la ayuda mutua como factor de evolución y muchos escritos desde el más puro humanismo), y de Tolstoi, con quien mantenía correspondencia, se trata de David Henry Thoreau.
El mismo Tolstoi se sorprendía de lo escasamente conocido que era Thoreau en los EE UU en comparación con otras figuras destacadas de la historia norteamericana, se preguntaba Tolstoi porqué las figuras que los norteamericanos más admiraban eran aquellas que habían logrado alcanzar grandes fortunas partiendo de origenes muy humildes, relegando al olvido a personas como Thoreau, el autor de los primeros escritos sobre la desobediencia civil.
El fundamento de la desobediencia civil es simple: allá donde veas una situación injusta, que repele tu conciencia, no colabores con ella, nadie te pide que pongas una bomba o que tomes un fusil, cosas que repelen a la conciencia de la mayoría, sino que en la medida de tus posibilidades no alimentes ni colabores al mantenimiento de esa situación. Hay que tener en cuenta que de la misma manera que hay muchas formas de colaborar con una situación determinada, también existen muchas formas de no colaborar con ella. También comenta Thoreau algo interesante a propósito de los males que nos aquejan, y es que en la medida que existe una colaboración nuestra, por activa o por pasiva, añado yo, en los males que nos aquejan, estos males no son inevitables, (pues de la misma forma que colaboramos a ellos, siempre podemos dejar de colaborar, y existen muchas formas de no colaborar).
Thoreau fue a la cárcel por negarse a pagar los impuestos en protesta por la situación de esclavitud que vivía EE UU en aquellos momentos y por la guerra injusta que su país había emprendido contra México, (“un gobierno que alienta estos crímenes no merece mi aprobación, por lo que me niego a sostener con mi bolsillo esas injusticias”). Fue algo simbólico, tan sólo un día en la cárcel, pues un tío suyo al parecer pagó el impuesto por él, pero el gesto de Thoreau supone algo inaudito hasta ese entonces.
El concepto subyacente en la desobediencia civil es profundamente ético y revolucionario, otro de los aspectos más interesantes de esta filosofia es que, como toda acción firmemente enraizada en la conciencia, es sumamente eficaz desde el punto de vista de los resultados, para un estado es preferible vérselas con un grupo armado o un grupo terrorista de cualquier tipo, (que va entrarle al estado en el terreno en que este es más fuerte), que contra movimientos de este tipo, contra los que no está ni remotamente preparado y contra los que nada pueden hacer cárceles ni métodos represivos, no nos extrañemos por tanto que Thoreau sea uno de los personajes más olvidados y silenciados, no sólo en los EE UU sino en el mundo entero.
No colaborar, ¿Con qué? ¿Contra qué?
El sida funciona como una inmensa cadena de montaje, donde cada parte sólo se ocupa de su tarea y de realizarla “bien”: los médicos piden tests de vih y prescriben tóxicos experimentales sin cuestionarse nada; los profesionales de la información teclean lo que les llega por los conductos mediáticos, sin preocuparse de hacer lo que en otros temas sería práctica habitual en un periodista: hacer preguntas; las ongs antisida, activistas subvencionados, (¿Desde cuando un activista es subvencionado por el poder económico y político? ¿No recuerda esto a los grupos de Acción Católica de antaño?; y ¿Qué hay del público de a pié? ¿Qué pasa con la inmensa mayoría de las personas? Pues que también ellas colaboran a este fraude, están engañadas sí, pero ¿Por qué tragaron tan rápidamente esta mentira? Porque las victimas de esta situación, (las victimas del vih para ellas), ya eran grupos “mal vistos” socialmente, (toxicómanos, homosexuales, negros,..); ¿Y qué hay de las propias víctimas de este fraude global? ¿No colaboran ellas también con el fraude?, asumiendo también, demasiado rápidamente su condición de enfermos, de víctimas, como “castigo” a una conducta, exigiendo ser intoxicados con nuevos fármacos; y finalmente, ¿De qué forma nosotros mismos, afectados críticos o disidentes, colaboramos con esta situación? Cuando acato sin más, cuando delego la responsabilidad de cuidarme en otros, (sean médicos oficialistas o disidentes, Manuel Garrido incluído), cuando consiento que sean otros quienes, en mi entorno familiar, o donde sea, decidan en mis asuntos, cuando asumo una condición de enfermo que no tengo, acudiendo cada 3 meses a la cita con un especialista, como si fuera un cardiópata o una persona con insuficiencia renal que va a diálisis cada x tiempo, cuando no me responsabilizo de mi salud cuidándome, cuando me dejo llevar por los prejuicios a la hora de ver a los que son diferentes,…
La personas afectadas directamente por esta situación, junto con los familiares de personas fallecidas o enfermas y otras personas solidarias con nuestra postura, manifestamos a la sociedad nuestra decisión de no colaborar con nuestro silencio al mantenimiento de la actual política sanitaria que se sigue con respecto al SIDA, por ser algo que repele a nuestra inteligencia y a nuestra conciencia, y utilizaremos todos los medios lícitos a nuestro alcance para hacer valer nuestra dignidad y nuestros derechos, en la conciencia de que contribuimos con ello al bien de toda la humanidad.
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Más sobre D. H. Thoreau:
www.ucm.es/info/bas/utopia/html/turo.htm