Interesantísimo artículo de Miguel Jara, como todos sus artículos, que reproducimos íntegro, donde al mismo tiempo que se hace eco del encarcelamiento en China de un "capo" de GSK, (farmacéutica conocida por sus grandes intereses en el terreno del SIDA), responsable del soborno a miles de médicos y políticos chinos, (en los cuales se gastaron 350 millones de euros), se muestran una serie de ejemplos de las conexiones entre políticos españoles y compañías farmacéuticas.
Altamente recomendable.
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La Gaceta cuenta que el “capo” (así) de la farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) ha sido encarcelado en China por los sobornos a médicos por parte de su laboratorio. Además, acusa a Farmaindustria (patronal española de laboratorios farmacéuticos) de ser el “gran operador” de este modo de corrupción en España.
No tiene desperdicio la pieza periodística que firma Xavier Horcajo (no le conozco) en el diario situado ideológicamente a la derecha de la derecha convencional
Hace dos años el gobierno chino se conmocionó al descubrir que los laboratorios GSK sobornaban a funcionarios, médicos y enfermeras para que recetasen sus productos. Pusieron a funcionar su justicia -que no es independiente, como aquí-, según afirma Horcajo y
"acaban de encarcelar al ‘capo’ de GSK, un británico, como responsable de esta práctica ‘occidental’ éticamente reprobable. En esto invirtieron 350 millones de euros”.
En China -continúa el autor del texto- de nada sirvió argumentar que GSK tiene 7.000 empleados en China, cinco fábricas y un laboratorio de investigación en China que es referencia internacional. Se fue al trullo. En España el primer argumento de Farmaindustria hubiera sido: “¡Ojo! que nosotros mantenemos empleo y somos los que más investigamos…”.
Y lleva razón, en realidad muchos sectores económicos usan a sus patronales y lobbies para amenazar a los gobiernos que intenta hacer bien su trabajo.
Con razón el periodista se pregunta si los sobornos a médicos y políticos no es práctica común en España. Y afirma:
"Les juro que está institucionalizado, metido hasta el hueso en nuestros sistemas de salud público o privado. Los ‘visitadores’ se llaman eufemísticamente ‘visita médica’ y esperan, junto a los pacientes, a la puerta de consulta de la Seguridad Social. Consumen tiempo de visitas a los enfermos, invitan a doctores a cenas con esposas (en todas y cada una de las provincias españolas) y ofrecen obsequios y viajes; a cambio de que receten lo suyo. (…) Es una práctica común, prohibida -por ejemplo- en el Reino Unido y en cualquier sistema que se precie de independencia”
Y continúa:
"Aquí no es un laboratorio, son muchos, incluso el gran operador es Farmaindustria, la patronal farmacéutica que hizo un código ético que se saltó, porque los visitadores viajaban en avión con los médicos. ¿O creen que es normal que en España se vendan 2 millones de cajas al mes de Ibuprofeno, 2 millones de cajas de Omeprazol?”.
Para rematar lo hace con una antología del fenómeno de las puertas giratorias o traspaso de cargos públicos a la empresa privada (uno de los factores de riesgo de cáncer para la democracia más extendidos) en nuestro país:
"¿Es normal que un ex ministro de Sanidad, como Julián García Vargas (PSOE), desatasque asuntos a sueldo de Pfizer y del sector farmaceútico? ¿Es normal que las actividades públicas de José Manuel Bajo, presidente de la Sociedad Española de Ginecología, las financie la italiana Chiesi, titular de marcas en el mercado de contraceptivos y píldoras del día después (Norlevo, PDD)?
La puerta giratoria del sector farmacéutico en España gira, como en ningún otro sector productivo. Nada menos que Felipe González, ex presidente del Gobierno, cobra del sector. Él y muchos ex políticos con responsabilidades sobre los precios, la gran cuestión.
El primer ejecutivo de Farmaindustria, Humberto Arnés, fue subdirector de precios de medicamentos del Ministerio de Sanidad. El director de Relaciones Institucionales del presidente Zapatero, Fernando Magro, se recicló en Laboratorios Esteve, la farmacéutica española más sensible a la política de precios que dicta el Gobierno”.
La lista de Horcajo continúa y no es completa, claro, podría aumentarse pero por no aburrir:
El ex director general de farmacia, Federico Plaza, fichó por Abbott; Pepe Olmos, secretario general de Sanidad, se recolocó en Roche (la gran beneficiada con el Tamiflu, por Elena Salgado). Fernando García Alonso, ex director de la Agencia del Medicamento, se enroló en Laboratorios Ferrer. El ex ministro socialista de Sanidad, Bernat Soria, escribió ‘El pacto por la Sanidad’, una especie de libro blanco sanitario, financiado por Abbott. En el terreno del PP también tenemos a José A. Gutiérrez Fuentes, ex director del Instituto Carlos III, ahora en la Fundación Lilly“.
Explicaros que hace un rato, cuando le comenté esto por Twitter a “Pepe” Olmos me respondió con rotundidad:
Falso. Nunca he estado en ninguna empresa. Era incompatible como cargo público y es incompatible como diputado”.
De hecho, en la web donde aparece el artículo ha pedido una rectificación.
ACTUALIZACIÓN: La Gaceta ha rectificado con respecto a Olmos y matiza que este no ha trabajado para Roche (añade nuevos nombres que han pasado del ámbito político a las filas de la citada multinacional farmacéutica fabricante del Tamiflu).
El penúltimo caso de “puertas giratorias” lo conocí ayer: Marina Geli, ex consejera de Sanidad de Catalunya, colaborará también con Abbott (gratis según ella).
Ya escribo, mejor no aburrir contándoos otros casos ya narrados en este blog como el de Regina Revilla, ahora la frente de la patronal de los transgénicos.
Por alguien duda sobre lo que tantas veces se ha comentado y pocas de ellas publicado podéis leer mi libro Laboratorio de médicos en el que se documentan estas prácticas en nuestro país e incluyo documentos internos de GlaxoSmithKline España, entre otras compañías.
Cuánta falta hace otra manera de hacer política y “sangre nueva” en la misma. Una política que ponga las instituciones al servicio de la ciudadanía y no al revés.