A lo largo de estos años, en la disidencia, he ido conociendo personas de todo tipo. Pero algo que veo una vez tras otra son personas que les han hecho creer que están enfermas, lo han interiorizado, en muchos casos de manera inconsciente, y esa espina clavada les persigue allá donde vayan.
Estar todo el día con la etiqueta en mente, hoy me duele la cabeza, ¿será toxo? ¿O quizás citomegalovirus? Aunque ayer me notaba con cansancio y algo de fatiga, !tengo neumonía!
Es posible que alguna vez te hayas hecho preguntas como esas, mas bien, sería lo lógico ya que nos han estado toda la vida haciendo creer que cuando te etiquetan eso es lo que te esperaría de no ser por sus benditos tratamientos.
El problema no está en plantearse preguntas como esas, sino el centrar tu vida en esas preguntas. Todos nacemos y todos morimos. Enfermar también forma parte de la vida.
Recuerda, los no etiquetados ¡también enferman! Y también tienen neumonías, citomegalovirus, toxoplasmosis, etc, etc. Estas enfermedades ya existían antes de la etiqueta, ¡¿Quién lo iba a creer?!
Y… ¿Sabes por qué? Porque una etiqueta basada en unos tests que tienen una fiabilidad nula también tiene una fiabilidad nula. Y por tanto etiquetados y no etiquetados son personas por igual.
Pero esto no quita el daño que el propio peso de la etiqueta pueda hacer. Pero este daño ya no te lo está haciendo la etiqueta, sino que eres tú mismo quien te lo estás haciendo. Y ahí es donde entran en escena las preguntas del segundo párrafo.
En esta página ya se ha hablado tanto de la escasa fiabilidad de los tests que comentaba antes como del “efecto nocebo” que es el tema que aborda esta publicación. Este “nocebo” no es más que lo opuesto al conocido, “efecto placebo”. A diferencia que el “placebo”, en el cual el hecho de creer que algo nos viene bien y por ende nos acaba aportando una serie de beneficios, el “nocebo” nos puede hacer mucho mal sólo por el hecho de creernos enfermos o creer que vamos a enfermar. Un estado continuo de sensación de estar enfermo, sentimientos de culpabilidad, ira, etc, etc. Son la fuerza que alimenta al efecto “nocebo”.
Por eso es vital superar (ya ves el nombre de esta página) todo ese tipo de sentimientos y desencadenantes tan dañinos y alejarlos de nuestra vida.
Un proceso para nada sencillo, pero posible para todos, si has llegado a esta página de un modo u otro ya has dado el primer paso, una mente inquieta, que se cuestiona, crítica, es lo único que necesitas para empezar a responsabilizarte de tu cuerpo y tu mente.
Y recuerda, ¡no estás enfermo!