LA LEY DE FARR
Dicen que hay una epidemia, o mejor dicho (aunque para ello tuvieran que cambiar la definición), una pandemia, ¿No?.
Antes de meternos en materia, supongamos que los tests que determinan la condición de “infectado”, o “contagiado”, o “muerto por coronavirus”, detectan el contacto con el covid-19 con un alto grado de fiabilidad, lo cual es mucho suponer, pero vamos a conceder que sea así, lo que nos interesa ahora es comprobar si se cumplen en la supuesta epidemia de coronavirus los criterios básicos de las epidemias.
¿Y cuál es la ley básica de las epidemias? La ley básica de las epidemias es la llamada Ley de Farr. William Farr se puede considerar el padre de la Epidemiología, pionero en el uso de las estadísticas aplicadas a las epidemias.
¿Y qué dice la Ley de Farr? Cito textualmente al Dr Peter Duesberg, que dice en uno de sus trabajos: “la estancia de un microbio en la población viene determinada por los cambios en su incidencia en ella a lo largo del tiempo” o, dicho en lenguaje llano, que los cambios a lo largo del tiempo en el porcentaje de infectados dentro de la población son los que nos van a indicar si el microbio es nuevo, si se propaga, cómo es su velocidad de propagación dentro de la población no inmunizada, etc. En las epidemias el porcentaje de infectados dentro de la población no inmunizada crece de forma exponencial hasta que se agota el número de personas susceptibles de infectarse, lo que se va a manifestar cuando lo llevamos a la representación gráfica como una curva en forma de campana (llamada campana de Gauss).
En el eje vertical es donde deben figurar los cambios en la incidencia (o porcentaje dentro de la población) sea de las infecciones, de las hospitalizaciones, o bien de las muertes; mientras que en eje de abscisas (el eje horizontal), figurarán los intervalos de tiempo, sean días, semanas, meses o años.
Pero debéis fijaros en un detalle, la ley de Farr habla de AUMENTOS EN LA INCIDENCIA (O PORCENTAJE) DE LA INFECCIÓN EN LA POBLACIÓN, NO HABLA PARA NADA DE AUMENTOS EN EL NÚMERO DE INFECTADOS.
Sin embargo, a nosotros nos quieren colar otra cosa bien distinta y ¿Qué es lo que nos quieren colar? Pues que, debido al aumento espectacular en el número de contagiados o infectados, tenemos otra nueva epidemia, o rebrote (del que evidentemente nosotros, sólo nosotros, somos los culpables), lo que exige un nuevo confinamiento o que la situación de excepcionalidad que estamos viviendo se prolongue indefinidamente.
Pero es de sentido común que si haces tests masivos, como se están haciendo en la actualidad a un nivel generalizado, aunque sólo sea por ese simple hecho, van a aparecer muchísimos infectados que antes no había, pero ¿Es eso correcto desde el punto de vista de la epidemiología, de la ley de Farr?
Por supuesto que no, esta ley no habla de número de infectados, de si aumenta o si disminuye su cantidad, así que de entrada ya nos están engañando, la ley de Farr es muy clara y habla de cambios, sean aumentos o sean disminuciones, en la incidencia, es decir, habla de aumentos o disminuciones en el porcentaje de infección dentro de la población no inmunizada. Hay una diferencia como del día a la noche entre una cosa u otra.
Veremos ahora con más detalle, con unos ejemplos, cómo se aplica de modo correcto la ley de Farr, en contraste con la chapuza de aplicación de esta ley que nos muestran las autoridades sanitarias y los medios masivos de comunicación.
Ejemplo 1:
Pongamos que hay 5 infectados, pero hicimos 200 tests, ¿Cuál es el porcentaje? El 2,5 %, ¿No?
Ejemplo 2:
Pongamos ahora que el número de infectados aumenta espectacularmente de 5 infectados a 200, pero te ocultan el dato del número de tests que se hicieron, esto supondrá que la sociedad entre en pánico lógicamente (a lo que también contribuirá el alarmismo en los medios de comunicación), con lo que las autoridades tendrán una excelente excusa para fastidiarte la vida de mil modos, que es lo que está sucediendo en estos tiempos a nivel mundial.
Sin embargo nos están dando gato por liebre, ¿Por qué? PORQUE NOS ESTÁN OCULTANDO EL DATO CLAVE, NECESARIO PARA PODER CALCULAR LA INCIDENCIA, O PORCENTAJE DE INFECCIÓN DENTRO DE LA POBLACIÓN, QUE ES LO IMPORTANTE DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS EPIDEMIAS. Y ESE DATO QUE NOS OCULTAN ES EL N.º DE TESTS REALIZADOS, SIN EL CUAL NO PODEMOS CALCULAR LA INCIDENCIA EN LA POBLACIÓN.
Volviendo al ejemplo 2, imaginemos que, para obtener esos 200 casos de infectados, se hubieran hecho 8000 tests, resultaría entonces que el porcentaje de infectados dentro de la población no inmunizada es el mismo que en el caso de los 5 infectados del primer ejemplo, o sea el 2,5%, y si este porcentaje, que es lo que importa, se mantiene constante a lo largo del tiempo, obtendremos una simple línea recta, por lo que podemos concluir, con toda lógica, que no existe existe epidemia, ni rebrote, ni curva en campana que valga, sino una simple línea recta. Esto es al menos lo que se ha comprobado con los datos proporcionados por el Ministerio de Salud de Francia, como se puede apreciar en el reciente artículo publicado en esta página.
Ejemplo 3
Para que veáis con más claridad que son los cambios en el porcentaje de infectados, y no simplemente el aumento en el número de infectados, lo que cuenta desde el punto de vista de las epidemias, veamos ahora otro ejemplo:
Pongamos que tenemos 100 infectados, en vez de los 200 del ejemplo anterior, con la particularidad de que sólo hemos realizado, para obtener esos 100 resultados positivos, tan sólo 2000 tests. Así las cosas, ¿Cuál es el porcentaje de infectados? El porcentaje de infectados es el 10% y vemos que, a pesar de haber realizado menos tests, experimentó un aumento considerable, pasando del 2,5 al 10%, lo que es ya mucho más grave desde el punto de vista de la epidemiología y de la ley de Farr, aún habiendo dado un número menor de infectados que en el ejemplo 2.
Aclaración, lo que se dice sobre aumentos en el número de infectados, en vez de aumentos en el porcentaje de infectados, se puede aplicar también a aumentos en el número de hospitalizaciones o de muertes, que es lo que nos vienen dando las estadísticas oficiales, en vez del aumentos en el porcentaje de hospitalizaciones o de muertes.
Las cosas cambian radicalmente si hacemos constar los aumentos, ya sea en número de infecciones, o número de hospitalizaciones, o de muertes, o si hacemos constar en cambio los correspondientes variaciones en porcentajes en la población, sea en infecciones, hospitalizaciones o muertes.
Por otra parte, según comenta el Dr Peter Duesberg en el mismo trabajo (Sida adquirido por consumo de drogas y otros factores de riesgo no contagiosos), hay microbios que llevan con nosotros muchos años asentados en la población, por ejemplo el virus del herpes, presente en el 40% de la población, el citomegalovirus, en el 50% (datos de EE UU).
Otros microbios, como la cándida o el neumocistis, están en el 100% de la población. Por supuesto, todas estas enfermedades aparecerán, en la gráfica de incidencia dentro de la población a lo largo del tiempo, no como una curva en campana, sino como líneas horizontales continuas, indicativo de que no hay variación en su porcentaje dentro de la población a lo largo del tiempo.
Cómo "fabricar" con éxito una pandemia
Imaginemos ahora que nos interesa “fabricar”, de la noche a la mañana, una pandemia de citomegalovirus, ¿Qué tendríamos que hacer? Muy sencillo, únicamente debemos seguir al pie de la letra las mismas pautas y medidas que la OMS y las autoridades sanitarias nos vienen recomendando desde hace meses, que es pedir tests masivos a la población, en este caso tests de citomegalovirus y posteriormente anunciar a los cuatro vientos, por todo tipo de medios, este “aumento en el n.º de casos” que se iba a producir, con toda seguridad, con tanto test.
Pero ojo, se debe tener especial cuidado en no decir nunca el número de tests que se han practicado, no sea que algún negacionista desaprensivo (que últimamente empiezan ya a ser legión que crece de modo pandémico), descubra el pastel haciendo un sencillo cálculo que le permita comprobar que la incidencia o porcentaje de personas que tienen citomegalovirus sigue siendo la misma (es decir, sigue teniéndolo el 50% de la población, que es la incidencia o porcentaje que ya teníamos).
Así las cosas, cabe entonces hacerse algunas preguntas:
¿Por qué entonces ese empeño, en todos los países, en practicar tests masivos a la población, cuando para conocer si existe o no epidemia, o su gravedad, o su evolución en la población, bastaría con hacer menos tests, en el caso de ver la evolución de la infección en la población, fijándonos en el porcentaje para ver si aumenta o disminuye, y lo mismo con la incidencia o porcentaje de hospitalizaciones, o muertes, en la población general?
¿Por qué no aplicamos las normas de la epidemiología más básica, antes de nada para conocer la epidemia, haciendo las cosas como hay que hacerlas, calculando lo que se debe calcular, que es la cantidad de infecciones, o de hospitalizaciones, o de muertes, a lo largo del tiempo, pero no con cifras absolutas, sino en términos de incidencia o porcentaje en la población por esos conceptos?
¿Se trata de meter miedo a la población mundial para justificar medidas que no tienen mucha base? Todo parece indicar que sí, pues en términos de una correcta lucha contra una supuesta epidemia, empezando por la no aplicación de lo más básico de la epidemiología, no existe justificación ninguna desde el punto de vista sanitario para todo lo que se está haciendo.
Y puesto que estas absurdas medidas se implementan prácticamente en todos los países, como respondiendo a un plan común diseñado previamente, ¿Responde todo esto a otros planes o intereses que nada tienen que ver con la salud y bienestar de la población?