coronavirus (4)

(Este es el primero de una serie de 7 artículos, que Neville Hodgkinson, que fue redactor médico durante años del Sunday Times, ha empezado a publicar en The Conservative Woman, donde se establecen las similitudes entre el SIDA y la supuesta pandemia del coronavirus. Agradecemos a Raúl Ehrichs, presidente de la asociación ARIS y vicepresidente de Rethinkingaids, la labor de traducción así como habernos facilitado tan interesante documento)
 

 

3 de Julio 2023

Fuente: ARIS Asociación por el Replanteamiento Integral de la salud https://replanteamientodelasalud.blogspot.com/2023/07/al-descubierto-la-ilusion.html

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Al descubierto: la ilusión multimillonaria del 'VIH': Parte 1

 

Los lectores de TCW estarán familiarizados con los informes críticos de Neville Hodgkinson sobre la 'crisis de COVID' desde diciembre de 2020, en particular su alarma informada, experta y basada en la ciencia sobre el lanzamiento masivo de 'vacunas', tan ausente en la cobertura general. De lo que pueden ser menos conscientes es de la tormenta internacional que este ex-corresponsal médico y científico del Sunday Times creó en la década de 1990 al informar sobre un desafío científico a la teoría del 'VIH' como causa del SIDA, presagiando la respuesta hostil a los científicos críticos del COVID hoy. En esta serie, escrita exclusivamente para TCW, detalla los hallazgos que forman la esencia de su libro recientemente actualizado y ampliado, How HIV/Aids Set the Stage for the COVID Crisis, sobre la controversia. Está disponible aquí.

 

TRES años después de la crisis de COVID, muchos ahora son conscientes de la desastrosa recomendación sobre la que tantos gobiernos actuaron ciegamente. Predicciones falsas de propagación, propaganda infundiendo miedo, encierros que dañaron a jóvenes y mayores, supresión de tratamientos baratos para dar paso a una vacuna experimental peligrosa... Así que gran parte de "la ciencia" resultó ser ficción, enormemente rentable para unos pocos pero dañina para miles de millones.

Estos fracasos han vuelto a poner de relieve las afirmaciones de que el síndrome conocido como VIH/SIDA estaba siendo, y sigue siendo, igualmente mal manejado y explotado por los mundos de la ciencia médica, la salud pública y las grandes farmacéuticas. Robert Kennedy Jr. documenta esto en detalle en su libro superventas de 2021: The Real Anthony Fauci: Bill Gates, Big Pharma, and the Global War on Democracy and Public Health.

Sin embargo, lo que poca gente sabe es que durante casi 40 años un pequeño grupo de científicos ha desmontado casi todos los aspectos de la teoría de que el SIDA es causado por un virus letal de transmisión sexual conocido como VIH. Su crítica va más allá de cuestionar el VIH como la causa del sida. Dicen que nunca se ha probado que exista el 'VIH'. Y la razón por la que probablemente nunca haya oído hablar de su trabajo es que, al igual que los médicos y científicos que desafiaron las locuras del COVID, han sido silenciados en todo momento.

Con el COVID, la presión para obedecer se produjo a través de llamamientos dirigidos por el gobierno a nuestra naturaleza superior a través de lemas como 'Quédate en casa. Protege el NHS. Salva vidas' y 'Cada vacunación nos da esperanza'. La afirmación implícita era que cualquiera que pensara diferente era o un idiota o un asesino.

De manera similar con el SIDA, los defensores de la teoría del virus mortal intentaron hacer que quienes la cuestionaban parecieran carentes de compasión, irresponsables o estúpidos.

Trabajaba como corresponsal médico del Sunday Times de Londres, en la década de 1980, cuando el SIDA se convirtió repentinamente en una gran noticia después de que científicos del gobierno estadounidense afirmaran haber identificado un virus, previamente desconocido, como la causa de un grupo misterioso de síntomas relacionados con una inmunidad severamente mermada. Incluía sarcoma de Kaposi, un cáncer que afecta la piel y los órganos internos; candidiasis severa; y una neumonía causada por un hongo fuera de control. Los síntomas demostraron ser resistentes al tratamiento y fatales en varios casos.

Las primeras víctimas fueron grupos de hombres homosexuales que desafiaban las actitudes homofóbicas de toda la vida en la sociedad estadounidense a través de lo que se conoció como el estilo de vida gay de "vía rápida". Esto implicaba múltiples parejas sexuales y uso intensivo de drogas.

La fiesta fue divertida, me dijeron más tarde, pero provocó que microbios patógenos se acumularan entre los participantes de tal manera que casi todos los encuentros conllevaban un riesgo de infección. El uso profiláctico de antibióticos evitó algunas enfermedades, pero contribuyó a un deterioro subyacente, y en algunos casos al colapso total, del sistema inmunitario.

Al principio, la crisis encontró una respuesta indolente por parte de la administración derechista de Reagan. Las historias comunes de las víctimas llevaron a descripciones despectivas del SIDA como una "plaga gay". Sin embargo, a medida que aumentaban en número, crecía la indignación y la ira. Los involucrados a menudo ya habían sufrido mucho por actitudes y comportamientos discriminatorios, y sus esfuerzos para poner fin a este fanatismo a través del movimiento Gay Lib parecían estar bajo amenaza.

Ese fue el contexto en el que el investigador biomédico estadounidense Robert Gallo encontró aceptación inmediata cuando en 1984 afirmó haber identificado un virus mortal, nuevo para la humanidad, como la causa del SIDA. La teoría se disparó como un reguero de pólvora y, a finales de 1984, había llegado a ser aceptada prácticamente por todo el mundo. El microbio que Gallo dijo que había encontrado se conoció como el Virus de la Inmunodeficiencia Humana o VIH.

Atrajo a virólogos, compañías farmacéuticas y expertos en salud pública al centro del escenario. Los dólares de los contribuyentes, que finalmente alcanzaron los cientos de miles de millones, se invirtieron en la investigación y el tratamiento del SIDA a través de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU., en particular del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) bajo el liderazgo del Dr. Anthony Fauci. Surgieron ONG y grupos de activistas bien financiados con el objetivo de contribuir a la lucha contra la enfermedad.

Los líderes religiosos aceptaron la teoría porque desaconsejaba acostarse con cualquiera. A los políticos les gustó porque puso en marcha un nuevo 'enemigo interno' contra el que podían afirmar que ofrecían protección con campañas publicitarias como 'SIDA: No Mueras de Ignorancia' (‘AIDS: Don’t Die of Ignorance’) del Reino Unido, un precursor de la intensa propaganda que nos infligieron con la llegada del Covid-19.

La gente de los medios –incluyéndome a mí, me da vergüenza decirlo– promulgó enérgicamente advertencias de que el virus ponía en riesgo a todos y a cualquiera que tuviera relaciones sexuales. Le hizo sentir bien no solo vender periódicos, sino también ayudar a hacer sonar la alerta.

Los jóvenes no eran tan fáciles de engañar. James Delingpole ha recordado cómo la campaña publicitaria puso freno a su vida sexual, aunque después de la conmoción inicial se hizo cada vez más claro para él que el gobierno había exagerado el tema.

De hecho, como señalaron el difunto químico ganador del Premio Nobel Kary Mullis y otros científicos, nunca hubo un cuerpo de evidencia científica que demostrara la validez de la idea del "nuevo virus mortal". Ese sigue siendo el caso hoy, a pesar de que se han publicado cientos de miles de artículos a lo largo de los años basados en el sistema de creencias sobre el VIH.

Henry Bauer, un profesor jubilado de estudios de las ciencias que se ha basado en numerosas fuentes para documentar The Case Against HIV, dice: 'Cualquiera que esté abierto a ver los datos reales... puede encontrar una enorme cantidad de evidencia de que el diagnóstico del VIH como causa del SIDA es simplemente erróneo'.

Un resultado duradero de la teoría fue que al “democratizar” el SIDA, con el mensaje de que la enfermedad no discriminaba y que todos estaban en riesgo, se evitaban los temidos reveses del movimiento Gay Lib. Los derechos de lesbianas y gais se establecieron firmemente en la sociedad estadounidense y en algunas otras partes del mundo.

Sin embargo, de muchas otras maneras, la histeria global a la que dio lugar la teoría ha tenido consecuencias desastrosas, algunas de las cuales continúan hasta el día de hoy.

Un medicamento fallido contra el cáncer llamado AZT, puesto de nuevo a disposición por investigadores del gobierno estadounidense debido a un aparente efecto anti-VIH, mató y dañó a miles. Se administró en altas dosis no solo a personas con SIDA, sino también a hombres homosexuales, hemofílicos y otras personas que se creía que estaban infectadas por el VIH, generando cientos de millones de libras para la compañía farmacéutica estadounidense Burroughs Wellcome y su matriz británica, la Fundación Wellcome (luego asumida por Glaxo). Las instituciones gubernamentales estadounidenses y británicas lo promovieron enérgicamente como el "estándar de oro" del tratamiento del sida. Los médicos que públicamente se salían de la línea eran expulsados de la profesión.

Aunque las generaciones posteriores de medicamentos realmente pueden ayudar a sostener un sistema inmunitario deficiente, 40 años de investigación no han logrado encontrar una vacuna ni una cura para la supuesta infección por el "VIH". Tomados durante períodos prolongados, los medicamentos en sí mismos pueden matar, contribuyendo significativamente a las aproximadamente 800 muertes reportadas anualmente de "personas que viven con el VIH" en el Reino Unido.

Sin embargo, el daño más extendido y duradero ha sido para las innumerables personas en todo el mundo, especialmente en África y de ascendencia africana, aterrorizadas con la falsa creencia de que son víctimas de un virus de transmisión sexual que solo la medicina occidental tiene los medios para mantenerlo a raya. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que más de 80 millones de personas han sido infectadas y que alrededor de 40 millones han muerto a causa del VIH. La OMS dice que las tres quintas partes de las supuestas nuevas infecciones por el VIH se encuentran en la región de África. Los afroamericanos tienen ocho veces más probabilidades de ser diagnosticados con infección por VIH en comparación con la población blanca.

Los contribuyentes estadounidenses en particular han tenido que soportar el enorme gasto de mantener una industria que ha crecido en torno al VIH/SIDA. El gobierno de EE.UU. gasta más de 28.000 millones de dólares al año en la respuesta interna, y el gasto a nivel mundial entre 2000 y 2015 ascendió a más de medio billón de dólares (562.600 millones de dólares), según un estudio de la Universidad de Washington. Sin embargo, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), en un pedido interminable de más dinero, dice que la pandemia continúa cobrando una vida cada minuto.

En esta serie de artículos voy a describir los frutos de años de arduo trabajo por parte de científicos con base en Perth, Australia Occidental, recopilando evidencia que desafía casi todos los aspectos de la teoría del 'VIH'. La esencia de su caso es que no hay epidemia de 'VIH', y nunca habrá una vacuna o una cura, porque no hay 'VIH'.

Si le resulta difícil de creer, estoy totalmente de acuerdo con usted en el sentido de que me llevó años aceptar completamente lo equivocado que había estado en mis primeros reportajes sobre el SIDA. Documenté este doloroso viaje de descubrimiento en mi libro AIDS: The Failure of Contemporary Science, publicado en 1996 por Fourth Estate.

Si te preguntas cómo es posible que durante 40 años los mundos científico y médico no hayan logrado corregir la creencia en un virus mitológico, la respuesta es más sociológica que científica.

La solidaridad con el sufrimiento de la comunidad gay desempeñó un papel –aunque la amabilidad genuina, como la que demostró Louise Hay en sus primeros trabajos de curación con personas con SIDA, desafió con fuerza y éxito la opinión médica de que seguro que morirían–. También contribuyó un impulso neocolonial arrogante, pero mal informado, de innumerables ONGs para "hacer el bien" en las partes más pobres del mundo. Pero probablemente el elemento más poderoso y perjudicial para mantener el engaño fue el dinero y la influencia involucrados, ya que los gobiernos se asociaron con la enormemente rentable industria farmacéutica. Los recursos invertidos en VIH/SIDA crearon miles de puestos de trabajo, comprando colaboración leal y reprimiendo a la disidencia.

Los científicos altamente experimentados que hablaron en contra de la teoría fueron ridiculizados, desfinanciados, manipulados psicológicamente y acusados de matar personas al debilitar el mensaje de salud pública.

Yo mismo experimenté esta presión cuando comencé a examinar formas alternativas de ver el SIDA a principios de la década de 1990, cuando trabajaba como corresponsal científico del Sunday Times. Joan Shenton de Meditel, productores de documentales premiados pero muy criticados sobre el tema, me alertaron sobre el hecho de que varios científicos distinguidos habían cuestionado la idea de que el VIH podría estar causando todo el daño que se le atribuía.

Andrew Neil, editor del Sunday Times, que había publicado por entregas el libro de Michael Fumento de 1990 The Myth of Heterosexual AIDS, apoyó mis informes sobre un desafío científico cada vez más profundo de la teoría. Durante un período de tres años, la condena provino de casi todas partes. Cuanto más profunda era la crítica, más estridentes se volvían las protestas.

En 1993, con la industria del VIH/SIDA todavía apuntando a África como prueba de cómo millones podrían infectarse, Neil me dijo que fuera allí para averiguar qué estaba pasando. Durante seis semanas, viajando por Kenia, Zambia, Zimbabue y Tanzania, se me hizo cada vez más claro que toda la pandemia era una ilusión que surgía de las enfermedades de la pobreza reclasificadas como "VIH/SIDA".

Mis informes en este sentido resultaron demasiado para el establecimiento científico, y Nature –supuestamente una de las revistas científicas más importantes del mundo– declaró que había que frenarnos. Habiendo decidido que hacer piquetes en nuestras oficinas no sería práctico, la revista montó una campaña de ridiculización. La Autoridad de Educación para la Salud del Reino Unido inauguró un premio de periodismo sobre el SIDA específicamente en mi deshonra. Dijeron que era para contrarrestar la cobertura peligrosamente engañosa del periódico. Hubo incomprensión y abuso por parte de los tres principales partidos políticos, así como de los jefes científicos y médicos.

Pero también escuchamos de muchos médicos, trabajadores de la salud, hombres homosexuales y especialistas en África, agradeciendo al periódico por su desafiante cobertura. Un diagnóstico de 'VIH' en ese momento aún podía tener el poder de un maleficio de un médico brujo, y las personas que habían dado positivo escribieron para decir que nuestros informes eran como una bocanada de aire fresco.

Andrew Neil no se dejó intimidar por las fanfarronadas hostiles, mientras insistía en que el periódico estaba listo para publicar cualquier evidencia que contraargumentara el caso disidente que estábamos presentando. En 1994 se fue del periódico a Nueva York, y yo también me fui después de que su sucesor, John Witherow, dejara claro que no quería que continuara con esta línea de reportajes. El agente literario David Godwin se había puesto en contacto, sugiriendo un libro sobre la controversia, y esto tomó forma durante el año siguiente.

Sin embargo, cuando Fourth Estate lo publicó en 1996, se convirtió en una de las primeras víctimas de la “cultura de la cancelación”. El difunto activista gay estadounidense Larry Kramer, al principio un amargo crítico de Fauci pero luego su amigo y aliado, estaba en el Reino Unido en el momento de la publicación para hablar en una conferencia sobre el SIDA. Recogió una copia en una reunión previa a la conferencia, rompió varias páginas y escupió, diciéndole a su audiencia: 'Haz lo mismo si te encuentras con este libro. Pronto dejarán de suministrarlo'. Rápidamente desapareció de la vista, y posteriormente encabezó una lista de 'Libros que se supone que no debe leer' en un trabajo sobre la incorrección política en la ciencia.

 

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 (De la Guía Políticamente Incorrecta de la Ciencia, de Tom Bethell, Regnery, 2005)

 

Lo vuelvo a publicar ahora, con material adicional que incluye un resumen de dónde se torció la ciencia del 'VIH', porque la historia recuerda mucho los malentendidos, la mala gestión y las mentiras absolutas que rodean el COVID-19. Al igual que con el sida, las enormes subvenciones de las Grandes Farmacéuticas y fundaciones "filantrópicas" a investigadores, asociaciones médicas, grupos de consumidores y organizaciones de derechos civiles alimentaron las ilusiones de COVID.

Hay una diferencia importante. Al principio pensé que el alarmismo del COVID estaba tan mal concebido como el del 'VIH' y el SIDA. Sin embargo, pronto quedó claro que, a diferencia del 'VIH', este era un patógeno genuino (**). Un artículo vergonzosamente suprimido del profesor Angus Dalgleish del Reino Unido, en colaboración con colegas noruegos, incluido un experto en guerra biológica, demostró más allá de toda duda razonable la naturaleza modificada genéticamente del SARS-CoV-2 (ver aquí y aquí).

Las medidas de pánico para tratar de ocultar su origen de laboratorio confirman esa opinión. Estos fueron liderados por los chinos, de cuyo laboratorio de Wuhan es casi seguro que escapó el virus, y por Fauci, cuyo NIAID había financiado en parte el trabajo. Sir Jeremy Farrar, entonces director de Wellcome Trust del Reino Unido y ahora científico jefe de la OMS, también desempeñó un papel destacado en el encubrimiento.

Muchos ahora son conscientes de las consecuencias sociales, económicas y de salud adversas de la histeria del COVID a la que Fauci y otros nos condujeron. Miles de millones de personas aceptaron dócilmente e incluso agradecieron los confinamientos sin precedentes y otras medidas basadas en el miedo, junto con la administración masiva de los productos genéticos de ARNm. TCW Defending Freedom ha sido una de las pocas voces críticas constantemente de la mala gestión del COVID en los últimos tres años, a pesar de los enormes esfuerzos de amplio alcance y alto nivel para silenciar y desfinanciar la web.

Mucho menos comprendida es la forma en la que el SIDA fue sujeto de una mala gestión similar hace 40 años, con consecuencias adversas que perduran hasta el día de hoy.

 

Siguiente: Censura implacable de un genio aislado

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Neville Hodgkinson es el ex-corresponsal médico y científico del Sunday Times que creó una tormenta internacional al informar sobre un desafío científico a la teoría del SIDA del "VIH". Su nuevo libro, How HIV/Aids Set the Stage for the COVID Crisis, es una versión ampliada y actualizada de su libro anterior sobre la controversia. Está disponible aquí.

 

** La administración de esta página discrepa de esta aseveración a la luz de los trabajos del eminente biólogo Stefan Lanka y otros sobre la determinación de un nuevo virus patógeno SARS-COV-2:

Las causas de la crisis del coronavirus están claramente identificadas: los virólogos.

 

Leer más…

Dr. Karmelo Bizkarra Maiztegi

(Director Médico del Centro de Salud Vital Zuhaizpe)

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Fuente https://www.zuhaizpe.com/por-un-sistema-de-salud-saludable/

                                       Carta abierta ante la crisis del coronavirus

Muertos de miedo

“Dicen que la muerte caminaba hacia la Ciudad Perdida cuando se encontró con otro caminante que iba en la misma dirección. 

El caminante le pregunta:

– Mi Señora, ¿a donde va y a qué va?

– Voy a la Ciudad Perdida, porque tengo que provocar una epidemia para matar a mil de sus habitantes.

Pasados unos días y realizado el trabajo, la muerte vuelve por el mismo camino. A medio recorrido se encuentra otra vez con el caminante conocido.

– Mi Señora, le dice el caminante, el otro día me dijo que iba a matar a mil de los habitantes de la Ciudad Perdida y resulta que han muerto cien mil. ¿Cómo puede ser esto?.

– Yo solo hecho mi trabajo, le responde la muerte, yo he matado a mil personas.

– ¿Y el resto?.

– El resto… ha muerto de miedo”.

La inoculación del miedo

Toda crisis, bien sea de salud, de vida, de afectos…, es como llegar a un cruce de caminos; en la encrucijada, en el cruce, emergen ante nosotros, como posibilidades, cuatro opciones: un camino a la izquierda que me lleva hacia mi, uno a la derecha que me lleva hacia los demás, un camino de frente que me lleva a avanzar (con los demás) para afrontar juntos las trabas y las dificultades y un camino atrás, que es el que me lleva a repetir lo que me ha traído justamente hasta aquí. En la elección consciente, de lo que es adecuado en cada momento, está la clave y re-solución de la crisis. 

Si tomamos esta metáfora, en la actual “crisis sanitaria” que estamos viviendo, en mi opinión, los que toman las decisiones parecen elegir volver por el mismo camino que nos ha traído hasta aquí; es decir, seguir haciendo lo mismo,” luchar contra” y esperar a que “amaine el temporal”, cerrando los ojos, cual avestruz, al nuevo escenario que se presenta y evitando ver las nuevas posibilidades que emergen para que un nuevo paradigma a nivel de salud se instale. Si abrimos bien los ojos, si el pánico no nos maneja, podemos ser conscientes del cambio y oportunidad que, como semilla, toda crisis trae.

Se ha logrado convertir una gripe de invierno, que es un hecho ordinario, en un hecho extraordinario. Lo que sólo se había conseguido anteriormente con medidas policiales o militares, se ha conseguido con el coronavirus: el aislamiento, el confinamiento, el estado de excepción y que las personas vean al prójimo como posible origen de contagio, de infección y de muerte. Ya no “puedes” dar la mano, dar dos besos o un abrazo, ya no se lleva, está mal visto. Las abuelas y los abuelos no cuidan a sus nietos para que “no me contagien”. A partir de ahora la expresión emocional (besos, abrazos) va a estar bajo sospecha o incluso se volverá peligrosa.

Este virus, el coronavirus, el virus “real” (por lo de la corona), se ha propagado a través de los medios de comunicación (control) de masas: es la primera vez que se ha retransmitido una epidemia en directo, hora a hora, minuto a minuto, en tiempo real. Y luego, vuelto a retransmitir por wasap. No sé todavía si el virus se contagia, tal como nos lo dicen, por el simple contacto; lo que se, es que han logrado contagiar la ansiedad, la angustia, el miedo, el pánico; y esto va “increscendo”, como dicen los músicos. 

Todo esto tendrá sus consecuencias a corto o medio plazo. Nos va costar un tiempo volver a ver al otro como distinto, diferente a mi y no por ello distante; durante un tiempo seguirá la inercia de verte como distinto y contrario (y tal vez “sospechoso de contagiarme algo”) en vez de distinto y complementario. En esta crisis, “la crisis C”, la crisis de coronavirus, saldrán ganando algunos mientras la mayoría perdemos; perdemos sobre todo nuestro poder personal, cediendo nuestro poder a un virus que ni siquiera vemos, pero que de tanto nombrarlo y temerlo, se ha vuelto todopoderoso.

Esta crisis, esta llamada epidemia, no está producida por el virus. Está producida por nuestra forma de vida, la vida competitiva y la supervivencia, insolidaria e injusta. Está construida sobre el miedo al futuro que cercena el alma de las gentes. Quizás algún día se demostrará que el virus no mata como el miedo, la angustia, la depresión y el aburrimiento desvitalizador, que puede acabar con la vida de muchas más personas. Queramos o no, estamos en medio de la “plaga emocional”, como decía W. Reich, la plaga del miedo.

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El virus es un marcador de enfermedad

En un mundo ecológicamente tan complejo y autoorganizado como el actual, no podemos hablar de una sola causa de enfermedad. Hay muchos factores que favorecen la enfermedad y el más importante, desde luego, no es el virus. El virus es un marcador de la enfermedad, no es, ni puede ser, causa primera. Y sin embargo, estos días, la gente está convencida de que el único y verdadero causante de esta crisis es el coronavirus, un virus que nos ha caído encima y frente al que no podemos hacer nada; un virus que salta, por así decirlo, de persona a persona y ante el que estamos indefensos (salvo que usemos guantes y nos pongamos mascarilla).

Está muriendo gente, si. Pero como todos los años. Anualmente miles de personas mueren de gripe. Yo diría con gripe, pero no de ella. De hecho, la alarma actual no depende tanto del virus, sino de las medidas tomadas, que han provocado que un hecho ordinario se haya transformado en extraordinario.

Los coronavirus son virus que toman parte de una familia amplia de los virus de la gripe. Se considera que entre un 15 a un 30% de las gripes normales de cada año son provocadas por coronavirus. No son tan extraños y tampoco tienen la agresividad de la que se les acusa.

Microorganismos internos y externos

Hay millones y millones de microorganismos externos (virus y bacterias), en nuestros alimentos, en la tierra que produce los alimentos que comemos, en el agua que bebemos o el aire que respiramos, y que continuamente se relacionan con los microorganismos de nuestro interior (virus y bacterias). Es más, los microorganismos interiores o microbiota (intestinal, piel, vagina) son totalmente necesarios e imprescindibles para mantener la salud humana. En los últimos tiempos se ha comprobado el papel, de primera línea, que tiene nuestra microbiota intestinal en la puesta a punto de nuestro sistema inmunitario.

Los virus, las bacterias y los hongos, como microorganismos que son, conviven dentro de ese sistema infinitamente más complejo que es el ser humano. Por eso, es lógico pensar que es el ser humano el que actúa sobre el virus y no al revés. Nuestro organismo tiene la capacidad de mantener la homeostasis o equilibrio, y hacer frente a un microorganismo, en el caso de que éste se hubiera vuelto patógeno y facilitador de más desequilibrio.

Los virus sólo se vuelven patógenos cuando hay algún factor ambiental antinatural que los desestabiliza. Y uno de ellos puede ser el abuso de antibióticos o de medicamentos en general. 

El ecosistema creado por la Vida, ha previsto que una manera orgánica, haya un equilibrio o armonía entre los microrganismos que son los virus, bacterias y hongos; pero se ha visto que si abusamos de los antibióticos, con los que se destruyen las bacterias, abrimos lo que en ecología se llama un “nicho ecológico”. En el hueco o vacío creado, pueden multiplicarse, sin ningún control, virus y hongos supuestamente patógenos. Un ejemplo de esa relación y reajuste que existe entre los microorganismos nos lo muestra el origen de la penicilina a partir de un hongo. Otro ejemplo lo tenemos en los lactobacilos saludables de la vagina, que cuándo son destruidos por los antibióticos, suelen desarrollarse, sin nada que acote su crecimiento, una especie de hongos, las cándidas, como signo de enfermedad.

En esta relación de microorganismos, la clave está en que nuestro hábitat interno se mantenga lo suficientemente saludable; que seamos conscientes de que la aplicación de las 5 claves de la salud: alimentación sana, respiración consciente, equilibrio movimiento-reposo, expresión emocional y contacto con la naturaleza, son los pilares de nuestro sistema de salud individual.

Máximo Sandín, que ha sido profesor de biología en el Universidad Autónoma de Madrid hasta su jubilación y uno de los exponentes más importantes de una nueva biología, dice que los virus son “cristales”, son absolutamente inertes, están flotando en el aire, están en la tierra y no son susceptibles de provocar daño, a menos que en ese juego externo-interno, encuentren un factor ambiental antinatural que los desestabilice. Pese a ello, como dice Sandin, (con lo que estoy totalmente de acuerdo) escuchamos estos días que se les están asignando cualidades humanas: se les da intención, parecen poseer una clara estrategia de invasión, padecen animadversión ante su propio huésped… es decir, se les atribuye las mismas intenciones y comportamientos que al lado más oscuro del ser humano. ¿Quién sale ganando con esto?

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Las verdaderas pandemias

Con esta “creada” pandemia del coronavirus, tapamos las verdaderas pandemias. El pasado año 2019, en España, fueron diagnosticados 270.000 casos de cáncer, y murieron 53.000 personas. El tabaco causó en España en 2018, 52.000 muertes, el 29% de naturaleza cardiovascular. El alcohol provocó en el año 2016, 37.000 muertes en España. El año pasado hubo en nuestro país 525.300 casos diagnosticados de gripe, de los que murieron de gripe (o con gripe) 6.300 personas y 10.000 de neumonía. Entre otros miles y miles de muertes. 

Esta supuesta epidemia no “matará” tanta gente. Según los centros de control de enfermedades europeos 8 millones de personas mueren al año por contaminación ambiental en Europa. Según la OMS cada año mueren 8 millones de personas en el mundo por causa del tabaco. Y según la FAO, 6 millones de niños mueren anualmente. Pero estos casos, tan humanamente sangrantes, no se han diagnosticado como pandemias. Según la OMS la gripe ocasiona de 250.000 a 500.000 muertes al año a nivel mundial.

Toda epidemia, por muy grave que sea, siempre tiene el mismo recorrido: parte de un origen (más bien difuso), llega a su pico, desciende y luego desaparece. Las epidemias son especialmente devastadoras en lugares de hambre y guerras; y también donde no hay agua potable, los ríos están muy contaminados o/y el aire se vuelve apenas respirable. Ese es el caldo de cultivo donde se originan las epidemias. Aquí, en nuestro país, las epidemias no tienen su origen en la inanición sino en la sobrealimentación, la contaminación, el estrés, la falta de descanso y el analfabetismo emocional, entre otros.

Divide, aísla y vencerás

Esta pandemia del miedo, tan bien orquestada, está favoreciendo la aparición del pensamiento único: ¡Hay que acabar con el virus! ¡Quédate en casa en beneficio de todos! Llegando a decir que aislarse en casa es la mejor vacuna.

Como la mayoría de nosotros, al inicio de esta “supuesta” pandemia me interesé por estar al día, hasta que me di cuenta que el que menos sabía, más hablaba; y peor aún, creaba opinión, siempre contra el virus. El miedo al contagio del coronavirus, día a día se alimenta de las noticias, TV, radio, periódicos, internet, etc. Por eso es recomendable hacer un “ayuno de noticias”

Aunque creas que con este confinamiento vas a salvar tu vida, estás en un error. El pánico está encorsetando a la sociedad. Estamos en manos de poderes fácticos que controlan detrás del telón y que no les importa destruir si sacan tajada de ello. Ya no hay otros problemas: ni Cataluña, ni los pensionistas, ni la recesión, nada de nada. La individualidad, el individuo ha caído bajo control. El sentimiento de humanidad y el alma de grupo está fuera de lugar.

El escenario de guerra nos mantiene confinados y aislados; apabullados por un lenguaje belicista que se propaga por doquier: hay que luchar contra el coronavirus, combatir al coronavirus, matarlo, destruirlo, arrasarlo, etc. Como un buen “chivo expiatorio”, este coronavirus ha cargado con todas las culpas. Ha provocado además, la toma de unas medidas de emergencia y fuerzas de control que de otra manera, difícilmente, hubieran sido aceptadas por la población general.

El Dr. Juan Gérvas, especialista en epidemiología y salud, es crítico, como lo soy yo, con las medidas de aislamiento impuestas, y no elegidas por consenso. El Dr. Gérvas dice textualmente en Acta Sanitaria: “Desde el principio se han implantado medidas sin fundamento científico, como cuarentenas forzadas de millones de personas, bloqueo de aerolíneas y controles en aeropuertos, cierre de fronteras, suspensión de comunicaciones, uso de mascarillas y otras medidas, con total ignorancia de las dinámicas del pánico”. 

En este momento estoy en casa, confinado, en estado de alarma; peor que en lo que en mi juventud llamaban estado de excepción. Pero era otro el que mandaba; decían que era un dictador. Ahora con la excusa del virus, dictan otros. Pero no, no son dictadores; solamente te dictan lo que tienes que hacer… en beneficio de todos (¿o de unos pocos?). Algún día saldrán a la luz los verdaderos hacedores de esta plaga social y los beneficiados por ello. 

Todos tenemos en el recuerdo la famosa epidemia de la gripe A, de hace más de 10 años.  Según nos decían iban a morir decenas de miles de personas en poco tiempo. Desde mayo de 2009 hasta marzo de 2010 hubo 318 defunciones confirmadas por “virus pandémico”. Tanto revuelo de la gripe A para esto. Tanto miedo y amenaza que ocasionó muchas menos muertes que el tabaco o que el alcohol. No dejes que te inoculen más “historias para no dormir”.

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La salud es una conquista personal y social

Ahora más que nunca, se vuelve imprescindible informar de forma realista, sin magnificar o agrandar lo que está ocurriendo. Se está dando un protagonismo desmedido a un virus, cuando el organismo humano es infinitamente más complejo y por ello más dado a mantener su homeostasis o equilibrio. Esta epidemia, en la línea de las últimas epidemias de invierno, no diezmará nuestro país, porque el virus, como mucho, no es más que un eslabón al final de una larga cadena de causas de enfermedad lo creamos o no. 

Pero el miedo atenaza, anula, somete…, y una sociedad asustada, retroalimentada por el ambiente psicoemocional y social contaminado en el que nos hallamos inmersos, corre el riesgo de ceder y finalmente entregar su libertad a cambio de una “supuesta” seguridad. 

Frente a esta posibilidad no me cabe más que volver a recordar que la curación no es un acto médico, es un proceso biológico. No podremos comprar nunca un gramo de salud en una farmacia, ni como un medicamento. La salud no se regala, no se compra, no se vende, la salud es una conquista personal y social.

Estos días estamos absorbiendo, orgánica y psicoemocionalmente, tal cantidad de miedo, sobre todo los niños y niñas, que son los más vulnerables a esto, que quizás el año que viene, la sociedad no ponga ningún tipo de reparo a campañas masivas de vacunación (esperemos que no lleguen a ser obligatorias) en la falsa esperanza de blindarse contra los “virus invisibles”.

Y lo que es realmente visible en esta crisis, es que mucha gente se siente indefensa ante la posibilidad (no la realidad) de que un virus te haga enfermar y que cuando te toca, no puedes hacer nada. Pareciese que la salvación estuviese en el sistema sanitario publico, que como buen padre, es el que vela por todos y tiene todo el poder, y al que todos debemos agradecer, sin hacer crítica, aunque en lo profundo esté en crisis y bancarrota, y a punto de desbordarse por el uso y abuso del mismo.

Nuestra salud no depende del sistema sanitario ni de la industria farmacéutica 

Nuestra salud no depende de la industria farmacéutica ni depende del sistema sanitario. En el año 1974, el informe Lalonde, ya mostró que los hábitos de vida tienen un 43% de influencia en la salud, mientras el sistema sanitario (médicos, hospitales, atención de enfermería, etc.) sólo influye en un 11%. Y sin embargo éste se lleva la mayor parte del presupuesto sanitario, en lugar de fomentar una educación para la salud.

Actualmente perseguimos hasta la muerte a todo tipo de microbios, con un exceso de higiene con substancias químicas (a veces más perjudicial que necesario) y medicamentos “anti”, perdiendo de vista que cualquier germen (virus, bacterias, hongos), sólo germina cuando encuentra las condiciones adecuadas para ello. Obviando que quizás también, el abuso de medicamentos, (además de ser la tercera o cuarta causa de muerte), puede provocar alteraciones graves entre los microorganismos, propiciando la aparición de gérmenes más o menos patógenos y/o “mutantes”. Sin tener en cuenta que el miedo, el pánico, la ansiedad, la angustia, la depresión…, provocan un déficit del sistema inmunitario que abre las vías a cualquier infección-inflamanción, que desequilibra aún más el sistema y favorece la aparición de enfermedad.

En vez de convertirnos en cazadores de virus y microbios, convirtámonos en hacedores de nuestra salud y vida. De otra manera ocurrirá lo que muchas veces ha ocurrido: primero te venden la enfermedad y luego te venden la curación; no sólo para este mal, sino para todos tus males. Dentro de poquitos meses tendremos vacunas, no suficientemente probadas, y antivirales para todos… ¿No le conviene todo esto a aquella industria que gana más, cuanto más enfermos hay en el sistema? Lograrán con esto, no solo que se mediquen las personas enfermas, sino que lo hagan las sanas. Una buena manera de aumentar el negocio.

Momento de revisar y restaurar

Con la actual crisis, a día de hoy, 19 de marzo de 2020, se ha visto la vulnerabilidad del actual sistema sanitario. Por ello considero necesario una revisión de este sistema de salud que está basado, casi en un cien por cien, en luchar contra la enfermedad en vez de favorecer la salud.

Incluso conviene reflexionar sobre el “desde donde” se habla de salud a la población. Muchas veces se vislumbra un cierto aire paternalista, (yo sé, y tu no sabes lo que te pasa”; “tienes que hacer lo que yo te digo que hay que hacer”…) que usan nuestras autoridades. Y si cabe, de paso, renovar el léxico de guerra, que aun hoy se sigue utilizando en la terminología de los medicamentos con todos los “antis”: anti-bióticos, anti-piréticos, anti-inflamatorios, anti-histamínico, anti-diarreico, anti-emético…Sin darnos cuenta cuando le ponemos el anti, le damos más fuerza, más poder, a aquello contra lo que luchamos. 

Nuestro sistema médico, anclado en luchar contra la enfermedad, ya hace tiempo que reconoce que, el uso y el abuso de antibióticos está produciendo el grave problema de las resistencias a los antibióticos y la aparición de bacterias “mutantes”. 

La utilización de virus en cientos de laboratorios en el mundo en terapias génicas (entre ellas la producción de vacunas) o la producción de organismos genéticamente modificados o transgénicos, es una labor de alto riesgo. Si ocurriese cualquier error, (por ejemplo que un gen alterado quede fuera de control y se propague) podría llegar a ser fatal. Mucho peor que la contaminación química es la contaminación genética.

Es el momento de revisar, repasar y restaurar un sistema sanitario en crisis y desbordado. 

Es momento de pasar del estudio y tratamiento de la enfermedad (patogénesis) a un nuevo paradigma, el estudio y la aplicación de la salud (salutogénesis, en palabra de Aaron Antonovsky). Es momento de implantar una real educación para la salud desde las escuelas infantiles hasta las facultades de medicina y demás profesiones sanitarias.

Que de la intervención y la medicación, nos abramos también a la filosofía de Hygea, la diosa griega del arte de curar a través del arte de vivir.

Y para terminar y si tuviese la suerte de que las autoridades me leyesen les diría: con el confinamiento no mataréis al virus, porque es parte del ecosistema al que pertenecemos, la vida, pero estáis a punto de matar las ilusiones de la gente.

                                                                                      Dr. Karmelo Bizkarra Maiztegi

                                                            Director Médico del Centro de Salud Vital Zuhaizpe

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Lo que dice el CDC sobre el test de detección del coronavirus

                                                                                     (traducción Superando el sida)

Fuente: https://blog.nomorefakenews.com/2020/03/24/heres-what-the-cdc-says-about-the-test-for-the-coronavirus/?fbclid=IwAR3eIVkua1GV5FQ0uMHlyYQNY-DVK2vw7i33GwWY3gB20EwZH24TWu1AqEs

 

por Jon Rappoport
24 de marzo de 2020                            

                                                                       9288858863?profile=original

Este es el artículo de Jon Rappaport en su página NoMoreFakenews (No Más Bulos)


—Los CDC (Centros para el Control de Enfermedades de EE. UU.) Admiten que la prueba de coronavirus es defectuosa. Esta es la descripción general y la conclusión:

Como saben mis lectores, he descrito por qué la prueba de diagnóstico generalizada para el coronavirus es insuficiente, inútil y engañosa.

Esa prueba, utilizada en todo el mundo donde está disponible, se llama PCR.

Sirve para DIAGNOSTICAR pacientes, para poder decir "Sí, tienes el virus" o "No, no lo tienes".

Un lector muy observador me envió un enlace a un documento de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de EE. UU. sobre la prueba. Los CDC establecen las pautas sobre cómo se debe hacer la prueba y qué significan los resultados.

Aquí hay un párrafo de los CDC sobre los resultados. Te sugiero que lo leas varias veces.

“Los resultados positivos [de la prueba] son ​​indicativos de infección activa con 2019-CoV pero no descartan infección bacteriana o coinfección con otros virus. El agente detectado puede no ser la causa definitiva de la enfermedad. Los laboratorios, dentro de los Estados Unidos y sus territorios, deben informar todos los resultados positivos a las autoridades de salud pública correspondientes ".

Voy a superar la evidente contradicción en ese párrafo de los CDC y pasar al ataque.

La idea clave en ese párrafo es: "El agente detectado [el coronavirus] puede no ser la causa definitiva de la enfermedad".

CDC: Sí, amigos, ejem, la prueba podría decir que el coronavirus está presente en el cuerpo de alguien, pero el virus puede no estar causando enfermedades ...

Por otro lado los CDC admiten que la prueba podría arrojar falsos positivos, es decir, la prueba podría DECIR que un paciente tiene el coronavirus, pero en realidad no lo tiene.

Y esta no es una nota al pie pegada en la parte inferior de un informe. Está justo allí, en la parte superior de la sección, sobre el significado de la prueba.

En un nivel más profundo, los CDC dicen directamente: SI LA PRUEBA MUESTRA QUE ESTÁ  PRESENTE UN CORONAVIRUS NO SIGNIFICA QUE ESTÉ CAUSANDO ENFERMEDAD.

Bueno, sí, he señalado que la prueba tiene un problema inherente. En el mejor de los casos, podría mostrar que hay un virus presente en el cuerpo del paciente. Pero la prueba es incapaz de determinar CUÁNTO virus REPLICA ACTIVAMENTE en el cuerpo del paciente.

¿Y por qué eso es importante? Porque, incluso para comenzar a decir que un virus está causando una enfermedad real en un ser humano, tendría que haber millones y millones de virus que se replicaran en su cuerpo, y la prueba de PCR nunca ha sido probada, en el mundo real, para poder asegurarlo.

Pero, si vuelve a leer esa cita de los CDC, verá que los CDC están ordenando a los laboratorios que informen de todos los resultados positivos de la prueba a las agencias de salud pública, donde se contaráncomo "casos de coronavirus".

Gracias, amigos del CDC. Nuestras más encarecidas gracias. La próxima nave para Urano sale mañana. Suban a bordo y hagan el viaje. Dedíquense a realizar allí pruebas al interior de su corazón.

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LA LEY DE FARR

 

Dicen que hay una epidemia, o mejor dicho (aunque para ello tuvieran que cambiar la definición), una pandemia, ¿No?.

Antes de meternos en materia, supongamos que los tests que determinan la condición de “infectado”, o “contagiado”, o “muerto por coronavirus”, detectan el contacto con el covid-19 con un alto grado de fiabilidad, lo cual es mucho suponer, pero vamos a conceder que sea así, lo que nos interesa ahora es comprobar si se cumplen en la supuesta epidemia de coronavirus los criterios básicos de las epidemias.

¿Y cuál es la ley básica de las epidemias? La ley básica de las epidemias es la llamada Ley de Farr. William Farr se puede considerar el padre de la Epidemiología, pionero en el uso de las estadísticas aplicadas a las epidemias.

                                                                                 9288857860?profile=original                                                                                  

¿Y qué dice la Ley de Farr? Cito textualmente al Dr Peter Duesberg, que dice en uno de sus trabajos: “la estancia de un microbio en la población viene determinada por los cambios en su incidencia en ella a lo largo del tiempo” o, dicho en lenguaje llano, que los cambios a lo largo del tiempo en el porcentaje de infectados dentro de la población son los que nos van a indicar si el microbio es nuevo, si se propaga, cómo es su velocidad de propagación dentro de la población no inmunizada, etc. En las epidemias el porcentaje de infectados dentro de la población no inmunizada crece de forma exponencial hasta que se agota el número de personas susceptibles de infectarse, lo que se va a manifestar cuando lo llevamos a la representación gráfica como una curva en forma de campana (llamada campana de Gauss).

                                                                                                                                      12306266287?profile=RESIZE_710x En el eje vertical es donde deben figurar los cambios en la incidencia (o porcentaje dentro de la población) sea de las infecciones, de las hospitalizaciones, o bien de las muertes; mientras que en eje de abscisas (el eje horizontal), figurarán los intervalos de tiempo, sean días, semanas, meses o años.

 

Pero debéis fijaros en un detalle, la ley de Farr habla de AUMENTOS EN LA INCIDENCIA (O PORCENTAJE) DE LA INFECCIÓN EN LA POBLACIÓN, NO HABLA PARA NADA DE AUMENTOS EN EL NÚMERO DE INFECTADOS.

Sin embargo, a nosotros nos quieren colar otra cosa bien distinta y ¿Qué es lo que nos quieren colar? Pues que, debido al aumento espectacular en el número de contagiados o infectados, tenemos otra nueva epidemia, o rebrote (del que evidentemente nosotros, sólo nosotros, somos los culpables), lo que exige un nuevo confinamiento o que la situación de excepcionalidad que estamos viviendo se prolongue indefinidamente.

Pero es de sentido común que si haces tests masivos, como se están haciendo en la actualidad a un nivel generalizado, aunque sólo sea por ese simple hecho, van a aparecer muchísimos infectados que antes no había, pero ¿Es eso correcto desde el punto de vista de la epidemiología, de la ley de Farr?

Por supuesto que no, esta ley no habla de número de infectados, de si aumenta o si disminuye su cantidad, así que de entrada ya nos están engañando, la ley de Farr es muy clara y habla de cambios, sean aumentos o sean disminuciones, en la incidencia, es decir, habla de aumentos o disminuciones en el porcentaje de infección dentro de la población no inmunizada. Hay una diferencia como del día a la noche entre una cosa u otra.

 

Veremos ahora con más detalle, con unos ejemplos, cómo se aplica de modo correcto la ley de Farr, en contraste con la chapuza de aplicación de esta ley que nos muestran las autoridades sanitarias y los medios masivos de comunicación.

Ejemplo 1:

Pongamos que hay 5 infectados, pero hicimos 200 tests, ¿Cuál es el porcentaje? El 2,5 %, ¿No?

Ejemplo 2:

Pongamos ahora que el número de infectados aumenta espectacularmente de 5 infectados a 200, pero te ocultan el dato del número de tests que se hicieron, esto supondrá que la sociedad entre en pánico lógicamente (a lo que también contribuirá el alarmismo en los medios de comunicación), con lo que las autoridades tendrán una excelente excusa para fastidiarte la vida de mil modos, que es lo que está sucediendo en estos tiempos a nivel mundial.

Sin embargo nos están dando gato por liebre, ¿Por qué? PORQUE NOS ESTÁN OCULTANDO EL DATO CLAVE, NECESARIO PARA PODER CALCULAR LA INCIDENCIA, O PORCENTAJE DE INFECCIÓN DENTRO DE LA POBLACIÓN, QUE ES LO IMPORTANTE DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS EPIDEMIAS. Y ESE DATO QUE NOS OCULTAN ES EL N.º DE TESTS REALIZADOS, SIN EL CUAL NO PODEMOS CALCULAR LA INCIDENCIA EN LA POBLACIÓN.

Volviendo al ejemplo 2, imaginemos que, para obtener esos 200 casos de infectados, se hubieran hecho 8000 tests, resultaría entonces que el porcentaje de infectados dentro de la población no inmunizada es el mismo que en el caso de los 5 infectados del primer ejemplo, o sea el 2,5%, y si este porcentaje, que es lo que importa, se mantiene constante a lo largo del tiempo, obtendremos una simple línea recta, por lo que podemos concluir, con toda lógica, que no existe existe epidemia, ni rebrote, ni curva en campana que valga, sino una simple línea recta. Esto es al menos lo que se ha comprobado con los datos proporcionados por el Ministerio de Salud de Francia, como se puede apreciar en el reciente artículo publicado en esta página.

Ejemplo 3

Para que veáis con más claridad que son los cambios en el porcentaje de infectados, y no simplemente el aumento en el número de infectados, lo que cuenta desde el punto de vista de las epidemias, veamos ahora otro ejemplo:

Pongamos que tenemos 100 infectados, en vez de los 200 del ejemplo anterior, con la particularidad de que sólo hemos realizado, para obtener esos 100 resultados positivos, tan sólo 2000 tests. Así las cosas, ¿Cuál es el porcentaje de infectados? El porcentaje de infectados es el 10% y vemos que, a pesar de haber realizado menos tests, experimentó un aumento considerable, pasando del 2,5 al 10%, lo que es ya mucho más grave desde el punto de vista de la epidemiología y de la ley de Farr, aún habiendo dado un número menor de infectados que en el ejemplo 2.

Aclaración, lo que se dice sobre aumentos en el número de infectados, en vez de aumentos en el porcentaje de infectados, se puede aplicar también a aumentos en el número de hospitalizaciones o de muertes, que es lo que nos vienen dando las estadísticas oficiales, en vez del aumentos en el porcentaje de hospitalizaciones o de muertes.

Las cosas cambian radicalmente si hacemos constar los aumentos, ya sea en número de infecciones, o número de hospitalizaciones, o de muertes, o si hacemos constar en cambio los correspondientes variaciones en porcentajes en la población, sea en infecciones, hospitalizaciones o muertes.

 

Por otra parte, según comenta el Dr Peter Duesberg en el mismo trabajo (Sida adquirido por consumo de drogas y otros factores de riesgo no contagiosos), hay microbios que llevan con nosotros muchos años asentados en la población, por ejemplo el virus del herpes, presente en el 40% de la población, el citomegalovirus, en el 50% (datos de EE UU).

 

Otros microbios, como la cándida o el neumocistis, están en el 100% de la población. Por supuesto, todas estas enfermedades aparecerán, en la gráfica de incidencia dentro de la población a lo largo del tiempo, no como una curva en campana, sino como líneas horizontales continuas, indicativo de que no hay variación en su porcentaje dentro de la población a lo largo del tiempo.

 

 

 

Cómo "fabricar" con éxito una pandemia

 

Imaginemos ahora que nos interesa “fabricar”, de la noche a la mañana, una pandemia de citomegalovirus, ¿Qué tendríamos que hacer? Muy sencillo, únicamente debemos seguir al pie de la letra las mismas pautas y medidas que la OMS y las autoridades sanitarias nos vienen recomendando desde hace meses, que es pedir tests masivos a la población, en este caso tests de citomegalovirus y posteriormente anunciar a los cuatro vientos, por todo tipo de medios, este “aumento en el n.º de casos” que se iba a producir, con toda seguridad, con tanto test.

 

Pero ojo, se debe tener especial cuidado en no decir nunca el número de tests que se han practicado, no sea que algún negacionista desaprensivo (que últimamente empiezan ya a ser legión que crece de modo pandémico), descubra el pastel haciendo un sencillo cálculo que le permita comprobar que la incidencia o porcentaje de personas que tienen citomegalovirus sigue siendo la misma (es decir, sigue teniéndolo el 50% de la población, que es la incidencia o porcentaje que ya teníamos).

 

 

 

Así las cosas, cabe entonces hacerse algunas preguntas:

¿Por qué entonces ese empeño, en todos los países, en practicar tests masivos a la población, cuando para conocer si existe o no epidemia, o su gravedad, o su evolución en la población, bastaría con hacer menos tests, en el caso de ver la evolución de la infección en la población, fijándonos en el porcentaje para ver si aumenta o disminuye, y lo mismo con la incidencia o porcentaje de hospitalizaciones, o muertes, en la población general?

¿Por qué no aplicamos las normas de la epidemiología más básica, antes de nada para conocer la epidemia, haciendo las cosas como hay que hacerlas, calculando lo que se debe calcular, que es la cantidad de infecciones, o de hospitalizaciones, o de muertes, a lo largo del tiempo, pero no con cifras absolutas, sino en términos de incidencia o porcentaje en la población por esos conceptos?

¿Se trata de meter miedo a la población mundial para justificar medidas que no tienen mucha base? Todo parece indicar que sí, pues en términos de una correcta lucha contra una supuesta epidemia, empezando por la no aplicación de lo más básico de la epidemiología, no existe justificación ninguna desde el punto de vista sanitario para todo lo que se está haciendo.

Y puesto que estas absurdas medidas se implementan prácticamente en todos los países, como respondiendo a un plan común diseñado previamente, ¿Responde todo esto a otros planes o intereses que nada tienen que ver con la salud y bienestar de la población?

 

 

 

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