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Estrés, cortisol y linfocitos T CD4 (de

Fragmentos del artículo de Matt Irwin Sida y Brujería Vudú (Sida et Sorcellerie Vaudou)

 

Fuente: http://www.sidasante.com/critique/sesv.htm

 

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Estrés, cortisol y linfocitos T CD4.                (Traducción Superando el Sida)

 

Contrariamente a la confusión reinante sobre el mecanismo mediante el cual el VIH afectaría al sistema inmunitario, es relativamente bien conocido en cambio el mecanismo de inmunosupresión que se produce en los estados de estrés psicológico y físico crónicos. Uno de los cambios principales que se producen en los períodos de estrés es la secreción de las hormonas epinefrina y cortisol que provocan una dramática disminución del número de linfocitos T (en la sangre). La correlación entre la disminución de células T (también llamada “linfocitopenia”) y el exceso de cortisol es tan fuerte que el bajo número de células T constituye un criterio que permite diagnosticar un exceso de cortisol.

He aquí algunos extractos tomados de un manual de fisiología usado en la mayoría de las escuelas de medicina (Guyton 1996):

 

Prácticamente todos los tipos de estrés físico o mental pueden producir en cuestión de minutos un aumento de la secreción de ACTH y, por consiguiente, de cortisol. La secreción de este último se multiplica a menudo por 20. (pág. 966)

El cortisol es un inmunosupresor y entraña una importante disminución de la producción linfocitos, en particular de los linfocitos T. (pág. 964)

El cortisol hace disminuir el número de eosinófilos y de linfocitos en la sangre; este efecto comienza ya en los minutos siguientes a la inyección de cortisol y se acentúa en las horas siguientes. Así, una linfocitopenia o una eosinopenia constituyen un importante medio para diagnosticar una superproducción de cortisol por las glándulas suprarrenales.  Paralelamente, la administración de grandes dosis de cortisol provoca una atrofia significativa de todos los tejidos linfoides del cuerpo...Esto puede provocar a veces una infección fulminante y la muerte en el caso de enfermedades que de otro modo no habrían sido mortales, por ejemplo una tuberculosis fulminante en una persona en la que esta enfermedad había sido controlada. (pág. 965)

 

Esta descripción de muertes que tienen lugar en el curso de infecciones que “de otro modo no habrían sido mortales” recuerda puntualmente lo que sucede en el SIDA y que habitualmente se incluye en la cuenta del VIH.

 

Numerosos estudios han establecido una relación entre los niveles de cortisol y la disminución de los CD4. Algunos han establecido una relación análoga en lo que concierne a la epinefrina. Estas dos hormonas son vertidas a la sangre durante los períodos de estrés; o cuando se las inyecta al ser humano o a los animales de laboratorio, resultando de ello una inmunosupresión (Crary 1983ª, 1983b, Tornatore 1998). Tornatore, por ejemplo encontró reducciones del 70% en el número de CD4 en personas, jóvenes o mayores, a las cuales se había inyectado un análogo sintético del cortisol llamado metilprednisolona. Después de una sola inyección, eran necesarias de 8 a 12 horas para que el número de linfocitos volviera a la normalidad.

Es importante señalar que los estudios han demostrado que este no es el único mecanismo. El cortisol y la epinefrina son producidos por las glándulas suprarrenales, pero cuando se les quita estas glándulas a ratones, estos continúan manifestando una reducción del numero de células T si son sometidos a estrés (Bonneau 1993, Esterling 1987, Keller 1983).

 

Numerosos estudios han mostrado que las personas que testan seropositivas tienen tasas elevadas de cortisol. Algunas manifiestan respuestas disminuidas a los incrementos de la producción de cortisol cuando se las estimula, lo que indica la presencia de un estrés crónico acompañado de una superproducción crónica de cortisol (Membreno 1987, Christeff 1988, 1992, Verges 1989, Azar 1993, Coodley 1994, Lewi 1995, Lortholary 1996, Nunez 1996, Norbiato 1996, 1997). Por ejemplo,  Norbiato et al. (1997) compararon pacientes de SIDA con personas sanas seronégativas. Hicieron dos grupos con los pacientes de Sida, los que tenían una afinidad de los receptores de cortisol normal (AIDS-C) y los que tenían una afinidad débil (AIDS-GR), y compararon esos dos grupos con las personas sanas. Cuando compararon los niveles de cortisol en las orinas de 24 horas después de la inyección de cortisol, constataron que el grupo AIDS-GR tenía 451 microgramos/24h mientras que las personas sanas no tenían más que 79. Las personas con SIDA excretaban alrededor de 6 veces más cortisol que las personas sanas. El grupo roupe AIDS-C tenía niveles de 293 microgramos/24h, o sea 3,7 veces la tasa normal. La tasa de cortisol en sangre era igualmente casi 3 veces más alta en el grupo AIDS-Gr que en las personas sanas. El comentario de los autores del estudio es revelador:

 

En el SIDA, la interacción normal en el eje hipotálamo/hipofisario está alterada. Esto se traduce en una hipersecreción de cortisol que provoca una inmunosupresión. En el caso de la mayoría de los pacientes, este fenómeno persiste durante toda la enfermedad. (pág3262)

9288858666?profile=originalLos niveles más altos entre los indicados son comparables a los que se encuentran generalmente en los pacientes con enfermedad de Cushing. Esta enfermedad se traduce en una superproducción de cortisol que entraña una severa inmunosupresión y da lugar a infecciones oportunistas, trastornos neuropsiquiátricos, el desfallecimiento de los músculos, estados de debilidad y formación de depósitos grasos en la parte superiro de la espalda, la cara y el vientre (Britton 1975, Momose 1971, Robbins 1995, Starkman 1992).

 

Varios estudios han demostrado una conexión entre un nivel alto de estrés y una disminución selectiva de los CD4, a menudo acompañada de un aumento en los CD8. Sin embargo, uno de los problemas que se encuentra cuando se intenta comparar la inmunosupresión debido al estrés y la que se ve en los enfermos de SIDA es que la mayoría de los investigadores no consideran que el número de CD4 constituya un buen indicador del estado inmunitario, y en consecuencia no miden su número. En lugar de esto prefieren medir la capacidad de respuesta de los linfocitos que casi siempre está disminuida en los estados de estrés psicológico crónico (Antoni 1990, Kiecolt-Glaser 1988). Existen sin embargo estudios que examinan las células T en períodos de estrés y vamos a dar cuenta de ellos aquí, empezando por los resultados obtenidos en los primates no-humanos siguiendo después con varios estudios llevados a cabo en humanos.

 

Aislamiento social y nivel de cortisol en primates no-humanos

 

Sapolsky y otros (1997) estudiaron los efectos del aislamiento social y del estatus de oprimido sobre los niveles de cortisol en 12 babuinos salvajes. Encontraron en los seis babuinos más aislados socialmente niveles de cortisol cuatro veces más altos que en los otros seis, lo que constituye una diferencia enorme. He aquí algunos extractos del reporte de los investigadores:

 

L hipersecreción de glicocorticoides (superproducción de cortisol) puede tener efectos deletéreos sobre las defensas inmunitarias, el metabolismo, la fisiología de los órganos de reproducción, la reparación de tejidos y el estado neurológico...

Los datos detallados sobre el comportamiento social de los machos adultos fueron recogidos en los dos meses que precedieron a la anestesia. Esta recogida se inscribía en el contexto de un estudio más extenso, que comprendía varios años, que observaba el comportamiento social del los babuinos adultos machos. Este estudio intentaba examinar las correlaciones entre el estatuto social y la superproducción de cortisol. (pages 1137-8)

Los machos socialmente aislados presentaban una concentración de cortisol significativamente más alta que los machos con buena inserción social (850 mmol/L para los seis babuinos más aislados, 213 mmol/L para los que tenían buena inserción social. (page 1141, figure 1)

En un anterior estudio llevado a cabo en babuinos salvajes, habíamos observado que entre los machos dominantes, los que tenían menos relaciones con las hembras y  menos interacciones sociales con los bebés tenían las tasas de cortisol más altas...Estos estudios no constituyen una demostración de la existencia de una relación causal entre los dos hechos. Sin embargo, estudios llevados a cabo en roedores y primates en cautividad demostraron la eficacia de la inserción social para mitigar las respuestas de cortisol a diferentes factores de estrés, lo que sugiere que nuestros babuinos son hipercortisolémicos porque  ne se benefician de la disminución del estrés que les procuraría una buena inserción social...Esta relación evoca la constatación clásica en medicina del comportamiento de que el aislamiento social constituye un factor notable de riesgo suplementario de mortalidad en todo tipo de enfermedades.(House 1988). Un hallazgo importante que se descubrió gracias a estos estudios es que ninguna forma específica de relación social (matrimonial, amistad, pertenencia a una comunidad), aporta un mejor protección que otra, sino que es el conjunto lo que cuenta.  Paralelamente, no observamos que uno cualquiera de los ocho criterios de integración social permitía predecir el estatus adrenocortical: es considerando en conjunto estos criterios cuando se podía hacer una predicción más precisa. (págs 1141-1142)

 

Algunos de los estudios mencionados aquí arriba por Sapolsky y otros, han sido analizados por Coe (1993). Él pasó revista a las investigaciones sobre el efecto de los factores psicosociales en el sistema inmunitario de primates no humanos. Muchos estudios han mostrado que cuando los simios jóvenes cautivos eran separados de sus amigos o de su su madre, el funcionamiento de sus células T estaba seriamente afectado. Los investigadores intentaron igualmente descubrir por qué algunos simios estaban más afectados que otros y encontraron muchas variables sutiles como los períodos y el método de separación, la edad del mono...podían tener efectos significativos. Medir los factores de soporte social o el estrés psicológico no es cosa fácil. Factores sutiles relacionados con el medio y con los mecanismos internos mediante los cuales la persona se enfrenta pueden tener un impacto importante.

Levine et al. (1996) examinaron los estudios que muestran que las relaciones sociales amortiguan los efectos del estrés. He aquí algunos de sus comentarios:

 

Nuestros estudios iniciales sobre la actividad adrenocortical en el mono ardilla mostraron que la separación de la madre y de su pequeño desencadena  un incremento llamativo de la tasa de cortisol en los dos individuos… Hemos mostrado también que la importancia de este efecto fisiológico depende al menos parcialmente del grado de apoyo social dado a la cría. Cuando la cría permanece con su madre y/o con sus padres, el amortiguamiento social del aumento de cortisol inducido por el estrés es notorio. Aumentos enormes de colesterol se producen cuando la cría es separada de su madre y colocada en un medio nuevo...Aumentos duraderos de cortisol se producen de la misma manera en el caso del adulto y del adulto más joven...(pág 211)

Las separaciones sociales pueden provocar aumentos duraderos de la tasa de cortisol cuando aunque el hecho de estar bien rodeado produce un efecto amortiguador...Desde el primer día de la separación y hasta el 21º día, la tasa de cortisol permanece más alta que antes de la separación. (page 216)

 

Una parte de los trabajos de Levine y otros se refiere más en concreto a las personas diagnosticadas VIH+. Los autores discuten los efectos de la creación de grupos sociales formados nuevamente sobre la base del estrés y niveles de cortisol en el caso de cambios mayores.

 

La novedad, la incertidumbre y la imposibilidad de hacer una previsión constituyen factores conocidos por activar el eje HPA en numerosas especies animales. Un aumento del nivel de cortisol ha sido ya señalado ya en individuos miembros de un grupo de monos-ardillas recién formado. Sin embargo, estudios recientes muestran que los cambios inducidos por la formación de un nuevo grupo dependen del estado socio-psicológico anterior de los monos. (page 218)

 

Estas constataciones son aplicables a los miembros de la comunidad homosexual que presentan una prevalencia más alta del SIDA, que habían constituido una nueva comunidad en Los Ángeles y en algunas otras ciudades. Se aplican igualmente a las personas cuyo número de contactos sociales han sido reducidos o suprimidos o eliminados debido al hecho de haber resultado positivas en los tests.

 

Artículo completo de Matt Irwin -en francés- Sida et Sorcellerie Vaudou

 

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Artículos relacionados publicados en esta página:

 

- Sobre el papel del estrés a la hora de enfermar

https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/el-estres-como-factor-predisponerte-a-enfermar-manuel-garrido-sot

 

- El poder destructor del cortisol 

https://superandoelsida3.ning.com/group/apoyoespiritualytcnicasderelajacin/forum/topics/el-poder-destructor-del-cortisol-producido-por-el-organismo-en-si?edited=1

 

 

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Tomado del British Medical Journal Online "Debate del SIDA", agosto 2003

 

¿Debemos confiar realmente en el recuento de las células T?
By - Toni Watson

"El doctor le dijo que el resultado obtenido de su ultima analítica realizada cinco años antes había mostrado un recuento total de 26 CD4. Mi amiga se sintió muy molesta al escuchar el resultado, pues a pesar de las cifras ella no había enfermado en los cinco años posteriores desde que se realizó el conteo. Y siete años más tarde, ella todavía tiene buena salud”.

Ahora tiene 30 años, había consumido drogas en su adolescencia, pero en 1983 decidíó "limpiarse" por completo. Resultó positiva un par de años más tarde, ella pensó que su "infección" habría tenido lugar antes de haber dejado las drogas en 1983. Se negó a participar en cualquier ensayos de medicamentos contra el VIH, después de haber visto como todos sus amigos que si tomaron AZT, rápidamente enfermaban y morían.

Durante la década de 1990 se involucró en diversas terapias complementarias pero continuó teniendo los controles rutinarios de sangre, ya que su médico un especialista del VIH la presionaba insistentemente para que lo hiciera. También fue animada en todo momento para que formase parte en los ensayos de las nuevas drogas que se estaban ejecutando en ese momento, pero siempre se negó.

En 1996 decidió que la ansiedad y el estrés que le provocaba la asistencia a la clínica para hacerse los controles de sangre y la preocupación a la hora de recibir lo resultados podrían ser la causa que estaba dañando su salud. Así que le dijo a su doctor que ya no quería realizarse más controles de seguimiento y pidió que no se le informara de los resultados de su recuento sanguíneo - lo que demostró ser una decisión acertada.

Cinco años más tarde, se visitó con el mismo médico de nuevo, después de contraer una infección de poca importancia en el oído. Durante el tiempo que duró su consulta el doctor (a pesar de haberle pedido que no) le dijo que su recuento de CD4 anterior había sido del 26 CD4.Como los lectores pueden imaginar, mi amiga estaba muy alterada y asustada al oír esta noticia. El médico de nuevo trató de persuadirla para que comenzara a tomar los ARV, a pesar de que no había mostrado problemas de salud por más de cinco años tras realizarse la última analítica.

 

Después de pensarlo decidió pedir la opinión de su terapeuta, quien le explicó que no tenía de que preocuparse que estaba igual de saludable que el día anterior antes de recibir los resultados de una analítica que le habían realizado cinco años antes.

Ella declinó la oferta para tomar la terapia ARV y 18 meses después, se mantiene en buen estado de salud - casi siete años después que su recuento sanguíneo de 26 CD4 indicase que ella tenía sida (según la definición de los CDC) y 20 años después de que se convertirse en "infectada".

Por supuesto la experiencia de mi amiga plantea muchas cuestiones acerca de la utilidad del conteo de los linfocitos CD4, pero lo más importante, ilustra el peligro inherente de adoptar un punto de vista excesivamente estrecho hacia cómo y por qué se manifiesta la enfermedad en sí.

Un marcador indirecto puede que sea la mejor herramienta de la que disponen los médicos actualmente para evaluar el progreso del “VIH”, pero son validos para iniciar el tratamiento en ausencia de síntomas clínicos? sólo por tener un recuento bajo de CD4 ?

Un claro ejemplo que muestra la actitud predominante de los especialistas del VIH, así como la creencia inmutable de que un diagnóstico de VIH positivo significa una muerte segura.

Fuente:

http://www.aliveandwell.org/html/viral_load_tcell/can_we_count.html

 

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