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Los medios se han llenado últimamente de noticias sobre la muerte, acaecida el 1 de febrero del 2022 en París, del científico Lluc Montagnier, considerado como el descubridor del virus VIH.

En la mayoría de las noticias, si bien se le alaba por el descubrimiento -supuesto- del virus, se le recrimina por su actitud especialmente beligerante en contra de la supuesta pandemia de covid-19 y en especial contra su “vacuna” (algo en lo que no es precisamente el único), de ahí que sean habituales en la prensa calificativos como “el virólogo antivacunas”, “el negacionista descubridor del VIH”, “el Nobel que se convirtió en apóstol de la anticiencia” y otras lindezas. Sobra decir que el que para unos es un villano, para otros, a los que se tilda habitualmente de “negacionistas”, es todo un héroe, aunque parece ser que tanto unos como otros parecen ignorar algunos hechos, que se refieren en este caso al "descubrimiento del VIH".

No vamos a entrar aquí en la postura que Montagnier mantuvo con respecto al papel del virus en el SIDA que, como todo seguidor del tema sabe, ya no era muy ortodoxa, baste recordar su afirmación de que el virus era “necesario pero no suficiente”, lo que le llevó a proponer en su día la hipótesis de los “cofactores”, o sus recomendaciones sobre el uso de antioxidantes o, más últimamente, que “el organismo podía deshacerse del virus de un modo natural”. Lo que nos interesa en estos momentos es si realmente Montagnier descubrió el ente que se llamaría más tarde VIH, para lo cual repasaremos algunos acontecimientos claves, poco conocidos por el gran público.

Nos situaremos para empezar en 1983, año en que Montagnier, trabajando sobre la hipótesis de que podría haber un agente infeccioso implicado, un virus posiblemente, en lo que se catalogaba como “enfermos de SIDA” (una idea que había sido creada y difundida ampliamente desde hacía unos años, pese a la ausencia de pruebas, por el CDC de Atlanta), Montagnier encuentra, tras un sofisticado proceso de laboratorio que incluía el cocultivo de células de un ganglio de un enfermo de Sida con células de cordón umbilical, unas -llamémosles- partículas que le llamaron la atención. Y si bien Montagnier lo publica en revistas científicas, aclara en ese entonces (estamos hablando de 1983), que no sabía el papel que dichas partículas – bautizadas como LAB- podrían desempeñar en el SIDA, puesto que faltaban los estudios pertinentes. Es en ese entonces que el científico Rober Gallo le pide una muestra de su “virus” y Montagnier se la envía, tras hacerle firmar un acuerdo de que no sería usada con fines comerciales.

Y aquí es donde va a intervenir el Dr Gallo, que ya tenía antecedentes de científico sinvergüenza y corrupto, que lo que va a hacer es decir que “eso” que le había enviado Montagnier lo había descubierto él, al tiempo que se convoca una rueda de prensa multitudinaria en Washington, el 14 de abril de 1984, con la presencia de la secretaria de Salud y Servicios Humanos de los EE UU, Margaret Heckler, donde se anuncia al mundo el descubrimiento, por Robert Gallo, de la causa probable del SIDA.

Si bien los dos, Montagnier y Gallo, compartirían más tarde el Nobel, hubo una batalla legal entre los gobiernos de Francia y los EE UU por la paternidad del descubrimiento, que implicaba los correspondientes derechos comerciales (el descubridor de un virus tiene derechos comerciales sobre los tests de detección del virus, así como sobre las vacunas correspondientes caso de que estas se lleven a cabo). El pleito fue ganado por los franceses, siendo Montagnier, junto con su colaboradora la Dra Barré-Sinoussi, quienes reciben los derechos de los tests.

Puesto que Montagnier conocía los trabajos de la doctora australiana Eleni Papadopulos-Eleopulos y del Grupo de Perth, que planteaban de modo riguroso que el virus no se había aislado, atribuyendo la causa del SIDA al estrés oxidativo (proponían como solución los antioxidantes, extremo sí que sería tenido en cuenta más tarde por Montagnier), debería saber que su afirmación de haber aislado un retrovirus era muy dudosa, dado que no se cumplían ni los criterios para el aislamiento de virus y tampoco se cumplían los criterios, más restringidos, para el aislamiento retrovirus, criterios estos últimos que se habían establecido en los años 70 en el Instituto Pasteur, el mismo centro donde Montagnier trabajaba. Pero que ese virus, o supuesto retrovirus, fuera además la causa del SIDA es algo que Montagnier nunca afirmó, de hecho, como sabemos, sea con una excusa o con otra, siempre se esforzó por quitarle importancia cada más al virus y al papel que podía jugar en el SIDA.

A todo esto, para aquellos interesados en profundizar un poco más en los aspectos científicos concernientes al aislamiento del VIH por Montagnier, les será de gran utilidad para entenderlos el trabajo del profesor Jesús García Blanca, investigador del SIDA, titulado “La carta que Lluc Montagnier nunca escribió”, se trata de una carta ficticia, donde Montagnier explicaría por qué su honradez le impediría aceptar el premio Nobel, explicando las razones científicas. El artículo, publicado en nuestra página hace años, se puede ver en el enlace https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/disparates-de-antologia-para-la-historia-como-construyo-el-cdc-el.

Parece ser que quien utilizó toda su influencia para que lo que Montagnier había descubierto fuera considerado como la causa del SIDA (Montagnier nunca afirmó, al menos de un modo esplícito como se ha dicho, que lo que él había descubierto fuera la causa del SIDA), fue el CDC de Atlanta, este fue quien dijo que el virus que había descubierto Montagnier (a esas alturas ya eran conocidos, con el consiguiente desprestigio, los trapicheos de Gallo, que fue declarado oficialmente culpable de mala conducta científica y mentira deliberada en sus investigaciones en el SIDA por una comisión del Senado), era el virus causante del SIDA.

Todo esto nos lleva a quién está detrás en realidad del Fraude Global del SIDA, quién ha sido en definitiva su principal constructor, que no fue Montagnier, ni Robert Gallo por supuesto, y que no es otro que el CDC de Atlanta; al fin y al cabo para cuando se anuncia en la rueda de prensa de Washington el descubrimiento del virus probable causa del SIDA, el público ya tenía asumido que el SIDA era un problema infeccioso (sería a partir de aquí cuando ya se podría hablar de problema infeccioso y no antes). El CDC de Atlanta había conseguido, en cosa de tan sólo unos años, hacer creer a la gente que estábamos ante un problema infeccioso y todo ello sin tener lo fundamental para poder hablar de problema infeccioso, que es el agente infeccioso, es decir el virus. ¿Y cómo lo consiguió? Muy sencillo, valiéndose de su poder y autoridad, a golpe de ruedas de prensa...y “Si lo dice el CDC debe ser cierto”.

Entre 1981 y 1983 el CDC había venido publicando, en su boletína epidemiológico semanal, una serie de artículos que, convenientemente difundidos en la prensa, sembraron la psicosis de que el SIDA era una nueva enfermedad, que además era muy probable que fuera contagios, que afectaba sobre todo a tal y cual, con el consiguiente pánico en la población, al punto de que en los hospitales, donde la supuesta enfermedad era conocida entre el personal sanitario como “the Wrath of God”, la cólera de Dios (el castigo divino de los viciosos), se amontonaban las bandejas de comida a la puerta de las habitaciones de los enfermos, negándose al final a admitirlos, por temor al contagio, lo que incluso motivó la intervención del obispo de Nueva York. ¿No os suena ya un poco conocido todo esto?

El Dr Roberto Giraldo, eminente médico colombiano que estudió a fondo las inmunodeficiencias, crítico como muchos otros con la visión oficial del SIDA, en una conferencia pronunciada en el 2002 en Barcelona, hizo un minucioso repaso a las publicaciones del CDC de aquellos años, en los que el CDC fue construyendo, paso a paso, una gran parte de la visión del VIH/SIDA que se tiene hoy en día, desde los consabidos problemas aparecidos en homosexuales, a los que se fueron añadiendo problemas aparecidos en otros grupos. Pues bien, en todos los casos de estas publicaciones, cuando se trata de ver en qué estudios se basaban, estos brillaban por su ausencia, apareciendo invariablemente las frases: “Datos que no han sido publicados”, “datos pendientes de publicación” y cosas por el estilo.

Sobre esta charla del Dr Giraldo, titulada “Las caóticas consecuencias del mito de la transmisión del SIDA”, charla que se contiene en un video realizado en su día por la AMC que dirigía Alfredo Embid, con aportaciones de otras fuentes, publicamos un artículo hace años en nuestra página, titulado “Disparates de antología para la historia”, que se puede ver en el enlace https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/disparates-de-antologia-para-la-historia-como-construyo-el-cdc-el

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Otros artículos de interés sobre el tema, publicados en nuestra página:

 

- Sobre el contexto histórico donde nace el Mito del SIDA:

https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/el-contexto-historico-del-nacimiento-del-mito-del-sida-manuel-gar

- Sobre la construcción del Mito del SIDA (1ª parte), desde los primeros casos hasta la rueda de prensa de abril de 1984:

https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/la-construccion-del-mito-del

- Sobre la construcción del Mito del SIDA (2ª parte), desde la rueda de prensa de abril de 1984 hasta nuestros días:

https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/construyendo-el-mito-del-sida

- El sida es un castigo divino hacia los homosexuales, declaraciones hechas en su momento por el Dr Robert Redfield, que fue el anterior director del CDC, antes de que fuera nombrada la Dra Rochelle P. Walensky, la actual directora.

https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/el-nuevo-director-del-cdc-dice-que-el-sida-es-un-castigo-divino-p

 

 

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