seropositiva (2)

(Publicado por Etnia el 18 de marzo de 2013 en el espacio de Testimonios de nuestra red)

 

Por mi larga experiencia, y mi larga vida que no esperaba puesto que se supone iba a morir, lo mejor de todo esto, lo aprendido. No vivais pensando en el vih, vive pensando en ti, con alegria, con ganas de aprender de vuestra experiencia, aceptaros, amaros, y convertiros en las grandes personas que sois, lo que mas cuesta, es amarse a pesar de la etiqueta, del miedo que la sociedad nos crea, son sus miedos no los nuestros. No escucheis.las informaciones que nacen del miedo, tenia solo 20 años cuando sobre mi cayo una losa muy pesada, ahora voy a cumplir 50, y me doy cuenta de lo valiente que he sido. He aprendido a conocerme y quererme. Es lo que me ha dado el supuesto vih. Un beso grande a todos.

 

PD Y no mata el vih, mata el miedo, si nos dejamos esta sociedad acaba con nosotros, con nuestra vida sexual, y con todo que pudiesen, ah respecto a vida sexual, nunca he usado preservativo, y no he contagiado nunca a mis parejas. Cuidar vuestro cuerpo y vuestra mente.

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(Este artículo se publicó hace años en el nº 45 de la revista Medicina

Holística, editada por la Asociación de Medicinas Complementarias,

AMC, que preside Alfredo Embid)


“Deberíamos seguir hablando de interrumpción voluntaria del embarazo?”



En 1990 me encontrá con el que un año más tarde iba a convertirse en mi marido.

Mi primer niño nacía en febrero de 1992; en noviembre de 1993 esperaba mi segundo hijo.

En enero de 1994, mi ginecólogo me propuso un test de VIH que acepté: el test resultó ser positivo.

Después de esta prueba, el test de mi marido resultó negativo y el de mi hijo también, aunque le había

dado de mamar los primeros meses de su vida.


Bañada en la atmósfera de angustia que genera la medicina convencional y los medios de comunicación,

me encontraba completamente desamparada, no tenía esperanza, estaba dividida entre el sentimiento de contaminar al niño que llevaba dentro y la injusticia de haber sido contaminada, de ver mi vida sumida en

el horror a los 25 años. En el mismo período intenté evidentemente saber cómo había podido

contaminarme, pues no estaba, en mi opinión, clasificada entre las personas llamadas “de riesgo”.


Mis padres me ayudaron y llegamos a la conclusión de que había podido ser transfundida durante una

peritonitis aguda en 1984. Llena de pánico pedí la opinión a varios médicos. Uno de ellos, una celebridad

del hospital de la Grave en Toulouse, me hizo encarar mis responsabilidades, me presionó a mí, a mi entorno, por medio de numerosas comunicaciones telefónicas para que optase por el aborto, lo que era posible, según él, hasta el sexto mes de embarazo.


¿Deberíamos seguir hablando de interrupción voluntaria del embarazo?


Un día su secretaria me llamó, llamándome irresponsable; llegó a decirme que conservar a mi niño, verlo

sufrir y morir en su segundo año era inevitable. En este mismo servicio se me anunció que, según las estadísticas, tenía un 20% de posibilidades de contagiar al niño. A pesar de las fuertes presiones de la medicina y de las personas supuestamente bienintencionadas, decidimos, mi marido y yo, conservar el

niño tan deseado.

Éramos completamente conscientes de que el hecho de traer un niño al mundo comportaba riesgos y que ningún riesgo debía llevarnos a suprimir la vida del bebé. Me propusieron exámenes médicos que se revelaron satisfactorios. Pero a pesar de todo esto la respuesta de la medicina oficial no me bastaba. Me encaminé entonces hacia una alimentación sana, equilibrada y biológica. Había oído hablar del método Kousmine. Me dirigí a la asociación, que me envió un dossier completo y tranquilizador, así como las direcciones de terapeutas que empleaban el método. Empecé a practicarlo a partir del sexto mes de embarazo.
Consistía en tomar en consideración lo que la asociación llamaba “los cinco pilares de la salud”:


1) La alimentación sana y consciente.

2) El aporte de vitaminas y complementos alimenticios.

3)
El mantenimiento de los equilibrios biológicos, especialmente el equilibrioácido-básico.

4) La higiene intestinal.

5) Una actitud psicológica.

A partir de ese momento me di cuenta de lo que podía significar una investigación más profunda, centrada

en lo espiritual y cuando el inmunólogo me anunció una cifra de 500 CD4, (la cifra media oscila entre 600 y 1200), durante el examen a fondo que siguió, le respondí que doblaría esa cifra en los tres meses siguientes.

Y efectivamente, ante su asombro, 3 meses más tarde el examen dio unas cifras que confirmaban mi promesa. El equipo médico de Toulouse estaba en contacto con mi inmunóloga de Carcassonne y me propuso

formar parte de un protocolo de ensayo de los laboratorios Wellcome, estipulando que el AZT reducía la

tasa de transmisión del VIH de la madre al niño,…Después de incontables investigaciones oficiales y una madura reflexión, mi marido y yo decidimos no aceptar la toma de AZT ni al final del embarazo, ni en el

parto, ni durante las seis primeras semanas de la vida del niño.


Fui considerada como una persona totalmente inconsciente por el médico que dirigía el protocolo, (las presiones ya no eran para que abortara, sino para que tomara el AZT). Teniendo una excelente analítica,

pensé en la opción que presentaba menos riesgos de contaminar a mi niño y estábamos absolutamente convencidos de que el AZT era un producto altamente tóxico; me negué categóricamente a entrar en el protocolo.


A pesar de todo, mi parto estaba programado en ese servicio de Toulouse y el día final llegué al centro

médico para dar a luz. Me encontré con la indiferencia absoluta del ginecólogo que aparentemente me

había olvidado de forma voluntaria o perdido de vista junto con mi historial médico, que no apareció.

Decidí entonces volver a Carcassonne. El trayecto se hizo con el trabajo del parto ya muy iniciado y

al final pude dar a luz en la maternidad de Carcassonne. La acogida fue desastrosa. Mi seropositividad

era vivida por el personal como la peste y sufrí una segregación real que va más allá del racismo.


Un año más tarde traía al mundo un tercer niño, al que di de mamar con mucho amor y sobre todo con una

gran tranquilidad de espíritu, aunque con el segundo no lo hice por temor e ignorancia. En la actualidad vivo tranquilamente. Mis tres niños están llenos de vida y con buena salud. No quiero hacerme ningún test que amenace con condicionar mi vida, mi sexualidad, (pasé ocho meses sin tener relaciones, aterrorizada por la idea de contaminar a mi marido, cuando me enteré de que era seropositiva).


No tengo como objetivo volverme seronegativa. Ahora pienso que los virus, (retrovirus incluídos), forman

parte de nosotros, como huéspedes sanos, y que el VIH no produce SIDA, del mismo modo que no lo transmite, y me siento completamente capaz de gestionar mi salud.


Fuente: Este es el testimonio de una mujer que asistió a las II Jornadas de Medicinas Complementarias: Julie Bagate


Contacto: Julie Bagate, Lieu dit “Herré”,

09200 St. Girons, Ariège, Francia.


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