Está muy extendido el rumor de que existe una epidemia mundial causada por un virus, llamado VIH, que provoca la muerte por inmunodeficiencia en las personas que infecta, se advierte a la población para prevenir el contagio, muchas personas se someten a pruebas para detectarlo y otras muchas siguen costosos tratamientos para combatirlo.
Como suele pasar con muchos rumores, el Sida comenzó siendo una cosa pequeña a principios de 1980 en los EE UU, pero ha sido difundido de tal forma que ha llegado a ser admitido en todo el mundo como un hecho cierto, aunque a la hora de la verdad siga siendo lo mismo que en sus comienzos, un simple rumor. Y cuando se usa la palabra “rumor” se hace en sentido literal, según la definición del diccionario, rumor: “noticia vaga y no confirmada que circula entre la gente”, pues aunque a muchos les cueste creerlo, esta visión o punto de vista del virus del Sida nunca ha tenido confirmación científica de ningún tipo.
Además de los argumentos científicos que lo desmienten, se resumen a continuación otros tipos de argumentos, no menos importantes, por los que toda persona con un mínimo de sentido común y de cordura, no debería aceptar como hecho probado, del que dependerán decisiones que supondrán la diferencia entre la vida o la muerte, lo que no es más que una teoría sin confirmación, de las muchas que hay o hubo, (como la de los “virus lentos” o la del “virus del cáncer).
1- Razones de índole científica, referentes a la teoría del VIH-Sida en sí misma.
1.1 Si se toman textos de medicina anteriores a 1984, año del anuncio del “descubrimiento del virus del Sida”, se comprueba que la inmunodeficiencia, sea congénita o adquirida, no es algo nuevo, sus causas se conocen desde décadas antes de que se creara la palabra Sida, (esta se crea en 1982, a raíz de la aparición en los EE UU de algunas patologías poco frecuentes que denotaban inmunodeficiencia). De descubrirse una nueva causa que provoque inmunodeficiencia, por ejemplo un retrovirus mutante, esta nueva causa sería en todo caso una causa más, a añadir a las anteriores causas conocidas y registradas, desnutrición, drogas, medicamentos y multitud de otras causas, hay que recordar que la palabra “síndrome” en medicina significa precisamente “producido por varias causas”. Pero desde que entró en escena el ente llamado VIH, todas esas causas han dejado prácticamente de tenerse en cuenta, algo incomprensible pues incluso con VIH, esas causas, conocidas por causar inmunodeficiencia (es decir, Sida), serían siempre factores agravantes a corregir. El rumor del VIH alteró de tal forma nuestra percepción de la realidad que nos ha hecho pasar por alto algo tan obvio como que la primera causa indiscutible de inmunodeficiencia adquirida actualmente en el mundo, la que más muertes causa por inmunodeficiencia en individuos de todas las edades, es decir, la primera causa mundial de Sida hoy en día, sigue siendo la desnutrición, el hambre. Si tenemos en cuenta además que la mayoría de los fármacos llamados “antivirales”, los que se usan para neutralizar al supuesto virus, son fármacos de quimioterapia de cáncer, y la quimioterapia del cáncer es una de las causas más conocidas de inmunodeficiencia adquirida, debemos preguntarnos si tratar el Sida con “antivirales” no es una de las formas más directas de provocar la muerte por inmunodeficiencia u otros graves y previsibles daños provocados por la medicación antiviral.
1.2 Puestos a investigar las bases científicas de la teoría, si alguien busca los trabajos científicos originales que le sirven de fundamento y donde supuestamente se demuestra que el Sida es causado por el VIH, se encontrará con la misma sorpresa con la que se encontró hace años el Dr. Kary Mullis, (Nóbel de Química de 1993 por la invención de la PCR), que no existen referencias siquiera de esos trabajos en ningún lado.
1.3 Vista por encima, la teoría nos habla de un virus, de la familia de los retrovirus al parecer, cuyo blanco son ciertas células del sistema inmune, siendo lo primero que llama nuestra atención las propiedades, tan peculiares, que se le han atribuido, sin precedente en toda la historia de la biología y que convierten a este virus en una especie de prodigio de la naturaleza. Así, se nos dice del virus VIH: - que tiene una extraordinaria capacidad para mutar o cambiar, mera excusa para explicar la imposibilidad de una vacuna, algo que recuerda la búsqueda en los 70 de la -también imposible- vacuna contra el cáncer. - que puede estar latente o dormido durante muchos años, desde que las personas resultan supuestamente infectadas hasta que desarrollan la enfermedad, este lapso de tiempo llamado “tiempo de latencia”, se ha venido prolongando periódicamente a medida que se iba viendo que las personas “infectadas” no se morían en el plazo vaticinado, (con lo que se da tiempo a que actúen otras causas, las causas reales). - que puede causar la enfermedad por medio de “mecanismos indirectos”, léase por medios desconocidos, lo que ha dado pié a teorías como la de que el virus induciría el suicidio celular y otras no menos curiosas. - pero lo que no se nos dice es que, entre sus propiedades, también se encuentra al parecer la capacidad de volverse invisible o de provocar la enfermedad por control remoto, puesto que los científicos ven como algo normal, -en realidad la mayoría de ellos lo ignora- el hecho de que hasta ahora no se disponga de una sola fotografía del virus al microscopio electrónico, tomada a partir de la sangre de las personas supuestamente infectadas, a pesar de que se insiste en que el virus se transmite precisamente por ella.
1.4 Hay toda una serie de hechos, que atañen a aspectos científicos claves, a los que nunca se hace referencia cuando se nos habla del VIH y del Sida, estos son algunos: En 1987 el prestigioso biólogo molecular Peter Duesberg, uno de los máximos expertos mundiales en el campo de los retrovirus, formuló una serie de objeciones a la teoría del virus del Sida, negando que el VIH, un retrovirus, pudiera ser letal para el hombre pues los retrovirus no matan células, ese es el motivo por el que estaban siendo estudiados desde hacía años como posibles agentes cancerígenos. Al mismo tiempo Duesberg echaba por tierra la idea de los llamados “virus lentos” y otros virus fantasmas. El enigma de los “virus lentos” fue otro rumor muy difundido a partir de los años 70 y a pesar de que nunca se encontró evidencia alguna de su existencia, la creencia en ellos llega hasta nuestros días. Se atribuía a los “virus lentos” el ser “indetectables”, “resistentes prácticamente a todo” y “capaces de producir enfermedades muchos años después de la infección y de la aparición de los anticuerpos”. La idea de los virus lentos sirvió de modelo en la elaboración de la teoría del virus del Sida. Las alegaciones de Duesberg no hallaron respuesta por parte de los defensores del VIH, pero pronto empezaron a caer las amenazas sobre él. Duesberg no desistió y en ulteriores trabajos demostró, basándose en numerosos datos estadísticos y epidemiológicos, que el Sida no cumplía los criterios establecidos para poder ser considerado un problema infeccioso, distando mucho de comportarse como una epidemia infecciosa, el llamado VIH no es necesario ni suficiente, hay Sida sin VIH y VIH sin Sida, etc.,etc.
Ahora bien, a pesar de demostrar el carácter no infeccioso del sida, (el VIH según Duesberg no es más que un pasajero oportunista más en un organismo con un sistema inmune previamente deteriorado por otras causas), Duesberg aceptaba que Gallo-Montagnier habían conseguido aislar un retrovirus en los enfermos de sida, (aunque el aislamiento fuese muy indirecto), y un test de detección. Pero este punto, la existencia del VIH, se ha desmoronado finalmente también tras la polémica entre Peter Duesberg (el virus VIH existe, aunque no cause el sida) y la biofísica australiana Eleni Papadopulos-Eleopulos, (El VIH ni siquiera existe, al no haberse encontrado ninguna evidencia de su existencia como virus). La polémica no fue recogida en los medios, como es habitual con cualquier cosa que ponga en duda la teoría VIH-Sida. Se resume de un modo breve esta cuestión clave del aislamiento del VIH, pues para poder hablar de un virus como causante de una enfermedad no deben existir dudas acerca de algo tan elemental como su existencia.
Según Eleni Papadopulos, “La única prueba segura de la presencia de un virus, la única evidencia directa y sin ambigüedades, es el aislamiento y el aislamiento quiere decir la identificación del virus en la sangre o plasma fresco, o tejidos sin cultivar, de los enfermos o portadores. Esa es la única prueba irrefutable de que una persona tiene infección activa, la única clase de infección que puede causar enfermedad.” Pues bien, por extraño que parezca a estas alturas, nunca se ha identificado ningún VIH como partícula estable independiente en el plasma o sangre frescos, sin cultivar, de ningún ser humano, con o sin sida. Esta cuestión trascendental, como todas las cuestiones claves referentes al VIH-Sida, pasó desapercibida en abril de 1984, cuando se proclamó a un supuesto virus como causa del sida. En vez del aislamiento en regla del virus, se ha dado en aceptar en su lugar una serie de fenómenos aislados “in vitro”: presencia de ciertas proteínas, cierta enzima y presencia de una serie de partículas que hasta la fecha sólo se han visto bajo especiales condiciones de laboratorio. La sopa de partículas heterogéneas e inestables a las que llaman VIH no es otra cosa que el resultado de cultivar glóbulos blancos y estimularlos, tras añadirles o células leucémicas (método Gallo) o células de cordón umbilical (método Montagnier). “Pero incluso aceptando como válido este falso aislamiento, no existe ninguna base sólida para pensar que algo que sólo hemos visto bajo sofisticadas condiciones de laboratorio, y no siempre, pueda causar ninguna enfermedad al ser humano” (Eleni Papadopulos).
En suma, según otro autor, “No podemos extrapolar al ser humano a partir de lo que le sucede a unas células anormales en un medio anormal”. “El hecho de que no dispongamos de ninguna fotografía del VIH al microscopio electrónico -señala el virólogo Stefan Lanka- tomada a partir de la sangre fresca o tejidos sin cultivar de ningún ser humano, con o sin sida, después de 25 años, presupuestos millonarios y un ejército de investigadores en la labor, es un hecho singular que no puede ser producto de la casualidad.” Sin un auténtico aislamiento viral, que permita saber con seguridad qué tipología, cuales proteínas y cuales secuencias genéticas pertenecen al supuesto VIH, no solo no podemos atribuir a ningún virus el ser la causa del conjunto de patologías diversas que se ha dado en llamar Sida, tampoco se puede construir un test válido para detectarlo, sea de anticuerpos, de antígenos o de “carga viral”, puesto que la verdadera fiabilidad de cualquier test para detectar virus sólo se puede determinar respondiendo a la pregunta, ¿En cuántas de las personas que dan positivo en esos tests -sean del tipo que sean- podemos encontrar el virus en su sangre fresca? Como hasta la fecha, pese a los enormes esfuerzos, no se ha encontrado ningún VIH en la sangre fresca de ningún ser humano, la verdadera fiabilidad de todos los tipos de tests empleados con el VIH, sean del tipo que sean, debe ser considerada, con toda propiedad, cero. A este hecho hacen alusión las mismas compañías que comercializan los tests de VIH, cuando advierten, en los prospectos de instrucciones de los tests, de su “imprecisión” a la hora de detectar el VIH, incluso la compañía Abbot, uno de los fabricantes del test ELISA, llega a decir de forma bien explícita, “de momento no hay estándar reconocido para establecer la presencia de anticuerpos anti VIH en la sangre de las personas”. Si se tiene en cuenta que el estándar que rige para los tests de anticuerpos, (que es en realidad el mismo que rige para todos los tipos de test virales indirectos, sean de anticuerpos, de antígenos o de “carga viral”), no es otro que la propia detección del virus en la sangre de las personas, nos encontramos con que las compañías farmacéuticas que venden los tests hacen alusión –aunque sea de forma implícita- al mismo hecho fundamental, es decir, que no se ha visto el VIH en nadie, (una de cuyas implicaciones es precisamente la imposibilidad de poder conferir validez alguna a los tests).
La teoría del virus del sida no tiene validez científica, por lo que todos los diagnósticos, pronósticos y tratamientos que en ella se basan tampoco la tienen.
2- Razones referentes al modo como se impuso a la sociedad la teoría del virus del Sida:
Es creencia general que la idea de un virus que causa inmunodeficiencia es resultado de investigaciones rigurosas, basadas en observaciones objetivas de los hechos donde se tuvieron en cuenta otras posibles hipótesis, investigado lo cual y una vez seguras, las autoridades sanitarias no habrían hecho otra cosa que darles un carácter oficial, pero la realidad ha sido muy distinta a lo que todos suponíamos. La difusión de la idea del Sida infeccioso en la sociedad norteamericana no tuvo nada que ver con una investigación seria sino con imprudencia, alarmismo y prejuicios homófobos y sexistas. Si para poder hablar de problema infeccioso es preciso haber identificado un agente infeccioso y esto no sucede hasta poco antes de la declaración de abril-84, con la proclamación de Gallo como descubridor del virus, ¿Por qué entonces la sociedad norteamericana ya llevaba varios años con una psicosis de epidemia infecciosa de grandes proporciones? Si no se había identificado ningún agente infeccioso, única forma de poder decir que un problema es infeccioso, ¿Cuáles fueron entonces las razones que alegaron las autoridades sanitarias americanas, ya con la aparición de los primeros casos en 1980, para decir que el Sida era “probablemente” algo infeccioso? Cuando se examinan las declaraciones sobre el particular contenidas en las publicaciones de instituciones sanitarias americanas de esa época, las razones aducidas eran así de objetivas: “Debe ser infeccioso porque son homosexuales”, “tiene que ser infeccioso porque tienen muchas relaciones sexuales”, “debe ser infeccioso porque es un problema nuevo,…, porque aparece en grupos nuevos de la población”, etc.
En cuanto al proceso que dio lugar al anuncio del descubrimiento de virus por las autoridades sanitarias americanas, fue de lo más simple: nada de estudios ni publicaciones previas en los medios científicos, se convocó una gran rueda de prensa en Washington, el 23 de abril de 1984, y en ella se proclamó que el científico americano Robert Gallo, (de aquella alto funcionario de los servicios americanos de salud en el Instituto Nacional del Cáncer y presente en la rueda de prensa), “había descubierto el virus y aportado la prueba de que el tal virus,- más tarde conocido como VIH- era la causa probable del sida”.
Pero nada de lo que allí se dijo resultó ser cierto al final, que si Gallo “había descubierto el virus”, que si “había aportado la prueba de que ese virus era la causa del Sida”, que si “se dispondría de un test para dentro de dos años” –la patente americana para un test de detección se registró horas antes de la rueda de prensa- que si “una vacuna para dentro de cuatro”, etc. Por lo que respecta a Montagnier, (a quien Gallo robó el supuesto virus), como se aclara más adelante, hoy sabemos que ni siquiera había aislado un nuevo retrovirus.
¿Y qué decir en lo que toca a la comunidad científica?
Pues que antes de la declaración no tuvo oportunidad de enterarse, ni de mostrar su discrepancia -ni siquiera su acuerdo- al no haberse publicado nada, (el mismo Peter Duesberg, al que el mismo Gallo tenía por la máxima autoridad mundial en retrovirus, se enteró por la televisión de que un retrovirus era la causa del sida),
¿Y después de la declaración? ¿Quién se iba a enfrentar a las autoridades sanitarias? De hecho los científicos que tenían dudas callaron para evitarse problemas y los que plantearon dudas, caso Duesberg, los tuvieron y serios, primero fueron las amenazas y luego, como no cedió ante ellas, le privaron de su bolsa de investigación. El consenso alrededor del VIH-Sida se hizo mayor con los cuantiosos recursos dedicados a su difusión, con el consiguiente “clima de guerra” creado con la “pandemia”, (“que promueve la acción pero no la reflexión”, según Duesberg). Fueron destinados elevados presupuestos a la investigación exclusivamente en la línea del VIH, mientras nada era destinado a investigar otras hipótesis probables, (en especial drogas), lo que hizo que todo un ejército de investigadores fuera reclutado para la causa del VIH. A principios de los 90 una comisión del Congreso declararía a Robert Gallo “culpable de mala conducta científica y mentira deliberada”, por el asunto del robo del virus a Montagnier, (para Duesberg, “el robo del diamante falso”).
Por su parte Montagnier declararía, en tiempos ya más recientes, no haber purificado el virus, lo que implica que no había aislado nada, ya que la purificación es indispensable en el proceso de aislamiento de virus, de otro modo ¿Cómo íbamos a poder asegurar que las proteínas, material genético, etc., que se atribuyen al virus, pertenecen al virus y no a otra cosa?
Con la creación en 1991 del Grupo Internacional de Científicos para la Reevaluación de la Hipótesis VIH-Sida, grupo integrado en la actualidad por más de dos mil investigadores de todo el mundo que piden una revisión del sida, poco o nada ha mejorado el conocimiento objetivo del Sida por parte de la sociedad, debido al boicot y la censura. Pero que se sepa, la única forma de demostrar en ciencia que alguien se equivoca es dejarle exponer su tesis y luego rebatirle con argumentos, mientras que la censura, al poner de manifiesto la ausencia de argumentos, pone en evidencia y descalifica a quien la ejerce.
Peter Duesberg no ha sido el único en sufrir en carne propia lo malo que puede llegar a ser para un científico comunicar honestamente sus conclusiones, otros investigadores, periodistas, etc., han corrido la misma suerte.
Al público general se le hace creer que mientras que los científicos que discrepan son una minoría, “la gran mayoría de los científicos comparte el modelo VIH”, cuando la gran mayoría no han oído hablar siquiera de los planteamientos que discrepan –si una cosa funciona bien aquí es la censura- y los pocos que han oído hablar, callan para no poner en peligro sus puestos de trabajo o las subvenciones de investigación.
Un ejemplo significativo que lo muestra todo es lo acontecido en el famoso “Juicio por la sangre contaminada de Götingen”, Alemania, en 1995-97. En este juicio el virólogo Stefan Lanka solicitó al tribunal que encontrara un solo científico que compareciera y aportara pruebas de que el virus VIH existía y era la causa del Sida y lo declarara bajo juramento. No sólo nadie compareció sino que los medios de comunicación nos ocultaron algo que debería haber destacado en la primera página de todos los periódicos.
La Hipótesis VIH-Sida se gestó a espaldas de la comunidad científica, se impuso mediante un claro abuso de autoridad y se ha mantenido hasta ahora por medios que no tienen nada que ver con la ciencia, como son la censura, las coacciones u otras formas de intimidación. En realidad, los métodos coercitivos y la censura son las únicas razones que explican porqué una peregrina teoría sin la menor base científica se ha mantenido vigente durante 25 años.
3- Razones de utilidad pública léase salud pública:
¿Qué podemos decir acerca de la utilidad de esta visión del virus? ¿Hay algún beneficio para la población desde el punto de vista sanitario? La respuesta es no, no hay beneficio sanitario, ¿Dónde está acaso la vacuna? ¿Dónde el tratamiento eficaz? Pero eso no es lo peor. A millones de personas en el mundo, muchos miles en España, se les ha venido comunicando que están infectados por un virus letal, en base al resultado de unos tests que nunca han sido validados o autentificados con la propia identificación del virus. Al no haberse visto nunca el virus, falla por tanto la primera condición para poder hablar de problema infeccioso, careciendo de sentido la idea tanto de una vacuna para prevenirlo, como la de un tratamiento para neutralizarlo. El resultado a efectos prácticos es que a la intoxicación psíquica causada por diagnósticos y pronósticos infundados, que hunden a muchas personas y les crean todo tipo de complicaciones en su vida, se añade la intoxicación física provocada por un innecesario y tóxico tratamiento. No obstante, se alaba la eficacia del tratamiento, basándose en supuestos estudios que la avalan, cuando todo parece indicar que nunca han sido evaluados en estudios limpios “contra placebo”, es decir, estudios que demuestren simplemente que son mejores que no tomar nada. Por otra parte, estudios hechos a principios de los 90 en “supervivientes de Sida de larga duración”, (personas que habían sobrevivido 5 años o más tras el diagnóstico de Sida), mostraron que la práctica totalidad de esas personas no usaba antivirales. Con respecto al llamado “cóctel antiviral”, se silencia el hecho de que existen en España al menos 70.000 personas, (aunque todo parece indicar que son muchas más), cifra que se desprende de los mismos datos oficiales, que se mantienen vivas y sanas durante 15 ó 20 años sin tomar antivirales.
Estamos ante una teoría sin base científica, impuesta mediante medios ilícitos, que no sólo es inútil sino que daña gravemente la salud y la vida de miles de personas.
4- Razones de índole social:
La visión del virus del sida crea pánico innecesario en la población, marginación social y xenofobia, envenenando las relaciones humanas más íntimas y vulnerando derechos elementales de las personas. La lista de problemas a los que deben hacer frente en su vida diaria las personas por causa de la etiqueta de VIH+ que arbitrariamente se les ha endosado, es larga: serios problemas psicológicos, (angustia, depresión, pérdida de expectativas vitales, suicidios), problemas en las relaciones de pareja, (es una de las causas más frecuentes de separaciones), laborales, con las compañías de seguros, en el medio sanitario, limitaciones a la hora de obtener permisos de entrada o de residencia en muchos países, etc.
5- Razones de carácter ético-legal:
Cuando se analiza la historia del sida desde sus comienzos se aprecia toda una serie de actuaciones irregulares e ilícitas, desde alarmismo y uso indebido de los medios para difundir hechos no contrastados, (a cargo de ciertas instituciones sanitarias americanas, en especial el CDC de Atlanta); apropiación indebida de descubrimientos ajenos, manipulación y tergiversación de datos, precipitación por móviles comerciales, todo ello a cargo del principal investigador del Sida, Robert Gallo; violación de los protocolos que deben regir la limpieza de los ensayos clínicos, (caso de la FDA en la aprobación del AZT, otras instituciones en la aprobación de la nevirapina); sobornos y donaciones millonarios (compañías farmacéuticas); los aspectos médicos y la mala práctica a la que se está dando lugar con esta teoría ocuparían un libro y en lo que toca a los medios de comunicación, centrados más en suscitar emociones como el miedo que en la difusión de datos y hechos contrastados, nos retrotraen a las agencias de propaganda del nazismo.
El sida sienta un peligrosísimo precedente, aceptarlo supone dar por buena la violación de la ética y normas más elementales que deben regir la actuación de investigadores, autoridades sanitarias, profesionales de la información, de la salud, compañías farmacéuticas, etc. ¿Qué deparará el futuro si se acepta todo este conjunto de sucias prácticas en un terreno tan sensible como el de la salud?
6- Razones de tipo humanitario.
El punto de vista del Sida infeccioso oculta la que sin ningún género de dudas constituye hoy día la principal causa de muertes por inmunodeficiencia adquirida en el mundo, la desnutrición, el hambre, resultado de la pobreza y de las desiguales políticas económicas. El Sida también sirve para ocultar los problemas reales y como cobertura para oscuras políticas de control de población.
7- Razones de índole económica.
Una visión sin base científica, impuesta mediante métodos ajenos a la ciencia, inútil, violadora de la ética y normas más elementales, violadora de derechos, perniciosa para la humanidad y que aun encima cuesta a los estados muchos cientos de millones de euros al año, para sufragar tratamientos inútiles, perjudiciales y caros. ¿Saben los ciudadanos lo que se paga a las farmacéuticas por el envenenamiento masivo, con la muerte incluida en muchos casos, de miles de personas a base de fármacos inútiles y tóxicos? ¿Es admisible, con una crisis económica como la que estamos viviendo, semejante despilfarro de fondos públicos para costear algo no sólo inútil sino perjudicial?
¿Qué enseñanzas podemos extraer de este trágico error? Aun no creyendo que hubiera un intento deliberado de crear todo este daño, (el sida es el resultado de toda una cadena de circunstancias, errores y actuaciones ilícitas, del que muchos han sacado rápidamente beneficio, económico, político o de otro tipo), es innegable que hubo alarmismo y grave irresponsabilidad por parte de las autoridades sanitarias americanas, que arrastrarían a los demás países, mentiras, manipulación de datos y precipitación por móviles comerciales por parte de científicos nada escrupulosos, a lo que se sumaría luego toda una serie de irregularidades por parte de distintos estamentos, incluidos aquellos que deberían haber ejercido el control. Pero si bien es cierto que hubo engaño y manipulación de la información, a la hora de que este rumor fuese rápidamente aceptado, todos hemos contribuido un poco, quizás por el hecho de que las víctimas eran en su mayoría mal vistas por la población, (drogadictos, homosexuales, etc.). Incluso muchas víctimas han colaborado, de un modo aunque solo fuera inconsciente, aceptando de un modo demasiado rápido esta visión, movidos en muchos casos por sentimientos de culpa y baja autoestima, ligados a condiciones como drogadicción o a una opción sexual mal asumida. El fiasco del Sida debe servir para que tomemos conciencia de la situación de pobreza creciente que experimenta gran parte de la humanidad, resultado de injustas políticas económicas, lo que va a dar lugar a la desnutrición, el hambre, primera causa mundial de inmunodeficiencia hoy en día en el mundo. Debe servir también para llamar la atención sobre el deterioro de la calidad de la alimentación y el aumento alarmante de elementos que estresan y socavan el sistema inmune, (tóxicos, radiaciones de todo tipo, etc.), junto con la crisis de una medicina ocupada en tratar los síntomas de las enfermedades y no sus causas, con el empleo de fármacos cada vez más tóxicos, desechando otras medidas terapéuticas que la experiencia consagra como eficaces e inocuas. La influencia excesiva de las multinacionales farmacéuticas en la salud, la falta de control sobre ellas y su poder casi ilimitado. Nuestros propios prejuicios con respecto a las personas que optan por vivir su sexo de otra forma o con respecto a las personas de otra raza o color. Colectivos como los inmigrantes son vistos con gran desconfianza y otros grupos, como los toxicómanos o las personas en prisión, siguen siendo objeto de la mayor desatención y exclusión social. La visión del virus del Sida denota moralismo estrecho e intolerancia, que ataca a algo tan saludable y hermoso como el sexo, (y por tanto a la vida, que no existiría sin este instinto), aceptarla significa aceptar la hipocresía moral, la mentira, el abuso, el fraude, la censura, el negocio a costa de la salud millones de personas y un largo etcétera.
La mera existencia de este mito denigra a toda la sociedad, es hora ya de que asumamos el deber moral, que todos tenemos, de no colaborar a su mantenimiento por más tiempo. “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa” (Albert Einstein)
¿Qué es Superando el Sida y qué fines persigue?
La asociación Superando el Sida, junto con otras asociaciones del estado español, se encuadra dentro de un movimiento mundial, que si bien minoritario cuenta ya con representación en casi todos los países y que se inspira en el llamado Grupo Internacional para la Reevaluación de la Hipótesis VIH-Sida, abreviadamente “Rethinking AIDS”, (es decir, repensar o replantear el Sida). Superando el Sida aboga por el fin de la actual política sanitaria a nivel mundial con respecto al Sida.
Esto incluye:
1) La información objetiva a la población sobre la naturaleza no infecciosa del sida, en orden a disipar el miedo y el alarmismo creado, así como a cortar de raíz la discriminación y xenofobia a la que se ha dado lugar.
2) La información a las personas a quienes se ha etiquetado de un modo arbitrario como “portadoras del VIH”, para que libres de la falsa idea de estar infectados por ningún virus VIH o de la posibilidad de poder contagiarlo a otras personas, recuperen su vida normal en todos los aspectos.
3) La prohibición de la realización a las personas de los mal llamados tests de VIH. El biólogo molecular Harvey Byaly sugiere que, como una medida precautoria, puede reservarse momentáneamente su uso en las transfusiones sanguíneas, rechazando la sangre que resulte positiva, por cuanto supone un indicador de estrés inmune que puede correlacionar con un estrés tóxico, infeccioso, nutricional o bien con ciertos disturbios inmunológicos, (enfermedades autoinmunes por ejemplo), pero no usarlo ya como diagnóstico de infección por virus VIH.
4) La suspensión de la administración a las personas consideradas erróneamente como infectadas de todo tipo de fármaco cuyo uso, desde el punto de vista médico, no esté justificado, en especial los fármacos llamados antivirales, (en su mayoría fármacos de quimioterapia del cáncer) y las antibioterapias preventivas de larga duración. Estas medidas se deben acompañar con la introducción de los cuidados básicos necesarios, en especial una buena nutrición y desintoxicación.
5) La excarcelación, a la mayor brevedad posible, de todas aquellas personas, con graves problemas de salud, que viven esta situación en prisión.
6) La indemnización a las víctimas o a sus familias, caso de fallecimiento, tanto por los falsos diagnósticos y males de ellos derivados, como por las secuelas derivadas de los tratamientos tóxicos.
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