linfocitos (4)

A menudo habéis oido comentar que los linfocitos T4 o CD4 no son las defensas, lo cual es algo de sentido común, pues son tan sólo una fracción muy pequeña de los glóbulos blancos o leucocitos, pero entonces, si los cd4 no son las defensas, ¿Qué es lo que constituye nuestras defensas en realidad, de las cuales incluso el propio sistema inmune, constituído por los glóbulos blancos, es tan sólo una parte? De eso trata la primera parte de este artículo, que consiste en un escrito que Alfredo Embid, coordinador de la Asociación de Medicinas Complementarias y pionero en España de la difusión de las ideas científicas disidentes, realizó hace más de 15 años.para la asociación RIASE, (Red de Información Alternativa sobre el Sida de España).

La segunda parte de este artículo es una recopilación de causas, recogidas de textos médicos, conocidas por provocar disminución, o bien de la cifra total de leucocitos, o bien de la cifra total de linfocitos, (tipo de glóbulos blancos a los que pertenecen, como sabéis, los cd4).

 

EL DIAGNÓSTICO DE LAS DEFENSAS BAJAS, PORQUE TENGAS LOS CD4 BAJOS NO ES UN DIAGNOSTICO CIENTIFICO SINO BRUJERIA VUDÚ (Alfredo Embid)

 

(Apreciaréis que este artículo, a pesar de haber sido escrito hace más de 15 años, conserva todo su valor, su claridad y fácil comprensión lo siguen haciendo un texto recomendable).

 

.- Tengo las defensas bajas, estoy infectado por el virus del SIDA, dices angustiado y con mirada de condenado a muerte.

.- ¿Cómo lo sabes?

.- Porque me lo ha dicho el médico: los análisis demuestran que tengo los CD4 bajos.

.- No, lo siento amigo, te equivocas, (o te han inducido a equivocarte, aprovechándose de tu ignorancia).

Te han engañado, pues esta afirmación es absolutamente falsa e insostenible desde un punto de vista científico serio por varios motivos:

1- Ni el sistema inmunitario son sólo los linfocitos CD4.

2- Ni las defensas son sólo el sistema inmunitario.

Además, ser seropositivo no supone que estés infectado por un virus mortal.

Este diagnóstico es un auténtico disparate que genera efectos secundarios inmunosupresores, no es un diagnóstico científico, pues todos aprendemos en segundo curso de medicina que los linfocitos T4 o CD4 son una mínima parte del sistema inmunitario. Cuando yo estudié medicina (principios de los años 70) ni siquiera se mencionaban los T4 o CD4 y sobre ellos actualmente existen numerosas incógnitas.

 

VAMOS A APORTARTE PRUEBAS DE ESTAS AFIRMACIONES

 

1-- El sistema inmunitario no son sólo los linfocitos CD4.

El sistema inmunitario está compuesto de numerosos tipos de células y los linfocitos CD4 son sólo una pequeña parte de las mismas y no como te han inducido a creer “todas las defensas”.

 

CUADRO DE LAS CÉLULAS QUE INTERVIENEN EN LA INMUNIDAD Y SUS DIFERENTES

PORCENTAJES.

 

TIPOS CELULARES                                 PORCENTAJE                                     SUBPORCENTAJE

 

POLINUCLEARES:

        NEUTROFILOS:                                     58-70%

               SEGMENTADOS                                                                                          55-65%

               CAYADOS                                                                                                       3-5%

        EOSINOFILOS:                                      0,5-0,4                                                                                               

        BASOFILOS:                                             0,5

 

MONOCITOS:                                                0,4-0,8%

 

LINFOCITOS:                                               25-35%

       N                                                                                                                                 ….

       CITOTOXICOS                                                                                                        25%

              K

              NK

       B                                                                                                                                15%

       T                                                                                                                                60%

             SUPRESORES

                            T5 o CD5

                            T8 o CD8

             AYUDANTES

                           T1

                           T3

                           T4

 

Así pues, desde un punto estrictamente académico, es evidente que los T4 o CD4 son sólo una pequeña parte del conjunto del sistema inmunitario.

Quiero recalcar que todo esto se basa en el estado actual de nuestros conocimientos, porque en los últimos años se han añadido numerosos datos que antes desconocíamos y porque sería una presunción ridícula pensar que ya lo sabemos todo de este o de cualquier otro tema.

Además, el conjunto de las células blancas o leucocitos tampoco son propiamente dichas todas las defensas.

Nuestro sistema defensivo incluye numerosos otros sistemas que participan y colaboran en nuestra protección contra las infecciones.

 

LAS OTRAS DEFENSAS DEL ORGANISMO.

 

I) PRIMERAS BARRERAS DE DEFENSA

 

1- PIEL

 

La piel, con un 15 % del peso total del cuerpo y con una superficie de 2 m2 nos proteje mecánicamente de las agresiones exteriores.

Además participa en la defensa de varias formas:

- posee una película grasa que es bactericida.

- alberga gérmenes saprofitos que bloquean el desarrollo de gérmenes patógenos.

- posee linfocitos T y contribuye a su maduración.

- posee células llamadas queratinocitos con una estructura análoga a las células del timo.

Su función puede estar alterada por numerosas circunstancias como por ejemplo una excesiva exposición al sol.

(se puede apreciar más sobre las barreras defensivas en la piel en este artículo subido por Raúl)

 

2- BARRERA INTESTINAL

El intestino posee una mucosa, formada por una capa simple y única de células que representan una superficie de 42 metros cuadrados (mas de 100 según otros autores).

Tiene un espesor de 25 milesímas de milímetro únicamente. Esto quiere decir que la sangre está separada solamente por esta distancia del medio exterior.

Por otra parte el intestino alberga 100.000.000.000 de bacterias (1).

Esta delgada capa que separa nuestro medio interno del exterior es reconstituida en su totalidad cada dos días y en este proceso fundamental interviene especialmente la vitamina F (2).

Para que el intestino funcione correctamente es preciso que haya un aporte suficiente de vitamina F (lo cual no es evidente con las dietas actuales), que no se produzcan en él fermentaciones excesivas (muy frecuente por errores dietéticos y que se evacue diariamente, es decir que no haya estreñimiento.

Hay que recordar que el paso de toxinas bacterianas hacia la sangre es habitual pero está aumentado en determinadas circunstancias, como lo son una alteración de esta pared (por el uso de fármacos y en el estreñimiento crónico).

El aumento de toxinas en la sangre de los capilares intestinales pasa a la vena porta que es una autopista hacia el hígado, contribuirá en primer lugar a sobrecargar este órgano central para la eliminación de tóxicos externos e internos y posteriormente a una alteración de nuestros mecanismos defensivos.

 

3- SECRECCIONES DIGESTIVAS

El Acido clorhídrico del estómago es bactericida al igual que los enzimas digestivos.

 

4- MUCOSAS Y FUIDOS MUCOSOS

Se encuentran en ojos, nariz, boca, uretra, vagina ano, etc.

Sus fluidos contienen proteínas, sales minerales, células epiteliales y especialmente ácidos y leucocitos con funciones bactericidas.

 

5- VIAS RESPIRATORIAS

- Cilios (protuberancias que poseen las células que recubren las vías respiratorias). En los fumadores, el epitelio ciliado normal se convierte en plano estratificado, transformación afortunadamente reversible.

- Permeabilidad de las mucosas respiratorias que se altera por diversos polucionantes.

 

Normalmente esta primera línea de defensa debe ser capaz de controlar la entrada de de agresores potenciales.

 

II) SEGUNDA LINEA DE DEFENSA.

 

Si no lo consigue, entra en acción la segunda barrera de defensa que pertenece ya al sistema inmunitario propiamente dicho.

Esta constituida en primer lugar por los leucocitos con función fagocítica (es decir que son capaces de engullir a los agresores).

Dentro de esta categoría tenemos a los Macrófagos y a los Micrófagos.

Los Macrófagos son los que llegan primero y son capaces de comerse tejidos y células.

Algunos son libres pero otros son fijos y están incluidos en sistemas orgánicos como el hígado (células de  Kupffer), el cerebro (microglias), el bazo o la médula ósea. Forman parte de Sistema Retículo Endotelial.

Los microfagos llegan mas tarde. Pueden comerse bacterias.

 

III) TERCERA LINEA DE DEFENSA:

Sistema inmunitario propiamente dicho

 

CUADRO DE LAS CELULAS QUE INTERVIENEN EN LA INMUNIDAD.

TIPOS CELULARES DE LEUCOCITOS:

 

POLINUCLEARES

 

                  NEUTRÓFILOS:     Primeros en llegar

                                                     Vida corta

                                                     Más numerosos

                                                     Atacan por fagocitosis

              

                  EOSINÓFILOS:      Atacan por fagocitosis

                                                     Intervienen en infecciones parasitarias

                                                     Así como en la alergia, asma…

                                                     Aumentan en etapas tardías de la inflamación

                                                     Intervienen en la destrucción de complejos angtígeno-anticuerpo

 

                  BASÓFILOS:          Actúan en inflamaciones crónicas

                                                    En enfermedades sanguíneas, de la médula ósea, de la médula espinal.

                                                    Papel poco conocido

 

MONOCITOS:                         Atacan por fagocitosis tras su paso por los tejidos

                                                    Preparan a los tejidos para la reparación

                                                    Combaten inflamaciones crónicas

                                                    Se transforman en macrófagos

 

LINFOCITOS:                         Defensa inmunológica

                                                   Inmunidad retardada (injerto)

                                                   Producción de anticuerpos

                                                   Localizados en el tejido linfoide, especialmente en ganglios

                                                   Intervienen en inflamaciones crónicas

 

                       N

                       CITOTÓXICOS:              

                      

                                    Actúan sin inmunización previa

                                    

                                        NK    Destruyen células sanguíneas y tumores

                      

                                        K       Destruyen por lisis las células recubiertas de anticuerpos

 

                      B                         Inmunidad humoral, es decir, por medio de anticuerpos

                                                 Vida corta (4-5 días)

                                                 Tras estimulación antigénica se convierten en plasmocitos, es decir,

                                                 Células con memoria inmunitaria

                                                 Producen anticuerpos, (es decir, proteínas = inmunoglobulinas = Ig)

                                                 Las cuales se fijan a bacterias o virus neutralizándolos, 

                                                 Ig A, Ig D, Ig E, Ig G, Ig M

 

                    T (o CD)                Inmunidad celular

                                                Maduran en la glándula timo

                                                Contra virus, bacterias, hongos, células tumorales, células transplantadas

                                                Su papel en la vigilancia anticancerosa es cuestionado actualmente

 

                                       L. T. SUPRESORES:

                                               Reconocen los antígenos

                                               Frenan el sistema inmunitario     

                                               A ellos pertenecen:     Los T5 o Cd5 

                                                                                   Los  T8 o Cd8

                                                                              

 

                                      L. T.  H. AYUDANTES (HELPERS)

                                              Actúan tras una estimulación antigénica (un antígeno es agente extraño)

                                              Promueven la diferenciación de los Linfocitos T y B

                                              Participan en reacciones de hipersensibilidad retardada, secreción de linfoquinas,

                                              Activación de macrófagos

                                              Ejercen esta actividad: Los T4 o Cd4, así como los T1 y los T3  

                                                                            

 

Un diagnóstico de que tienes las defensas bajas, en base a los linfocitos t4, es una burrada científica, pero esto no es lo mas grave, lo mas importante es que produce estrés, pánico, depresión, miedo y la impresión de estar condenado irremisiblemente a muerte.

Todo ello produce inmunodepresión, hace que adquieras una inmunodeficiencia, es decir, produce SIDA.

Los médicos que te han inducido a creer que los T4 son las defensas no solo están afirmando barbaridades científicas, están violando el Juramento Hipocrático, "primero no perjudicar".

Resulta alucinante cómo los médicos se han dejado manipular hasta el punto de olvidar sus  conocimientos de la asignatura de fisiología que aprobaron en segundo curso de medicina, para colaborar en un asunto tan maloliente. Este pseudodiagnóstico de hecho apesta, pues si te diagnostican que los linfocitos T4 o cd4 están bajos te obligarán a tomar el tóxico AZT que se encargará de rematarte.

Tanto si ya tenías alguna alteración (a consecuencia de un diagnóstico falso) como si no, el AZT se encargará de destruir tu médula asea, tanto tus glóbulos rojos como todos los blancos, pero además todas las células que se renuevan rápidamente como las de tu intestino…ejecutando el vudú .

ANTIGUAMENTE LAS CELULAS T SE CONSIDERABAN RESPONSABLES DE LA VIGILANCIA CONTRA CÉLULAS POTENCIALMENTE CANCEROSAS PERO ESTA OPINIÓN ESTA SIENDO CUESTIONADA EN LA ACTUALIDAD.

 

Datos tomados de:

- Pierre Raibaud y Robert Duchuzeau, La Recherche. Num. 151, enero 1984.

- Ver trabajos de la Dra. Kousmine y de la Asociación Médica Internacional Kousmine.

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LEUCOPENIAS O DISMINUCIONES DE LA CIFRA TOTAL DE LEUCOCITOS O GLÓBULOS BLANCOS

 

Sobre las causas de las disminuciones de los glóbulos blancos o leucocitos, tanto en su cifra total como en sus distintos tipos, (neutrófilos, que son la mayoría, linfocitos, eosinófilos,…etc.).

Se habla de leucopenia cuando la cifra total de leucocitos está por debajo de 4.000 leucocitos /mm3. Generalmente esta disminución de los leucocitos es debida a la disminución de los neutrófilos, los cuales constituyen la mayoría de los leucocitos.

 

1- Leucopenia constitucional.

Digan de tenerse en cuenta ante una leucopenia persistente sin otro signo patológico ni causa morbosa reconocible.

 

2- Leucopenia digestiva

Suele ser postprandial, es decir, tras las comidas, por ingestión de alimentos proteicos o de otra clase a los cuales está sensibilizado el enfermo.

 

3- Leucopenia por escalofríos

Durante y después de estos, en realidad es debida no a la disminución de los leucocitos sino a su acumulación en el bazo, tiene interés para que no consideremos a la infección causante de esos escalofríos como causante de leucopenia. Hay también otras leucopenias que son también debidas a ese fenómeno de acumulación en bazo, en esfuerzos, emociones, infecciones víricas, endotoxinas, reacciones alérgicas con shock y en hemodiálisis

 

4- Leucopenias de causa infecciosa

En general en las infecciones por bacilos, (especialmente la salmonelosis), en casi todas las enfermedades víricas, (excepto aquellas que tienen afinidad por los tejidos nerviosos, en las que se suele presentar una neutrofilia, aumento de los neutrófilos, inicial) y en las enfermedades producidas por protozoos, como el caso del paludismo.

a)      Fiebre tifoidea y otras salmonelosis (paratifus B).

b)      En las brucelosis: fiebre de Malta y Bang

c)      En ciertas enfermedades exantemáticas: sarampión, rubéola, varicela, viruela, (antes de la erupción y en la erupción antes de la supuración, especialmente en las formas graves y en la púrpura variolosa, la púrpura son grandes manchas rojizas por extravasación de sangre), y eritema súbito, (intensa leucopenia, casi sólo linfocitos).

d)      Otras infecciones víricas: gripe, fiebre papataci, dengue, psitacosis, fiebre amarilla, hepatitis epidémica, (antes de la aparición de la ictericia, que es la coloración amarillenta), mononucleosis infecciosa, (neutropenia, disminución de los neutrófilos, con linfocitosis –aumento de los linfocitos- absoluta).

e)      Otras infecciones bacterianas poco frecuentes: tularemia, muermo (inconstante), etc. La angina neutropenica (Jiménez-Díaz), benigna.

f)        Infecciones por protozoos: kala-azar (donde puede alcanzar cifras muy bajas, sugerentes de agranulocitosis). Paludismo (entre los accesos febriles, o al pasar a la cronicidad), tripanosomiasis.

g)      Tuberculosis miliar con meningitis, (subsisten los eosinófilos curiosamente).

h)      Ciertas sepsis (infecciones de la sangre) malignas, aun debidas a piógenos (gérmenes que producen procesos de supuración), especialmente en las sepsis por gérmenes gramnegativos, (un tipo de bacterias que no se tiñen con ciertos colorantes), por ejemplo, en alcohólicos, después de leucocitosis total (aumento de cifra total de leucocitos), y como signo de fracaso defensivo; endocarditis lenta con frecuencia, y también septicemia tuberculosa; en la sepsis por bacilo piociánico es frecuente la leucopenia.

i)        Parasitosis por rickettsiosis, aunque no de un modo constante: en el primer período de tifus endémico o murino y más raramente en algunos casos de tifus exantemático epidémico. También en la fiebre Q se registra a menudo una discreta leucopenia.

j)        Algunas micosis, (infecciones por hongos), como la histoplasmosis.

 

5- Leucopenia tóxica.

En intoxicaciones profesionales o medicamentosas. Por benzol, metales pesados, (oro, bismuto), antimonio, arsénico, piramidón, fenilbutazona, sulfamidas, tiouracilo y otros fármacos antitiroideos, mostazas nitrogenadas o sulfuradas, (como el sulfametoxazol constituyente del septrim), aminopterina, bisulfirám, fármacos de quimioterapia de cáncer: ciclofosfamida, clorambucil, daunomicina, 6-mercaptopurina, metotrexato), antibióticos como el cloranfenicol, fenotiazinas, fenitoína, primidona, etc. También por la inyección de albúminas heterólogas, (pertenecientes a distinta especie), almidón, glucógeno, goma arábiga, etc. Se ha descrito en Rusia una leucopenia toxialimentaria por consumo de granos de cereales parasitados por hongos.

 

6- Leucopenia en hemopatías, (enfermedades que afectan a las células sanguíneas, g. rojos, blancos y plaquetas)

     a) En distintos tipos de anemias, por falta de hierro, en la anemia por agotamiento o alteración en la médula ósea, en que también se afecta la producción de glóbulos blancos y plaquetas, en la anemia por falta de B12.

     b) En el comienzo de la mononucleosis.

     c) En ciertas formas de leucemia aguda.

     d) En el mieloma.

     e) En procesos de infiltración u ocupación de la médula ósea.

     f) En la agranulocitosis cíclica.

 

7- Leucopenia en afecciones hepatoesplénicas (que afectan a hígado y bazo)

Se interpreta que existe un secuestro de leucocitos por el bazo. En la cirrosis hepática con o sin esplenomegalia (aumento de tamaño del bazo), trombosis de la vena porta o esplénica, síndrome de Banti, enfermedad de Gaucher, esplenomegalias debidas a sífilis o en tuberculosis del bazo, …y en general en las afecciones donde se da hiperesplenia, (aumento en la función del bazo, órgano encargado de la destrucción de los glóbulos blancos. Pertenecen a este grupo las ya citadas leucopenias de la tifoidea, brucelosis y paludismo crónico y la que se da en el síndrome de Felty. Una leucopenia persistente de origen desconocido, sobre todo si se acompaña de trombopenia, (disminución de plaquetas), es siempre sospechosa de alteración crónica del hígado (Gross).

 

8- Leucopenia alérgica

En el shock alérgica, en la proteinoterapia y en ciertos estados alérgicos.

 

9- Leucopenia en afecciones reumáticas

En el síndrome de Felty, (siempre constante y a veces muy pronunciada), en el de Chaufard-Ramond.

 

10- Leucopenia por radiaciones.

Roentgen, radium, torio, y otras sustancias radiactivas, (isótopos), por ejemplo, en las leucemias tratadas con radioterapia o con fósforo radiactivo.

 

11- Leucopenia carencial o por desnutrición

En situaciones de hambre, acompañada de anemia. También en el escorbuto (falta de vitamina C), en otros procesos con adelgazamiento extremo (fase final de ciertas enfermedades), en personas de edad desnutridas. En el esprue, una inflamación intestinal. En casos de pelagra, enfermedad carencial por déficit de niacina, un tipo de vitamina del grupo B. En déficits de fólico y de B12, sobre todo en casos de alcoholismo, pues el alcohol interfiere la absorción de estas vitaminas. En el ayuno prolongado y en la anorexia nerviosa.

 

12- Leucopenia en enfermedades del sistema endocrino (relacionado con la producción hormonal)

En el mixedema (hipotiroidismo), en la enfermedad de Basedow (hipertiroidismo), en alteraciones que afectan a la hipófisis.

 

13- Leucopenia en las enfermedades que afectan al colágeno

Como el lupus, donde coinciden leucopenia con linfopenia (disminución de linfocitos), esclerodermia, síndrome de Sjögren, etc, y otras enfermedades autoinmunes (donde el sistema inmune ataca a estructuras del propio organismo), como el síndrome de Felty ya citado.

 

14- Leucopenia en neoplasias (procesos tumorales)

Por invasión de la médula ósea por metástasis.

 

15- Leucopenia en el abdomen agudo, (afección aguda de origen abdominal por distintas causas)

 

16- Leucopenia en la epilepsia.

Antes y durante la crisis se presenta leucopenia, después de ella leucocitosis (aumento de los leucocitos)

 

17- Leucopenia por isoanticuerpos

En recién nacidos (por isoanticuerpos maternos), después de transfusiones.

 

18- Leucopenia de causa desconocida.

 

 

                             

LINFOPENIA

Cuando existe menos de 1000 linfocitos/mm3, pero antes de nada recordemos que los linfocitos son un tipo de leucocitos o glóbulos blancos que constituyen el  25-35% del total de leucocitos y que a su vez se distribuyen así:

 

       N                                               ….

       CITOTOXICOS                           25%

              K

              NK

       B                                               15%

       T o CD                                       60%

             SUPRESORES

                            T5 o CD5

                            T8 o CD8

            AYUDANTES

 

                           T1 o CD1

                           T3 o CD3

                           T4 o CD4

 

Aproximadamente el 60% de los linfocitos en sangre del adulto son células T, de los cuales dos tercios son T4 o CD4 (cooperadores/inductores), de modo que en la mayor parte de los casos hallados de linfopenia lo que existe es una disminución de este subgrupo. Los linfocitos T CD8 positivos (citotóxicos) representan alrededor del 30% de las células T periféricas.

La linfopenia, disminución de linfocitos, (y por tanto de linfocitos CD4 o T4, que son la mayoria de los linfocitos, como se ve, quizás sólo tenga interés cuando coincide con una disminución de todos los tipos de glóbulos blancos, (leucopenia).

En general aparece linfopenia en todas las situaciones de estrés: sobrecargas corporales, crisis dolorosas intensas, tras operaciones, parto, primera fase de las infecciones, (sobre todo las víricas), etc.

 

Causas de Linfopenia, (y por tanto de disminución de linfocitos CD4 o T4)

- Linfopenia infecciosa: en las infecciones, sobre todo las víricas, inmediatamente después del acceso febril, en la gripe no complicada, donde es un síntoma típico y constante en los primeros días, según Massini. Luego se pasa a una linfocitosis que persiste durante la convalecencia. En otros procesos infecciosos más graves, como la infección de la sangre, (septicemia), tuberculosis avanzada, etc.

- Linfopenia tóxica: los linfocitos son muy sensibles a determinados medicamentos, sobre todo los citotóxicos, (fármacos de quimioterapia de cáncer, como la mayoría de los llamados arvs), radiaciones, etc.

- Linfopenia de causa hormonal: en enfermedades donde se produce un exceso de producción de cortisol, (enf. de Cushing, por ejemplo, y recordemos que en situaciones de intenso estrés se produce también un aumento en la producción de cortisol), o en tratamientos prolongados con cortisona o ACTH.

- Linfopenia en ciertas enfermedades de la sangre.

- Linfopenia en enfermedades autoinmunes como el lupus.

- Linfopenia carencial, en desnutridos, en déficit de fólico o B12, en alcohólicos p. e.


(Tomado del libro “La Clínica y el Laboratorio”, de Alfonso Balcells Gorina. Ediciones Científicas y Técnicas S. A. MASSON SALVAT. Edición de 1991)


Para finalizar, podéis echar un vistazo al trabajo de Matt Irving, publicado en nuestra página, donde se habla de situaciones en las que se registran disminuciones de linfocitos CD4 o T4 en personas que no son seropositivas, un trabajo extenso, que hemos dividido en dos partes:

linfocitos cd4 y ratios parte 1

linfocitos cd4 y ratios parte 2


 

 


 

 

 

Leer más…

Estrés, cortisol y linfocitos T CD4 (de

Fragmentos del artículo de Matt Irwin Sida y Brujería Vudú (Sida et Sorcellerie Vaudou)

 

Fuente: http://www.sidasante.com/critique/sesv.htm

 

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Estrés, cortisol y linfocitos T CD4.                (Traducción Superando el Sida)

 

Contrariamente a la confusión reinante sobre el mecanismo mediante el cual el VIH afectaría al sistema inmunitario, es relativamente bien conocido en cambio el mecanismo de inmunosupresión que se produce en los estados de estrés psicológico y físico crónicos. Uno de los cambios principales que se producen en los períodos de estrés es la secreción de las hormonas epinefrina y cortisol que provocan una dramática disminución del número de linfocitos T (en la sangre). La correlación entre la disminución de células T (también llamada “linfocitopenia”) y el exceso de cortisol es tan fuerte que el bajo número de células T constituye un criterio que permite diagnosticar un exceso de cortisol.

He aquí algunos extractos tomados de un manual de fisiología usado en la mayoría de las escuelas de medicina (Guyton 1996):

 

Prácticamente todos los tipos de estrés físico o mental pueden producir en cuestión de minutos un aumento de la secreción de ACTH y, por consiguiente, de cortisol. La secreción de este último se multiplica a menudo por 20. (pág. 966)

El cortisol es un inmunosupresor y entraña una importante disminución de la producción linfocitos, en particular de los linfocitos T. (pág. 964)

El cortisol hace disminuir el número de eosinófilos y de linfocitos en la sangre; este efecto comienza ya en los minutos siguientes a la inyección de cortisol y se acentúa en las horas siguientes. Así, una linfocitopenia o una eosinopenia constituyen un importante medio para diagnosticar una superproducción de cortisol por las glándulas suprarrenales.  Paralelamente, la administración de grandes dosis de cortisol provoca una atrofia significativa de todos los tejidos linfoides del cuerpo...Esto puede provocar a veces una infección fulminante y la muerte en el caso de enfermedades que de otro modo no habrían sido mortales, por ejemplo una tuberculosis fulminante en una persona en la que esta enfermedad había sido controlada. (pág. 965)

 

Esta descripción de muertes que tienen lugar en el curso de infecciones que “de otro modo no habrían sido mortales” recuerda puntualmente lo que sucede en el SIDA y que habitualmente se incluye en la cuenta del VIH.

 

Numerosos estudios han establecido una relación entre los niveles de cortisol y la disminución de los CD4. Algunos han establecido una relación análoga en lo que concierne a la epinefrina. Estas dos hormonas son vertidas a la sangre durante los períodos de estrés; o cuando se las inyecta al ser humano o a los animales de laboratorio, resultando de ello una inmunosupresión (Crary 1983ª, 1983b, Tornatore 1998). Tornatore, por ejemplo encontró reducciones del 70% en el número de CD4 en personas, jóvenes o mayores, a las cuales se había inyectado un análogo sintético del cortisol llamado metilprednisolona. Después de una sola inyección, eran necesarias de 8 a 12 horas para que el número de linfocitos volviera a la normalidad.

Es importante señalar que los estudios han demostrado que este no es el único mecanismo. El cortisol y la epinefrina son producidos por las glándulas suprarrenales, pero cuando se les quita estas glándulas a ratones, estos continúan manifestando una reducción del numero de células T si son sometidos a estrés (Bonneau 1993, Esterling 1987, Keller 1983).

 

Numerosos estudios han mostrado que las personas que testan seropositivas tienen tasas elevadas de cortisol. Algunas manifiestan respuestas disminuidas a los incrementos de la producción de cortisol cuando se las estimula, lo que indica la presencia de un estrés crónico acompañado de una superproducción crónica de cortisol (Membreno 1987, Christeff 1988, 1992, Verges 1989, Azar 1993, Coodley 1994, Lewi 1995, Lortholary 1996, Nunez 1996, Norbiato 1996, 1997). Por ejemplo,  Norbiato et al. (1997) compararon pacientes de SIDA con personas sanas seronégativas. Hicieron dos grupos con los pacientes de Sida, los que tenían una afinidad de los receptores de cortisol normal (AIDS-C) y los que tenían una afinidad débil (AIDS-GR), y compararon esos dos grupos con las personas sanas. Cuando compararon los niveles de cortisol en las orinas de 24 horas después de la inyección de cortisol, constataron que el grupo AIDS-GR tenía 451 microgramos/24h mientras que las personas sanas no tenían más que 79. Las personas con SIDA excretaban alrededor de 6 veces más cortisol que las personas sanas. El grupo roupe AIDS-C tenía niveles de 293 microgramos/24h, o sea 3,7 veces la tasa normal. La tasa de cortisol en sangre era igualmente casi 3 veces más alta en el grupo AIDS-Gr que en las personas sanas. El comentario de los autores del estudio es revelador:

 

En el SIDA, la interacción normal en el eje hipotálamo/hipofisario está alterada. Esto se traduce en una hipersecreción de cortisol que provoca una inmunosupresión. En el caso de la mayoría de los pacientes, este fenómeno persiste durante toda la enfermedad. (pág3262)

9288858666?profile=originalLos niveles más altos entre los indicados son comparables a los que se encuentran generalmente en los pacientes con enfermedad de Cushing. Esta enfermedad se traduce en una superproducción de cortisol que entraña una severa inmunosupresión y da lugar a infecciones oportunistas, trastornos neuropsiquiátricos, el desfallecimiento de los músculos, estados de debilidad y formación de depósitos grasos en la parte superiro de la espalda, la cara y el vientre (Britton 1975, Momose 1971, Robbins 1995, Starkman 1992).

 

Varios estudios han demostrado una conexión entre un nivel alto de estrés y una disminución selectiva de los CD4, a menudo acompañada de un aumento en los CD8. Sin embargo, uno de los problemas que se encuentra cuando se intenta comparar la inmunosupresión debido al estrés y la que se ve en los enfermos de SIDA es que la mayoría de los investigadores no consideran que el número de CD4 constituya un buen indicador del estado inmunitario, y en consecuencia no miden su número. En lugar de esto prefieren medir la capacidad de respuesta de los linfocitos que casi siempre está disminuida en los estados de estrés psicológico crónico (Antoni 1990, Kiecolt-Glaser 1988). Existen sin embargo estudios que examinan las células T en períodos de estrés y vamos a dar cuenta de ellos aquí, empezando por los resultados obtenidos en los primates no-humanos siguiendo después con varios estudios llevados a cabo en humanos.

 

Aislamiento social y nivel de cortisol en primates no-humanos

 

Sapolsky y otros (1997) estudiaron los efectos del aislamiento social y del estatus de oprimido sobre los niveles de cortisol en 12 babuinos salvajes. Encontraron en los seis babuinos más aislados socialmente niveles de cortisol cuatro veces más altos que en los otros seis, lo que constituye una diferencia enorme. He aquí algunos extractos del reporte de los investigadores:

 

L hipersecreción de glicocorticoides (superproducción de cortisol) puede tener efectos deletéreos sobre las defensas inmunitarias, el metabolismo, la fisiología de los órganos de reproducción, la reparación de tejidos y el estado neurológico...

Los datos detallados sobre el comportamiento social de los machos adultos fueron recogidos en los dos meses que precedieron a la anestesia. Esta recogida se inscribía en el contexto de un estudio más extenso, que comprendía varios años, que observaba el comportamiento social del los babuinos adultos machos. Este estudio intentaba examinar las correlaciones entre el estatuto social y la superproducción de cortisol. (pages 1137-8)

Los machos socialmente aislados presentaban una concentración de cortisol significativamente más alta que los machos con buena inserción social (850 mmol/L para los seis babuinos más aislados, 213 mmol/L para los que tenían buena inserción social. (page 1141, figure 1)

En un anterior estudio llevado a cabo en babuinos salvajes, habíamos observado que entre los machos dominantes, los que tenían menos relaciones con las hembras y  menos interacciones sociales con los bebés tenían las tasas de cortisol más altas...Estos estudios no constituyen una demostración de la existencia de una relación causal entre los dos hechos. Sin embargo, estudios llevados a cabo en roedores y primates en cautividad demostraron la eficacia de la inserción social para mitigar las respuestas de cortisol a diferentes factores de estrés, lo que sugiere que nuestros babuinos son hipercortisolémicos porque  ne se benefician de la disminución del estrés que les procuraría una buena inserción social...Esta relación evoca la constatación clásica en medicina del comportamiento de que el aislamiento social constituye un factor notable de riesgo suplementario de mortalidad en todo tipo de enfermedades.(House 1988). Un hallazgo importante que se descubrió gracias a estos estudios es que ninguna forma específica de relación social (matrimonial, amistad, pertenencia a una comunidad), aporta un mejor protección que otra, sino que es el conjunto lo que cuenta.  Paralelamente, no observamos que uno cualquiera de los ocho criterios de integración social permitía predecir el estatus adrenocortical: es considerando en conjunto estos criterios cuando se podía hacer una predicción más precisa. (págs 1141-1142)

 

Algunos de los estudios mencionados aquí arriba por Sapolsky y otros, han sido analizados por Coe (1993). Él pasó revista a las investigaciones sobre el efecto de los factores psicosociales en el sistema inmunitario de primates no humanos. Muchos estudios han mostrado que cuando los simios jóvenes cautivos eran separados de sus amigos o de su su madre, el funcionamiento de sus células T estaba seriamente afectado. Los investigadores intentaron igualmente descubrir por qué algunos simios estaban más afectados que otros y encontraron muchas variables sutiles como los períodos y el método de separación, la edad del mono...podían tener efectos significativos. Medir los factores de soporte social o el estrés psicológico no es cosa fácil. Factores sutiles relacionados con el medio y con los mecanismos internos mediante los cuales la persona se enfrenta pueden tener un impacto importante.

Levine et al. (1996) examinaron los estudios que muestran que las relaciones sociales amortiguan los efectos del estrés. He aquí algunos de sus comentarios:

 

Nuestros estudios iniciales sobre la actividad adrenocortical en el mono ardilla mostraron que la separación de la madre y de su pequeño desencadena  un incremento llamativo de la tasa de cortisol en los dos individuos… Hemos mostrado también que la importancia de este efecto fisiológico depende al menos parcialmente del grado de apoyo social dado a la cría. Cuando la cría permanece con su madre y/o con sus padres, el amortiguamiento social del aumento de cortisol inducido por el estrés es notorio. Aumentos enormes de colesterol se producen cuando la cría es separada de su madre y colocada en un medio nuevo...Aumentos duraderos de cortisol se producen de la misma manera en el caso del adulto y del adulto más joven...(pág 211)

Las separaciones sociales pueden provocar aumentos duraderos de la tasa de cortisol cuando aunque el hecho de estar bien rodeado produce un efecto amortiguador...Desde el primer día de la separación y hasta el 21º día, la tasa de cortisol permanece más alta que antes de la separación. (page 216)

 

Una parte de los trabajos de Levine y otros se refiere más en concreto a las personas diagnosticadas VIH+. Los autores discuten los efectos de la creación de grupos sociales formados nuevamente sobre la base del estrés y niveles de cortisol en el caso de cambios mayores.

 

La novedad, la incertidumbre y la imposibilidad de hacer una previsión constituyen factores conocidos por activar el eje HPA en numerosas especies animales. Un aumento del nivel de cortisol ha sido ya señalado ya en individuos miembros de un grupo de monos-ardillas recién formado. Sin embargo, estudios recientes muestran que los cambios inducidos por la formación de un nuevo grupo dependen del estado socio-psicológico anterior de los monos. (page 218)

 

Estas constataciones son aplicables a los miembros de la comunidad homosexual que presentan una prevalencia más alta del SIDA, que habían constituido una nueva comunidad en Los Ángeles y en algunas otras ciudades. Se aplican igualmente a las personas cuyo número de contactos sociales han sido reducidos o suprimidos o eliminados debido al hecho de haber resultado positivas en los tests.

 

Artículo completo de Matt Irwin -en francés- Sida et Sorcellerie Vaudou

 

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Artículos relacionados publicados en esta página:

 

- Sobre el papel del estrés a la hora de enfermar

https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/el-estres-como-factor-predisponerte-a-enfermar-manuel-garrido-sot

 

- El poder destructor del cortisol 

https://superandoelsida3.ning.com/group/apoyoespiritualytcnicasderelajacin/forum/topics/el-poder-destructor-del-cortisol-producido-por-el-organismo-en-si?edited=1

 

 

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Tomado del British Medical Journal Online "Debate del SIDA", agosto 2003

 

¿Debemos confiar realmente en el recuento de las células T?
By - Toni Watson

"El doctor le dijo que el resultado obtenido de su ultima analítica realizada cinco años antes había mostrado un recuento total de 26 CD4. Mi amiga se sintió muy molesta al escuchar el resultado, pues a pesar de las cifras ella no había enfermado en los cinco años posteriores desde que se realizó el conteo. Y siete años más tarde, ella todavía tiene buena salud”.

Ahora tiene 30 años, había consumido drogas en su adolescencia, pero en 1983 decidíó "limpiarse" por completo. Resultó positiva un par de años más tarde, ella pensó que su "infección" habría tenido lugar antes de haber dejado las drogas en 1983. Se negó a participar en cualquier ensayos de medicamentos contra el VIH, después de haber visto como todos sus amigos que si tomaron AZT, rápidamente enfermaban y morían.

Durante la década de 1990 se involucró en diversas terapias complementarias pero continuó teniendo los controles rutinarios de sangre, ya que su médico un especialista del VIH la presionaba insistentemente para que lo hiciera. También fue animada en todo momento para que formase parte en los ensayos de las nuevas drogas que se estaban ejecutando en ese momento, pero siempre se negó.

En 1996 decidió que la ansiedad y el estrés que le provocaba la asistencia a la clínica para hacerse los controles de sangre y la preocupación a la hora de recibir lo resultados podrían ser la causa que estaba dañando su salud. Así que le dijo a su doctor que ya no quería realizarse más controles de seguimiento y pidió que no se le informara de los resultados de su recuento sanguíneo - lo que demostró ser una decisión acertada.

Cinco años más tarde, se visitó con el mismo médico de nuevo, después de contraer una infección de poca importancia en el oído. Durante el tiempo que duró su consulta el doctor (a pesar de haberle pedido que no) le dijo que su recuento de CD4 anterior había sido del 26 CD4.Como los lectores pueden imaginar, mi amiga estaba muy alterada y asustada al oír esta noticia. El médico de nuevo trató de persuadirla para que comenzara a tomar los ARV, a pesar de que no había mostrado problemas de salud por más de cinco años tras realizarse la última analítica.

 

Después de pensarlo decidió pedir la opinión de su terapeuta, quien le explicó que no tenía de que preocuparse que estaba igual de saludable que el día anterior antes de recibir los resultados de una analítica que le habían realizado cinco años antes.

Ella declinó la oferta para tomar la terapia ARV y 18 meses después, se mantiene en buen estado de salud - casi siete años después que su recuento sanguíneo de 26 CD4 indicase que ella tenía sida (según la definición de los CDC) y 20 años después de que se convertirse en "infectada".

Por supuesto la experiencia de mi amiga plantea muchas cuestiones acerca de la utilidad del conteo de los linfocitos CD4, pero lo más importante, ilustra el peligro inherente de adoptar un punto de vista excesivamente estrecho hacia cómo y por qué se manifiesta la enfermedad en sí.

Un marcador indirecto puede que sea la mejor herramienta de la que disponen los médicos actualmente para evaluar el progreso del “VIH”, pero son validos para iniciar el tratamiento en ausencia de síntomas clínicos? sólo por tener un recuento bajo de CD4 ?

Un claro ejemplo que muestra la actitud predominante de los especialistas del VIH, así como la creencia inmutable de que un diagnóstico de VIH positivo significa una muerte segura.

Fuente:

http://www.aliveandwell.org/html/viral_load_tcell/can_we_count.html

 

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CONTEOS BAJOS DE LINFONCITOS T CD4

 

(Original en inglés http://www.sidasante.com/themes/cd4/milowcd4.htm)


Varias causas y sus implicaciones en un modelo multifactorial de SIDA
Por Matt Irwin – Febrero 2001. (Traducción Superando el Sida)

Matt Irwin es un médico de familia que escribió varios artículos sobre VIH y SIDA mientras atendía la escuela médica de la Universidad George Washington. Tiene también un Máster en Trabajo Social por la Universiad Católica de América. Además de su interés en miradas alternativas del VIH y SIDA, se especializó en promoción de la salud con intervenciones nutricionales, psicológicas, sociales y espirituales. Tiene una consulta cerca de Washington D.C.

Resumen

Los conteos bajos de linfocitos T CD4+ (conteo de CD4) están asociados variedad de situaciones, incluyendo muchas infecciones víricas, bacterianas, parasitarias, sepsis, tuberculosis, coccidioidomycosis, quemaduras, traumatismos, inyecciones intravenosas de proteínas extrañas, desnutrición, sobre-ejercicio, embarazo, uso de corticoesteroides, variaciones diarias normales, estrés psicológico y aislamiento social. Hay también gente completamente sana y que tiene bajo el conteo de CD4 sin razón aparente.

Este documento presenta un breve repaso de varios estudios que documentan recuentos bajos de CD4 en gente que experimenta estas condiciones. El conteo bajo de CD4 es tan común que socava la afirmación más fundamental del VIH, que es que el VIH causa la bajada de los CD4. La vasta mayoría de la gente diagnosticada HIV-positivo ha experimentado, por lo menos, una de las otras causas de bajos CD4, y así no hay forma de saber si el VIH es la causa.

El conteo bajo de CD4 causado por alguna de estas situaciones a menudo cae por debajo de los 200 por milímetro cúbico, que es el nivel necesario para diagnosticar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) en alguien que fue previamente positivo por anticuerpos al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH-positivo). Por ejemplo, alrededor del 30% de la gente con neumonía aguda se le han encontrado menos de 200 CD4. En alguien diagnosticado de VIH-positivo un nivel por debajo de 200 está considerado un signo de extrema inmunosupresión y que el VIH está destruyendo su sistema inmune. A causa de su recuento bajo de CD4 habrían comenzado una severa medicación antimicrobiana para prevenir infecciones, así como a ser iniciado en los inhibidores de proteasa y exterminadores de la cadena de ADN.

Porque muchas de las condiciones que causan bajos CD4, son comunes en la gente diagnosticada VIH-positivo, este documento aconseja cautela con respecto al uso del conteo de CD4 para tomar decisiones de diagnóstico y tratamiento. Esto se hace más urgente desde que alguna de las condiciones, como el estrés psicológico, se incrementan más cuando a la gente se le dice que su recuento de CD4 está bajo, lo que puede causar la caída de los CD4 aún más. El estrés psicológico y el aislamiento social son creados también por el diagnóstico, VIH-positivo, y por el diagnóstico de SIDA, lo cual tiene efectos crónicos en el conteo de CD4. Finalmente, el generalmente aceptado argumento de que el VIH se dirige específicamente a los linfocitos CD4+, está también cuestionado, porque parece que bajos CD4 son una reacción común a muchas clases de estresantes físicos y psicológicos. Otras alteraciones de los parámetros del sistema inmune, las cuales también se piensa que son específicas del VIH, tales como la inversión de los ratios CD4/CD8, se repiten extremadamente bien en los estados que causan bajo conteo de CD4, haciendo imposible distinguir cualquier efecto atribuido al VIH que no pudiera ser también causado por estos otros factores. Cuando varias de estas situaciones se combinan en la misma persona, como es a menudo el caso de gente diagnosticada VIH-positivo, puede ser que el recuento extremadamente bajo de CD4 sea un resultado natural.

Introducción

El conteo bajo de CD4 se considera un marcador de la progresión de la infección por VIH y de SIDA, y ha sido llamado el “sello” de la infección por VIH (Balter 1997). Cuando el equipo de investigadores de Robert Gallo primero propuso que el VIH era una posible causa del SIDA, lo hizo porque se pensaba que infectaba los linfocitos T CD4+. Lo demostraron en el párrafo introductorio de su primerísimo documento sobre el VIH publicado en 1984.

“El desorden subyacente afecta a las células mediadoras del sistema inmune de los pacientes, resultando en absoluta linfopenia y reducidas subpoblaciones de linfocitos T helper (CD4+). Además, antes de la manifestación clínica completa de la enfermedad ocurre el síndrome temprano, “pre-SIDA”, que es frecuentemente caracterizado por inexplicable linfoadenopatía crónica (hinchazón de las glándulas linfáticas, lo que probablemente indica anticuerpos mediadores de la inmunidad hiperestimulados) o leucopenia involucrando a los linfocitos T helper (conteo bajo de CD4). Esto lleva a la inmunodeficiencia grave de los pacientes y sugiere que un subtipo específico de células T podría ser el principal objetivo de un agente infeccioso” (Popovic ete al 1984, page 497).

Aunque esta afirmación ha sido a menudo repetida desde 1984, una clave por la que puede no ser enteramente correcto es que el mecanismo por el cual el VIH supuestamente destruye las células T CD4+ continua siendo difícil de localizar a pesar del gran acuerdo de investigación sobre este tema. Gallo originalmente aseguró que mataba las células T CD4+ como hacen los otros virus, por ruptura directa de la célula, pero esta propuesta tuvo que ser abandonada cuando se comprobó que esto de hecho no sucedía. Desde entonces se han presentado muchas hipótesis diferentes, y se convocó una conferencia en 1997 para intentar resolver la disputa (Balter 1997). Una parte del artículo de Balter (1997) que describe la conferencia, revela cuán difícil resultó ser:

“Pudo haber sido dicho que los investigadores del SIDA conocen el virus que causa la enfermedad, el VIH, dentro y fuera. Tienen aisladas sus proteínas, secuenciado su genoma e identificados los receptores que usa para acoplarse a los linfocitos T CD4 que son el objetivo principal de los virus. Todavía el misterio central del SIDA permanece irresuelto: Cómo causa el virus la grave pérdida de células T CD4, que es el sello de la enfermedad?” (Balter 1997, page 1.399)

Desde que el VIH fuera anunciado como la causa del SIDA en 1984, el conteo de CD4 ha sido generalmente usado para tomar decisiones de diagnóstico y tratamiento, pero el uso del conteo de CD4 ha sido controvertido, y las recomendaciones con respecto a cómo usarlos han cambiado muchas veces a lo largo de los años (Goldman 2000, Hughes et al 1998, Choi et al 1993).

Además del recuento bajo de CD4, la ratio CD4/CD8 se considera también un marcador de la progresión de la enfermedad en VIH y SIDA, y suele encontrarse invertida. Una ratio “invertida” quiere decir simplemente que hay menos células CD4 que CD8, resultando una ratio de menos de 1.Las células CD8 se suelen incrementar, especialmente en los estados menos avanzados de SIDA, y esta combinación de descenso de CD4 e incremento de CD8 se piensa, comúnmente, que ocurre solamente en gente diagnosticada VIH-positivo. Otro hallazgo que es común en gente diagnosticada VIH-positivo es la reducida actividad y función de los linfocitos, moderada en su sensibilidad a antígenos externos. Esto puede llevar a un estado de “anergia”, en el que la piel de la gente no consigue responder cuando los antígenos se inyectan bajo ella. Como este documento demostrará, todos estos cambios son comunes en una amplia variedad de condiciones que normalmente ocurren en gente diagnosticada VIH-positivo.

Hay dos importantes brazos del sistema inmune, uno de los cuales trabaja a través de anticuerpos producidos por las células B y las células plasmáticas, y el otro que trabaja directamente a través de la acción celular y que depende fundamentalmente de las células T CD4+. El primero se llama inmunidad mediada por anticuerpos o inmunidad humoral, y el segundo se llama inmunidad mediada por células. Es el brazo de la respuesta mediada por células del sistema inmune el que se encuentra profundamente suprimido en gente diagnosticada de SIDA. El brazo del sistema inmune mediado por anticuerpos, sin embargo, está normalmente hiperestimulado en las fases tempranas, con “incremento de los niveles de anticuerpos humorales y células plasmáticas” (Fox 1996). El hecho que los niveles de anticuerpos se incremente, es lo que permite, a los tests de búsqueda de anticuerpos de VIH, usar suero que ha sido diluido 400 veces, diferente a otros tests de anticuerpos que normalmente usan directamente suero sin diluir (Abbott Laboratories 1997). En estas fases tempranas los nódulos linfáticos pueden crecer de tamaño y quedar agrandados crónicamente. En las fases finales, sin embargo, ambos brazos del sistema inmune, el mediado por células y el mediado por anticuerpos, empiezan a fallar, y los nódulos linfáticos se atrofian. La única medida comúnmente usada en la práctica clínica, no obstante, es el conteo de CD4, como demuestran las siguientes recomendaciones de diagnóstico y tratamiento (Cecil Textbook of Medicine, Goldman 2000).

- “Con el paso de los años, las recomendaciones de cuándo empezar la terapia para el VIH ha fluctuado una y otra vez, y una tendencia previa a tratar a la mayoría de los pacientes con menos de 500 células/mm3 con zidovudina (AZT) fue modificado a causa de los resultados de un amplio estudio randomizado (el estudio Concorde) mostrando que la terapia temprana con AZT no producía aumento de la supervivencia.” (Godman 2000, page 1.939)

- Cuando el conteo de CD4 en alguien diagnosticado VIH-positivo se encuentra por debajo de 200, se diagnostica SIDA. Este método cuenta normalmente para la mitad de todos los diagnósticos de SIDA y eso es altamente significativo (CDC 1999).

- Hay dos posturas respecto a cuándo empezar la terapia antirretroviral. La más agresiva recomienda empezar cuando los CD4 caigan por debajo de 500, y la segunda es esperar hasta que esté por debajo de 350, a menos que la carga viral esté por encima de 20.000 copias por ml. El enfoque más agresivo es más comúnmente usado en Estados Unidos, y muchos clínicos quieren incluso empezar con medicamentos antirretrovirales, inmediatamente, en todos los pacientes, sin importarles su recuento de CD4.

- Para prevenir la neumonía por pneumocystis carinii (PCP), los antibióticos deberían aplicarse si el conteo de CD4 se encuentra por debajo de 200. La combinación más comúnmente usada es sulfamethoxazole/trimethoprim (SMX/TMP), normalmente referida por su nombre de marca, Bactrim.

- Para prevenir infecciones por hongos, el medicamento antifúngico fluconazol debería iniciarse si los CD4 están por debajo de 200.

- Para prevenir la infección por mycobateria avium complex (MAC), los antibióticos clarithromycin, azithromycin, o rifabutin deberían iniciarse si los CD4 están por debajo de 100.

- Para prevenir infección por citomegalovirus (CMV), puede empezarse con gancyclovir oral, aunque no se dé el nivel de CD4 u otra directriz.

En febrero de 2001 se presentaron nuevas recomendaciones del Instituto Nacional de Salud, llamando a un cambio que requeriría un recuento de CD4 más bajo, 350 o menos, antes de empezar con las drogas antirretrovirales (Garrett 2001). Esto marca una retirada del enfoque “golpea duro, golpea pronto” abogado por David Ho y otros desde 1996, cuando se empezó con la terapia combinada de inhibidores de la proteasa, pero es dudoso que los clínicos las estén siguiendo con alguna continuidad, para recomendar drogas antirretrovirales a pesar de la situación clínica.

Mientras la mayoría de la gente sabe que la bajada de CD4 es común en la gente diagnosticada VIH-positivo, muy poca y ni los clínicos parecen saber lo común que es un conteo bajo de CD4 en gente considerada VIH-negativa. Los estudios muestran que el conteo de CD4 normalmente cae extremadamente bajo, especialmente si una persona sufre ciertas condiciones. Estas condiciones incluyen una variedad de enfermedades víricas, infecciones bacterianas, infecciones parasitarias, sepsis, shock séptico, fallo múltiple de órganos y sistemas, tuberculosis, coccidioidomycosis, quemaduras, traumatismos, transfusiones, malnutrición, sobre-ejercicio, embarazo, variación diaria normal, estrés psicológico y aislamiento social.

Además de la bajada de CD4, ocurren otros cambios en el sistema inmune que son también idénticos a esos vistos en gente diagnosticada VIH-positivo, incluyendo ratio reducida de CD4/CD8, incrmento de células D8, reducción de la función linfocitaria, anergia, incremento del nivel de anticuerpos, atrofia de los órganos linfoides, y supresión general de la respuesta mediada por células. Estos efectos pueden tardar semanas o meses en volver a la normalidad y, si hay infecciones recurrentes, o si hay presentes múltiples factores, el conteo bajo de CD4 tardaría mucho más en corregirse, o puede que incluso permanezca bajo indefinidamente. Finalmente, las drogas usadas en el tratamiento del VIH causan normalmente una inmunosupresión dosis-dependiente así como otros efectos laterales que pueden fácilmente culpabilizar al VIH, y esto ha sido puesto claro con advertencias contundentemente redactadas por los propios fabricantes de las drogas.

Un cierto número de estudios que examinan estos efectos serán revisados aquí, y se hará hincapié si revelan cualquier bajada absoluta de conteo de CD4, bajada de porcentajes, o reducción de la ratio CD4/CD8, ya que éstos son los que a menudo se piensa que son específicos de VIH y SIDA. Esto no quiere decir que sea un repaso exhaustivo, sino más bien destacar los estudios más significativos sobre este tópico.

1) Conteos bajos de CD4 en la unidad de cuidados intentivos.

En 1995, Reeney et al. miraron los CD4 en 102 pacientes consecutivos de la unidad de cuidados intensivos (UCI) que fueron admitidos por varios motivos y todos eran VIH negativos. Los pacientes sufrían de 34 enfermedades diferentes, siendo las más comunes: infarto de miocardio, sangrado severo, fallo renal, traumatismos y enfermedad pulmonar crónica. El 30% de estos pacientes tenía los menos de 300 CD4, y el 41% menos de 400. Los autores no tratan de cuántos tenían por debajo de 200, el nivel que determina un diagnóstico de SIDA, o exactamente cuántos había por debajo de 500, nivel al cual debería iniciarse el tratamiento en alguien que hubiera sido diagnosticado VIH-positivo. Tampoco encontraron que conteos bajos de CD4 estuvieran vinculados con un mal pronóstico. Aquí están los comentarios de los autores sobre sus hallazgos.

“Nuestros resultados demuestran que la enfermedad aguda, sola, en ausencia de infección por VIH, puede estar asociada con depresión profunda de las concentraciones de linfocitos. Aunque pensamos que esta depresión estaría directamente relacionada con la gravedad de la enfermedad, no lo hemos visto en nuestros resultados. La depresión de las células T que observamos era impredecible y no correlaciona con la gravedad de la enfermedad, la tasa de predicción de mortalidad o la de supervivencia. Este estudio fue consecuente con estudios anteriores que habían mostrado similares disminuciones de conteos de células T en subgrupos específicos de pacientes con enfermedad aguda. Estos subgrupos incluían pacientes con infecciones bacterianas, sepsis, shock séptico, fallo múltiple de órganos y sistemas, tuberculosis, coccidiomidomicosis, infecciones virales, quemaduras y pacientes con traumatismos. La mayoría de estos estudios informaron disminución de la población linfocitaria, alguna de las cuales fue severa e incluyó inversiones de la ratio CD4/CD8...”

“En el estudio más amplio realizado hasta la fecha de pacientes hospitalizados, Williams et al (1983) evaluaron subgrupos de células T en 146 pacientes febriles con infección aguda grave... 19 de 45 pacientes tenían un conteo de CD4 de menos de 300 por microlitro.

También encontramos que los recuentos de CD4 estaban relacionados linealmente con el total de las concentraciones de linfocitos, como Blatt et al. (1991) informaron en pacientes VIH-positivos” (Feeney et al. 1995, pages 1682-1683).

Estos investigadores no encontraron que los bajos conteos de células CD4 fueran una buena medida de prognosis, aunque algunos otros informes difieren en este aspecto.

2) Bajos CD4 en Varias Infecciones Humanas

2ª) Neumonía, pielonefritis, abscesos, heridas infectadas, celulitis y sepsis.

En 1983; cerca de un año antes de que el VIH fuera mencionado por primera vez como posible causa del SIDA, Williams et al. publicaron un estudio mostrando conteos de CD4 severamente reducidos en 146 personas consecutivas con infecciones agudas graves que fueron ingresados en su hospital de Nuevo México. Este artículo estaba referido al artículo de Feeney et al. citado más arriba. Las infecciones incluían neumonía, pielonefritis aguda, abscesos, heridas infectadas, celulitis, infección de tejidos profundos y sepsis.

Los autores sólo proporcionaron la media de los conteos de CD4 en la mayoría de los pacientes, excepto en un gráfico de la página 811 que los traza en 45 pacientes de neumonía. Estos revelan que 31 de 45 (69%) tenían menos de 500 células CD4 por mm3, 19 de 45 (42%) tenían por debajo de 300, 13 de 45 (29%) tenían conteos por debajo de 200, 6 de 45 (13%) tenían 100 o menos, y 2 de 45 (4%) tenían valores de menos de 50. La media de CD4 para todas las personas con neumonía fue 574. Aunque las células CD8 estaban ligeramente reducidas, la ratio CD4/CD8 solía estar invertida como se ha visto en el SIDA, y los autores piden precaución en el uso de las ratios CD4/CD8 para evaluar a los pacientes de SIDA: “precaución porque la infección misma a menudo da como resultado, en las células helper-supresoras, ratios de menos de 1.0, sólo con las ratios no se puede definir la presencia de inmunodeficiencia profunda adquirida” (Williams et al. 1983, page 815).

Proporcionan tablas con información clínica y conteos de CD4 de 9 pacientes con infección de tejidos blandos (STI, en inglés) y 12 pacientes con sepsis/infecciones profundas, quienes tenían múltiples anormalidades en las células T. A continuación breves descripciones de todos los casos de estas tablas que tenían los CD4 en menos de 200:

- Mujer de 25 años con “varicela diseminada”, CD4 de 58, “infección de curso rápido, muerte”.
- Hombre de 45 años con sepsis hemolítica streptococcal del Grupo A, CD4 150, “progresión rápida..., muerte”.
- Hombre de 42 años con sepsis por E. Coli, CD4 156, “Múltiples episodios de bacteremia por E. Coli”.
- Mujer de 38 años con abscesso submandibular, CD4 183, “organismo Gram-positivo, corta estancia de 5 dias en el hospital”.
- Hombre de 46 años con peritonitis, CD4 205, que fue diálisis peritoneal a largo plazo.
- Mujer de 58 años con úlceras de decúbito infectadas, CD4 189, “estancia prolongada de 4 meses en el hospital,... organismos E-coli y pseudomonas”.
- Mujer de 75 años con una común colagintis ascendente y piedra en el conducto, CD4 139, “múltiples resultados positivos en los cultivos de sangre”.

Estos ejemplos de casos son notables en que alguno de ellos suena muy similar a gente que muere de SIDA, tal como la mujer de 25 años que muere de varicela diseminada con un conteo de CD4 de sólo 58 células/mm3. Otros, como el de la mujer de 38 años con absceso y conteo de CD4 de 189 que fue alta después de “una corta estancia de 5 días en el hospital” sugiere que mucha gente con los CD4 extremadamente bajos puede conseguir recuperarse rápidamente. También es destacable que el 30% de la gente con neumonía, que es una enfermedad muy común en personas diagnosticadas VIH-positivo, tenían los CD4 por debajo de 200, y el 70% tenía por debajo de 500. Estos autores encontraron alguna correlación entre gravedad de la enfermedad y conteo de CD4; los pacientes con sepsis que se recuperaron también tenían un incremento gradual de los CD4, mientras que lo que murieron permanecieron bajos.

2b) Bajos CD4 en Malaria

La malaria está causada por parásitos de la especie plasmodium, y es extremadamente común en África y en muchas áreas tropicales. En 1999 fue publicado una carta documentando una bajada severa de CD4 en los pacientes africanos con malaria (Chirenda 1999). El autor examinó los conteos de CD4 en 78 pacientes con malaria que eran VIH-positivos, y 19 que eran VIH-negativos. Se sorprendió al encontrar que los casos de malaria VIH-negativos tenían bajadas más severas de CD4 que los VIH-positivos, de media, con 8 de 19 (42%) VIH-negativos por debajo de 200, mientras solamente 31 de 78 (40%) VIH-positivos que tenían los conteos de CD4 por debajo de 200. Siete casos de malaria en VIH-negativos tenían los CD4 por debajo de 100. Estos datos vienen en la Tabla 1. Además, 6 VIH-positivos tenían conteos normales de CD4, y el autor declara: “Uno debe apreciar la hipótesis de que la malaria reduce los CD4 más que la infección por VIH”. El autor no hizo análisis estadístico para probar la significancia estadística, ni hizo mención a la salud general o estatus nutricional de los pacientes, lo cual puede haber contribuido a su severa bajada de CD4, como se examinará más tarde en este documento.

2c) Bajos CD4 por mononucleosis

La monocuelosis, comúnmente llamada “mono”, es una enfermedad viral común, especialmente en jóvenes en edad escolar, y puede durar varios meses. Es causada por un citomegalovirus (CMV) o virus de Epstein-Barr (EBV), y normalmente aparece con resfriado prolongado y síntomas de gripe, inflamación de nódulos linfáticos, y fatiga. En 1981 un grupo de investigadores miró los CD4 y CD8 en diez pacientes consecutivos con CMV mononucleosis aguda, y compararon sus conteos con los de diez voluntarios sanos (Carney et al. 1981). Los CD4 de la gente con mononucleosis estaban significativamente reducidos, con los jóvenes voluntarios teniendo, de media, un 73% más de células CD4 por ml que la gente con mono. Las células CD8 en la gente con mono se incrementaron, y la combinación de bajos CD4 y elevados CD8 resultó en una ratio invertida CD4/CD8 en todos los pacientes. La ratio media fue de sólo 0.2, comparada a la media normal de 1.7 encontrada en los controles. Los CD4 fueron medidos en nueve de diez pacientes, y los tres con CD4 más bajos tenían, 194, 202, y 255 células/mm3. Los autores también hallaron que los linfocitos T de la gente con mononucleosis respondía pobremente a los antígenos, mostrando deprimidas sus funciones. Este documento fue publicado tres años antes de que el VIH fuera anunciado como la causa del SIDA.

Cinco años después, un grupo diferente de investigadores midió varios subgrupos de linfocitos en mononucleosis EBV aguda (Junker et al 1986). Tomaron 17 pacientes consecutivos que habían sido diagnosticados recientemente, les dieron una inmunización diseñada para activar sus linfocitos B, y entonces tomaron muestras de sangre. La inmunización hizo este estudio diferente a cualquier otro de los examinados aquí. No encontraron una bajada de CD4 estadísticamente significativa, pero hallaron bajadas significativas de las ratios CD4/CD8 debido al elevado número de células CD8, con las ratios cayendo por debajo de 1 como ocurre comúnmente en la gente diagnosticada VIH-positivo. También hallaron un incremento de la actividad de las células B con exceso de producción de anticuerpos. Aunque este incremento de la producción de anticuerpos es común en muchas de las condiciones que causan bajada de CD4, los autores asumen que el ocurre porque el EBV infecta los linfocitos. Parece más probable que el incremento de la producción de anticuerpos sea una respuesta normal a una amplia variedad de estresantes físico y psicológicos. Los autores conluyen que “estos estudios demuestran que la infección con EBV afecta a ambos linfocitos, B y T, y causa una base inequívoca transitoria de inmunodeficiencia en pacientes con infección por mononucleosis sin complicaciones.” (Junker et al. 1986, page 436). La inmunodeficiencia fue “transitoria” pero duradera, con ratios CD4/CD8 volviendo gradualmente a la normalidad en el curso de 4 a 6 semanas.

2d) Bajos CD4 en sepsis

En 1986, un grupo de investigadores de Osaka, Japón publicó un estudio donde examinaban varios subgrupos de linfocitos en 9 pacientes consecutivos de la UCI con sepsis (Nishijima et al 1986). Examinaron su sangre a intervalos semanales en cuatro semanas. Los CD4 en estos pacientes estaban marcadamente reducidos, con medias empezando a bajar de 500 y permaneciendo allí durante las 4 semanas completas del periodo del estudio. También encontraron disminuida la función de las células T, especialmente en pacientes que no sobrevivieron, aunque no hubo diferencias significativas en los conteos de CD4 entre los que murieron y los que sobrevivieron. La células CD8 estaban también reducidas en estos pacientes, y aunque las elevaciones de los CD8 en el SIDA se consideran típicas, en casos avanzados de SIDA, los CD8 pueden estar también marcadamente reducidos. A causa de la grave y amenazadora para la vida naturaleza de la sepsis, estos pacientes serían más similares a SIDA avanzado, y el perfil de su sistema inmune es probable que sea similar. Los autores no proporcionaron conteos individuales de CD4, ni presentaron datos mostrando cuántos pacientes tenían CD4 por debajo de 200, pero teniendo una media por debajo de 500 es ya altamente significativo. Las medicaciones antirretrovirales serían iniciadas en este momento si hubieran sido diagnosticados VIH-positivos, de acuerdo con las pautas más ampliamente seguidas.

2e) Bajos CD4 en tuberculosis pulmonar

La tuberculosis es una infección relativamente común en gente diagnosticada VIH-positivo, especialmente cuando se compara con la población general. Es también relativamente común en otras personas que están inmunosuprimidas, como los alcohólicos, los sin-hogar, los usuarios de drogas intravenosas, y gente que sufre de malnutrición. En 1985 un grupo de investigadores en Indonesia examinó los subgrupos de linfocitos en 26 pacientes recién diagnosticados con tuberculosis pulmonar (TB) (Beck et al 1985). Emprendieron el estudio a causa de un informe previo de bajadas de CD4 en pacientes VIH-positivos con TB en el cual los autores asumen que la bajada de CD4 fue debida al VIH. Encontraron que en los pacientes de TB VIH-negativos los CD4 estaban también significativamente bajos, con una media de 748, comparada a los 1.043 en controles sanos. A causa de que las células CD8 estaban directamente incrementadas, también hallaron significativamente bajas las ratios CD4/CD8. Aunque los efectos vistos aquí no fueron tan dramáticos como los estudios revisados previamente, con solamente 5 de 26 pacientes con menos de 500 CD4, los autores aún sintieron que sus hallazgos fueron altamente significativos para gente diagnosticada VIH-positivo. He aquí algunos de sus comentarios:
“En un estudio de SIDA,... Vieira et al, establecieron que era posible, pero altamente improbable, que la tuberculosis o sus tratamientos pudieran alterar el número relativo de linfocitos circulantes siendo los marcadores de CD4... y CD8, pero descartan esta posibilidad porque la severidad de la alteración de la ratio CD4/CD8... Ahora informamos del acontecimiento relativamente frecuente de moderada linfocitopenia de CD4 en pacientes con intratadas, pero aparte de eso, sin complicaciones, TB pulmonares.” (Beck et al. 1985, page 50).

Los autores también comentan sobre similares hallazgos en leprosos, así como en hemofílicos VIH-negativos:

“Moderada reducción en la ratio CD4/CD8 ha sido informada en lepra lepromatosa que revierten a la normalidad bajo quimioterapia efectiva... Es tentador especular que estos cambios son análogos a aquellos que hemos informado en tuberculosis y que son una consecuencia del curso de la respuesta inmune a la enfermedad. De modo interesante, una comparable linfopenia ha sido informada en hemofílicos tratados con factor VIII., de una población aparentemente libre de SIDA, y este cambio ha sido atribuido a la reacción a la transfusión de proteínas extrañas.” (Beck et al. 1985, page 53).

Los informes de los efectos de las transfusiones del factor VIII sobre los conteos de CD4 han sido entretanto confirmados, como se presenta en la sección 3.


2f) Casi todos los virus intefieren con la función linfocitaria.

En 1987 un artículo sumario apareció en la Annual Review of Immunology titulado simplemente, “Los virus perturban las funciones linfocitarias” (McChesney & Oldstone 1987). Este artículo no miraba los conteos de CD4, sino más bien se enfocaba en la capacidad de las células T CD4+ y otras células para proliferar en presencia de un antígeno. Los autores examinaron la evidencia de que una multitud de virus interfiere con la capacidad de las células T CD4+ para proliferar. A continuación algunas citas directas del texto:

“Es ahora conocido que virus con todo tipo de ácidos nucleicos, que abarcan divergentes estrategias de replicación, infectan a los linfocitos. La lista (Tabla 1) de virus que infectan linfocitos no es exhaustiva, sino que indica virus representativos de diferentes grupos taxonómicos. Con escasas excepciones, la disfunción inmunológica ha sido asociada con las infecciones.” (McChesney & Oldstone 1987, pages 280-281).

Los virus listados en la Tabla 1, que infectan linfocitos humanos, son: virus de la Hepatitis B, adenovirus del grupo C, virus del Herpes simple, Cytomegalovirus, sarampión, paperas, virus respiratorio “syncitial” (RSV), virus Vesicular de boca, Influenza A, Parainfluenza, Rubéola, Poliovirus, viros linfocítico de choriomeningitis, virus I y II de leucemia de las células T humanas.

Después de una larga sección enfocada en el virus del sarampión, discuten sobre la clase de virus a los cuales pertenece el VIH, los retrovirus:

“Los retrovirus de la familia Muridae (ratón), aviar (pájaro), felina (gato), y de origen humano son inmunosupresores así como oncogénicos en sus huéspedes. La evidencia de las respuestas inmunes celular y humoral... es independiente de la función transformadora del virus... No hay restricción entre especies, es decir los retrovirus murinos y felinos pueden suprimir la proliferación in vitro de linfocitos humanos y de ratón.” (McChesney & Oldstone 1987, page 287).

Los autores continúan describiendo que no es necesario que sea introducido el retrovirus completo, sino únicamente algunas de sus proteínas, lo que hace que la respuesta depresiva sea aparentemente pasiva no requiriendo ninguna acción por parte de los virus que estamos discutiendo.

“Una proteína estructural 15-kd parcialmente purificada de un retrovirus felino inhibió la proliferación de linfocitos de felino... La inhibición era dosis-dependiente y tuvo lugar cuando la proteína se añadió al 3º o 4º día de cultivo. En contraste, otra proteína estructural, la p27, no produjo inhibición.” (McChesney & Oldstone, 1987, page 287).

Desafortunadamente para los propósitos de este artículo, los autores no tratan específicamente de células CD4.


3) Conteos bajos de CD4 causados por la inyección de proteínas extrañas.

3a) Irregularidades de los CD4 en la hemofilia.

Los hemofílicos eran uno de los grupos de riesgo originales del VIH. Como mencionamos arriba, en hemofílicos que son VIH-negativos se han encontrado bajadas de CD4 así como bajadas de las ratios CD4/CD8, y aparentemente este efecto es causado por inyecciones de factor VIII. Antonaci et al (1988) por ejemplo, encontraron disminución de las ratios CD4/CD8 y también alteración de la función de los CD4 en hemofílicos VIH negativos, estableciendo en sus conclusiones que “Nuestros hallazgos indican una alteración de la función inmune en hemofílicos independientemente de la infección por VIH” (página 318). De modo similar, Madhok et al (1986) hallaron depresión de la inmunidad mediada por células independiente del status VIH. Su resumen contiene los siguientes comentarios:

“No hubo diferencia en la reacción (“skin response”) entre pacientes positivos y negativos al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). En todo el grupo, y en pacientes seronegativos (n=17), hubo una relación inversa entre la exposición al factor de coagulación y la “skin response”). En pacientes seropositivos (n=12) tal asociación no se evidenció. Este estudio muestra que el factor de coagulación concentrado altera la respuesta de la inmunidad mediada por células a un nuevo antígeno en ausencia de infección con VIH.” (Madhok et al 1986, pág. 978).


3b) Irregularidades en los CD4 causadas por inyección de drogas.

Los usuarios de drogas intravenosas son otro grupo con alto riesgo de ser diagnosticados VIH-positivos. En un artículo publicado en 1987 en el periódico AIDS, se encontró una reducción de linfocitos en VIH-positivos usuarios de drogas inyectadas como una función directa de cuántas inyecciones habían recibido (Des Jarlais et al. 1987). Los autores comentan en su resumen:

“La inyección continuada de drogas estaba asociada con la tasa de células CD4 perdidas... Mientras no sea posible distinguir el mecanismo subyacente la relación entre inyección continuada de drogas y pérdida de células CD4, los usuarios de drogas seropositivos deberían ser avisados de que las inyecciones continuadas pueden llevar a incrementar la inmunosupresión relacionada con el VIH.” (Des Jarlais et al. 1987, pag. 105)

Un hallazgo similar en 1991, también publicado en la revista AIDS, descubrió que la reactividad de los linfocitos era mucho mas significativamente reducida en los ADVP que se inyectaban más frecuentemente, independientemente de que fueran o no VIH-positivos (Mientjes et al. 199). Aunque la función de las células CD4 estaba disminuida, no se encontró diferencia en los conteos de CD4 debida a las frecuentes inyecciones. Sin embargo, descubrieron que los ADVP VIH-positivos tenían más bajos los CD4 que los ADVP VIH-negativos. La reactividad de las células T fue un 40-50% más baja en los ADVP que se inyectaban 3 veces al día en los varios meses precedentes cuando se comparó a un grupo similar que no se había inyectado en los meses precedentes, independientemente de su status VIH. Los autores escriben:

“Concluimos que la reactividad de los linfocitos se deprime por las inyecciones frecuentes, tanto en usuarios de drogas VIH-negativos como VIH-positivos”.

Remontándonos a 1980, un artículo en el Journal of Immunology documentaba bajada de linfocitos T en ADVPs de Georgia, Illinois y Massachussets (Mac Donough et al. 1980). Los autores hallaron que los ADVPs en su estudio tenían la mitad de un tercio como mucho de linfocitos T, expresado en porcentaje, en controles de población. Aunque no miraban específicamente los linfocitos-T CD4, se encontró que cuando el total de linfocitos-T era reducido, también lo eran normalmente los CD4 (Kotze 1998). Ellos discuten antes de los hallazgos de los sitios receptores de opiáceos en los linfocitos-T, sugiriendo que los opiáceos intravenosos eran la causa de la bajada de las células T, pero también reconocen la contribución de otros posibles factores:

“Puesto que mayoritariamente la adicción a la heroína callejera incluye el uso crónico de marihuana, barbitúricos, alucinógenos y otras sustancias ilícitas, la hipótesis que se puede proponer es que la depresión del porcentaje de linfocitos-T fue causada por otras drogas o combinación de drogas, o por efecto del uso de drogas en la salud física general y nutrición de los adictos, esto es, el entorno del adicto.” (McDonough et al 1980, pag. 2542).

El hallazgo de que una amplia variedad de estresantes físicos y psicológicos que pueden bajar los conteos de CD4 apoya este argumento multifactorial, en el cual la salud general y la nutrición pueden ser factores que contribuyen significativamente.

Finalmente, un artículo publicado en 1995 en el periódico Immunopharmacology, tuvo una discusión interesante del significado de esta información para los ADVPs diagnosticados VIH-positivos.

“Entre los injustificados efectos colaterales de depresión respiratoria, constipado y dependencia física, están las características inmunosupresoras, particularmente aquellas que afectan a la inmunidad mediada por células”. Las características inmunosupresoras de los narcóticos opiáceos (e.g., morfina) han sido recientemente enfocadas con la aparición del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y el agente causal putativo, el virus tipo 1 (VIH-1), de la inmunodeficiencia humana. Específicamente, existe un vasto reservorio de individuos infectados VIH-1 entre los que abusan de las drogas. Además, evidencias experimentales podrían sugerir que los narcóticos opiáceos pueden incrementar la carga viral en individuos infectados.” (Carr et al 1995, pag. 59).


3c) Irregularidades en los CD4 causadas por la exposición a opiáceos en el útero.

En 1987, un estudio halló que los niños expuestos a drogas intravenosas en el útero, también tienen disminución de la ratio CD4/CD8 y reducción de la función de los CD4, incluso cuando son VIH-negativos (Culver et al 1987).

“La ratio CD4/CD8 disminuye con la edad en los niños expuestos a drogas en comparación con los niños control (P menos de 0.005). ... Nuestros datos demuestran que los niños de madres usuarias de drogas intravenosas tienen diferencias inmunológicas inconfundibles en el nacimiento comparados con niños no-expuestos y que éstas persisten durante todo el primer año de vida. La causa no parece relacionada con infección viral intrauterina, sugiriendo un efecto tóxico directo de las drogas sobre el desarrollo inmunológico del feto.” (Culver et al. 1987. pág. 230).

Estos resultados muestran que las causas multifactoriales de conteos bajos de CD4 son de probable aplicación a todos los grupos de edad incluidos los recién nacidos.


4) Bajos CD4 por heridas y quemaduras.

Varios estudios a lo largo de los años han buscado los efectos de heridas o quemaduras graves sobre los conteos de CD4. Uno de los primeros informes apareció en 1982, en el mismo los autores buscaban el porcentaje de CD4 en 30 pacientes en el centro de quemados de su hospital (Antonacci et al. 1982). Hallaron que la severidad de las quemaduras estaba directamente correlacionada con porcentajes deprimidos de CD4. Los pacientes con más del 25% de su cuerpo cubierto con quemaduras de 3er. Grado tenían los más bajos porcentajes en admisión, 37%, comparado con los noramles que tenían 63%. Descubrieron un patrón similar con las ratio CD4/CD8, pero no informaron sobre conteos absolutos de CD4.

En 1984, un grupo de investigadores decidió buscar subgrupos de linfocitos en pacientes con múltiples traumatismos que no tenían quemaduras (O’Mahoney et al. 1984). Examinaron la sangre de 31 pacientes y compararon sus perfiles linfocitarios en diez controles habituales. La ratio CD4/CD8 estaba significativamente reducida e invertida con una media de 0.96, comparad con 1.82 en los controles. También encontraron reducida la proliferación/blastogénesis linfocitaria en respuesta a los desafíos de antígenos. Mientras en su informe original decían que no encontraban diferencia en los conteos absolutos de CD4, informaron en uno posterior que habían cometido un error en este aspecto: “de vuelta a los datos, notamos que la población de CD4 cambió en relación a la población de CD8 a causa una disminución en número absolutos de las células CD4” ( O’Mahoney et al. 1984, pág. 875). Las células CD8 se incrementaron directamente, como también se observa en los pacientes diagnosticados VIH-positivos.

En 1985, fue publicado un estudio por algunos de los mismos investigadores que buscaron en dos grupos de pacientes con heridas graves, un grupo de 25 pacientes con quemaduras, y un grupo de 21 pacientes con heridas no-térmicas (O’Mahoney et al. 1985). Ambos grupos tenían severamente bajos los porcentajes de CD4, persistiendo hasta 50 días después, cuando concluyó el estudio. También descubrieron que la gente con más bajos porcentajes CD4 tenían más probabilidades de desarrollar sepsis. Aquí están algunos comentarios de los autores:

“La anormalidad más importante parece ser una reducción en las células CD4+ en los pacientes quemados... Un cambio en la ratio de células positivas CD4 a CD8 inmediatamente después de la herida es debido a la reducción en las células CD4+, no a un incremento de las células CD8+.” (O’Mahoney et al 1985, pág. 584).

“Creemos que la anormalidad más importante en los pacientes estudiados es una reducción en las células T auxiliares, en términos del número de células CD4+ circulantes y de reducción en la producción de interleukina 2, observadas ambas en pacientes quemados y heridos no-térmicos. La interleukina 2 se produce por las células T, especialmente las células CD4+ , promueve su crecimiento y estimula la expansión clonal de subgrupos de células T: es de esta manera crucial en la respuesta a antígenos extraños.” (O’Mahoney et al. 1985, pág. 585).

El estudio final que revisamos es también bastante viejo, de 1986, y buscaba en 20 pacientes consecutivos tuvieron cirugía de urgencia debido a traumatismos importantes (Polk et al. 1986). Este fue el único estudio de víctimas de traumatismos donde se dieron números absolutos de células CD4, lo cual lo hace más significativo desde la perspectiva de este trabajo. La figura 7 de la página 289 muestra que 6 de 20 (30%) pacientes tenían los CD4 por debajo de 200 células/mm3, y 13 de 20 (65%) los tenían por debajo de 500. Los autores simplemente afirman: “El total de células T representa lo que se interpreta como respuesta normal y común a la lesión... Todos los pacientes tenían conteos totales bajos de linfocitos en admisión y exhibían mayor caída al 3er día” (Polk et al. 1986, pág. 287). Diez de los pacientes también tenían infecciones importantes, y tres tenían infecciones menores, lo que puede haber contribuido a sus conteos de CD4 extremadamente bajos. Este artículo se distingue en que intenta explicar un mecanismo para las bajadas de los CD4, citando un estudio que apoya la hipótesis de que los niveles incrementados de cortisol son los responsables de la disminución, y que la elevación del cortisol es también una respuesta normal a la lesión. También argumentan que la reducción de los linfocitos CD4+ no representa muerte celular, sino redistribución fuera de la corriente sanguínea y dentro de los tejidos. El argumento de que el cortisol juega un papel clave en las bajadas de los CD4 se encontrará de nuevo en la sección sobre el estrés psicológico.


5) Conteos bajos de CD4 en embarazo humano normal

Se han publicado varios estudios sobre los conteos de CD4 durante el embarazo normal. Más recientemente, Burns et al. publicaron un estudio en 1996, en el que intentaron controlar factores confusos como el incremento del volumen de sangre que ocurre normalmente en el embarazo. Usaron los porcentajes de CD4 a causa de esta variable, y determinaron que “Nuestros hallazgos de células CD4 en mujeres VIH-negativo son consistentes con la mayoría de los estudios precedentes, que demuestran una disminución de los niveles de CD4 durante el embarazo normal” (Burns et al. 1996, pág. 1465). También descubrieron que las mujeres VIH-positivo tenían una disminución más severa que no se corrigió en el post-parto como sucedió con las mujeres VIH-negativas, aunque fallaron en tener en cuenta otros factores que pueden causar bajadas en los conteos de CD4. Éstos no incluyen infecciones que las mujeres pudieran haber sufrido, los efectos traumáticos de las secciones-C que tienen normalmente lugar en las mujeres VIH-positivo para prevenir la transmisión perinatal, o el potencialmente severo estrés psicológico de preocupación por si su bebé será también VIH-positivo, lo cual se puede tomar 18 meses en ser determinado.

En 1989 fue publicado un estudio de embarazo normal en el que se encontraron porcentajes reducidos de CD4 en el 1º y 2º trimestre, así como reducción de las ratios CD4/CD8 en el 2º trimestre (Castilla et al. 1989). Comentan sobre estudios previos en torno a una variedad de cambios en los linfocitos durante el embarazo, afirmando simplemente, “En estos estudios, la variación en el número y proporción de linfocitos CD4+ es la alteración más frecuentemente informada” (Castilla et al. 1989, pág. 104), pero, de hecho, no consideraron ninguna de los factores descritos en el presente informe, tales como infecciones, traumatismos, sobre-ejercicio, variación diaria normal o estrés psicológico. Esto demuestra que incluso clínicos e investigadores que hacen estudios enfocados especialmente a los niveles de CD4 son a menudo desconocedores de cuántas condiciones diferentes causan conteos bajos de CD4.


6) CD4 reducidos por sobre-ejercicio

Aquí solamente será discutido con detalle un estudio, publicado en 1992 (Verde et al. 1992). En un ensayo controlado, se les pidió a diez atletas que sobre-entrenaran tres semanas. Se tomaron muestras de sangre inmediatamente antes de empezar, y al final de las tres semanas, y de nuevo tres semanas después de la vuelta a la normalidad. Los investigadores hallaron disminuciones constante en el porcentaje de células T CD4+, con las más bajos a las 3 semanas después de volver al horario normal de ejercicios. Los autores también encontraron reducciones en la ratio CD4/CD8, aunque éstas se habían normalizado a las 3 semanas del fin de la prueba. Finalmente, los autores también chequearon los niveles de 5 minutos antes y después del ejercicio agudo, y de nuevo hallaron reducciones en los porcentajes de CD4 y en las ratios CD4/CD8, aunque éstas se normalizaron a los 30 minutos post-ejercicio. Es interesante que un estrés tan simple como el sobre-ejercicio durante tres semanas pudiera causar una bajada de los conteos de CD4, y que no se corrigieran en por lo menos tres semanas después de la vuelta al horario normal de ejercicios.

Otros estudios han encontrado incremento de infecciones en atletas, especialmente durante periodos de entrenamiento duro o competición, lo que sugiere la presencia de “inmunosupresión clínicamente relevante en atletas bien entrenados” (Mackinnon 1997).


7) Conteos bajos de CD4 en desnutrición.

Cierto número de estudios han examinado la inmunosupresión resultante de la malnutrición. Como las otras condiciones incluidas en este artículo, la desnutrición causa inmunodeficiencia grave con depleción de las células T CD4+ y reducción de la inmunidad mediada por células. Uno de los estudios más recientes es de India, donde la malnutrición es extremadamente común (Hegde et al. 1999). Los autores hallaron que la reducción en los conteos de CD4 fue un efecto psicológico natural de la desnutrición, y comentan que ambos, VIH y malnutrición, conducen a un estado de anergia con fracaso de la inmunidad mediada por células. También apuntan que el VIH normalmente aparece en conjunción con otros varios estresantes del sistema inmunológico: “anormalidades en los micronutrientes, infecciones concomitantes y factores genéticos son algunos de los componentes de los cofactores que más contribuyen al deterioro de las funciones inmunes en los pacientes de SIDA” (Hegde et al. 1999, pág. 318).

Un artículo del Journal of Nutrition en 1996 también comparó desnutrición y SIDA, diciendo que “la desnutrición proteíno-energética o deficiencias en simples nutrientes que ayudan en el metabolismo del ácido nucleico, llevan generalmente a atrofiar los tejidos linfoides y a las disfunciones en la inmunidad mediada por células” (Beisel 1996, pág. 2.611S). El autor comenta un síndrome de malnutrición causado por una malnutrición llamada “NAIDS”, y afirma que ocurre a menudo en personas diagnosticadas VIH-positivo:

“Las disfunciones inmunológicas asociadas con la desnutrición han sido denominadas Nutrionally Acquired Immune Deficiency Síndromes (NAIDS). Bebés y niños pequeños están en alto riesgo porque tienen un sistema inmune inmaduro e inexperto y una reserva de proteínas muy escasa. La combinación de NAIDS e infecciones comunes de la infancia es la principal causa de mortalidad humana. El NAIDS normalmente puede ser corregido con una apropiada rehabilitación nutricional, pero desde un punto de vista altamente importante para este Taller, SIDA y NAIDS son intensamente sinérgicos... El apoyo nutricional agresivo para niños con infecciones de VIH podría retrasar, o disminuir, el desarrollo del NAIDS y eludiendo el NAIDS mejorarían tanto la calidad como la esperanza de vida.” (Beisel 1996, pág. 2611S).

Después, en el informe, describen algunos de los cambios inmunológicos y cursos clínicos vistos a menudo en malnutrición, lo que suena muy parecido a SIDA.

“Por regla general, la desnutrición proteíno/energética causa atrofia extensa de los tejidos linfáticos, especialmente en los niños. El timo, bazo, amígdalas y nódulos linfáticos están todos afectados, con evidencia de atrofia siendo mayor en las áreas de linfocitos-T de esos tejidos...

“La desnutrición, en cambio, conduce a una variedad de disfunciones del sistema inmune,... lo cual permite el florecimiento de las enfermedades infecciosas. Estos eventos estrechamente relacionados pueden iniciar una “caída en espiral” o un “círculo vicioso” que lleva inexorablemente a la muerte”.
“La desnutrición proteíno/energética causa una marcada represión de la inmunidad mediada por células y de la función de los linfocitos T. Los niños desnutridos muestran anergia con pérdida de las reacciones de hipersensibilidad dérmica retardadas y disminución o inversión de la ratio CD4/CD8... En contraste, el número y función de los linfocitos B aparecen mantenidos. Mientras que la actual producción de anticuerpos se conserva o incluso incrementa durante la desnutrición, resultan dañadas la respuesta de anticuerpos y la afinidad de los anticuerpos.” (Beisel 1996, pág 2612S).

La “caída en espiral” de infecciones oportunistas que “lleva inexorablemente a la muerte” guarda semejanza con una descripción de SIDA. Beisel también pasa revista a efectos similares de deficiencias de nutrientes específicos, tales como la vitamina A y el zinc:

“La deficiencia de nutrientes esenciales únicos con roles importantes en la síntesis del ácido nucleico y del metabolismo parecen causar trastornos en las funciones inmunológicas que son bastante similares a los vistos en desnutrición proteíno/energética... Ambas deficiencias, vitamina A y zinc, están caracterizadas por atrofia del tejido linfoide y depresión de la inmunidad celular...” (Beisel 1996, pág 2613S).

Para dar una idea de cuán prevalente es el problema de la nutrición en el mundo, apunta que la combinación de malnutrición indujo a la inmunosupresión e infecciones en la infancia “es la principal causa de mortalidad humana, produciendo más de 10 millones de muertes al año (i.e. sobre 25.00 muertos por día)” (Beisel 1996, pág 2614S).

Otro artículo publicado un año más tarde, en 1997, da argumentos similares acerca del significado de la desnutrición en el deterioro de la inmunidad (Chandra 1997). Este es el único documento encontrado que da porcentajes de células CD4, aunque no proporciona cifras absolutas de los conteos de células CD4. La figura 3 en la página 462S muestra que el porcentaje de células T-CD4+ en niños normales bien nutridos es en torno al 45%, mientras que el porcentaje en niños malnutridos es de sólo el 25%. Chandra describe los cambios del sistema inmune observados en la malnutrición:

“La nutrición es un determinante crítico de las respuestas inmunes y la malnutrición la causa más común de inmunodeficiencia en el mundo. El trabajo realizado en los últimos 25 años ha confirmado que la inmunidad dañada es un crítico factor adjunto en malnutrición-infecciones asociadas... La atrofia linfocitaria es una característica dramática de desnutrición proteíno-energética... La respuesta retardada de hipersensibilidad cutánea está marcadamente deprimida. No es infrecuente tener completa anergia a una batería de diferentes antígenos. Estos cambios también se observan en deficiencia moderadas. Las reacciones de la piel se restablecen después de una terapia nutricional apropiada durante semanas o meses... la proporción de linfocitos T-auxiliares (células T CD4+) está marcadamente disminuida, y la ratio de células CD4 a CD8 es significativamente má baja que en sujetos de control bien nutridos.” (Chandra 1997, pág 460S-461S)

Desde este artículo se aprecia que no sólo están marcadamente reducidos los porcentajes de CD4 (de 45% a 25%), sino que lleva “semanas o meses” de terapia nutricional para que los efectos de la malnutrición reviertan a la normalidad.

El artículo final a examinar es también un repaso (Harbige 1996). Este informe menciona hallazgos similares a los ya tratados, incluyendo bajadas de los linfocitos CD4+, disminución de las funciones de las células T, y anergia. También menciona el incremento de los niveles de anticuerpos, lo que se aprecia también en personas diagnosticadas VIH-positivo, específicamente IgG, IgM, IgA e IgD en suero. En contraste a IgA en suero, sin embargo, la secreción de IgA disminuye. La principal aportación que este trabajo proporciona y que los otros no hacen, es la mención de infecciones específicas que son particularmente comunes en gente que está malnutrida.

“Entre los muchos organismos infecciosos comúnmente asociados con desnutrición proteíno-energética están los Paramyxovirus (Paperas), Rotavirus, Mycobacterium tuberculosis, E-coli, Shigella, E-histolytica y Pneumocystis carinii.” (Harbige 1996, pág. 289).

Dos de estos organismos, M. Tuberculosis y Pneumocystis Carinii, resultan en diagnosis de SIDA cuando se producen en alguien que ya ha sido diagnosticado VIH-positivo. Pneumocystis Carinii neumonía, o “PCP”, es probablemente la infección simple más comúnmente asociada a SIDA en los Estados Unidos y Europa, mientras que la tuberculosis ha sido siempre muy común en África, y hoy es considerada allí por algunos como una enfermedad común “definitoria de SIDA”.

Esta información concerniente a la inmunodeficiencia inducida por desnutrición e infecciones oportunistas es obviamente significativa en África, donde la malnutrición es común y donde el VIH también se piensa que es más prevalente, pero también puede ser muy significativo para la gente en Estados Unidos y Europa. Ciertos artículos apuntan a la malnutrición como un problema muy común en el SIDA debido a la disminución de ingesta de nutrientes o a la mala absorción (Babameto & Kotler 1997, Keusch & Theaa 1993). Estos problemas con la ingesta de nutrientes puede ser causado por infecciones de la cavidad oral y del tracto gastrointestinal, lo cual es bastante común en gente diagnosticada con SIDA. Las medicaciones antirretrovirales, que causan diarrea y/o vómitos en más de la mitad de la gente que las toma, también tienen el potencial de interferir significativamente con la ingesta de nutrientes. Además, la pérdida de apetito es uno de los síntomas estándar de la depresión, la cual es común en gente diagnosticada VIH- positivo. Hace muchos años que un complejo “giving-in-giving-up” fue descrito como que podía darse en gente que llegara a estar enferma y casi moribunda antes de que su enfermedad progresara. Una enfermedad como el SIDA con la desesperanzada descripción proporcionada a la gente diagnosticada VIH-positivo, junto con el estigma social que la acompaña, podría ser particularmente susceptible a este fenómeno (Engle 1968). A continuación algunas citas de un estudio enfocado sobre la malnutrición en VIH y SIDA, que fue publicado en Gastroenterology Clinics of North America en 1997:

“La desnutrición es una complicación común de la infección por VIH y juega un papel significativo e independiente en su morbilidad y mortalidad. La desnutrición fue una de las más tempranas complicaciones reconocidas de SIDA, y la inexplicable pérdida de peso es una de las más comunes definiciones en el diagnóstico inicial de SIDA que se da a las personas que fueron previamente diagnosticadas VIH-positivo...”

“El desarrollo de la desnutrición en enfermedad clínica se cree generalmente secundario a la enfermedad principal, y la mejoría sólo se cree posible con el tratamiento de la enfermedad principal. Diversos estudios han mostrado, sin embargo, que los efectos de la desnutrición en VIH-SIDA son independientes de la disfunción inmune “per se”...”

“La desnutrición asociada con infección por VIH tiene ramificaciones de largo alcance... Muchos pacientes llegan a estar demasiado debilitados para trabajar continuadamente y llegan a depender de asistencia pública u otra. La pérdida de peso es a menudo el caso inicial en un círculo vicioso de incremento de la fatiga y decaimiento de la actividad física, incluida la capacidad de preparar y consumir comida” (Babameto & Kotler 1997, págs. 393-394).

Los autores no comentan la carga emocional del VIH/SIDA o como esta carga puede reducir significativamente el apetito de las personas, lo que podría añadir intensidad al círculo vicioso descrito más arriba. Finalmente, las infecciones de cualquier tipo producen estrés físico en el sistema, lo que desemboca en pérdida de peso (Scrimshaw &SanGiovanni 1997). Esto es porque las personas dividen sus propios tejidos para usarlos como combustible, resultando en el incremento de la demanda de nutrientes. Un artículo de un estudio que examinó este tema establece: Un trabajo que examinó este tema dice:

“Las infecciones, por muy leves que sean, tienen efectos adversos sobre el estado nutricional. La importancia de estos efectos depende del estado nutricional previo del individuo, la naturaleza y duración de la infección, y la dieta durante el período de recuperación (todos estos factores afectan negativamente a la gente diagnosticada VIH-positivo). En cambio, casi ninguna deficiencia de nutrientes, si fuera suficientemente severa, perjudicará la resistencia a la infección.” (Scrimshaw & SanGiovanni 1997)

Basado en los artículos examinados más arriba, podría argumentarse fácilmente que la comida, el apoyo social y la independencia financiera son soluciones que deberían tener una prioridad mucho más alta en la oferta de ayuda a las naciones pobres. También sugieren que la comida, la independencia financiera y el apoyo social debería tener, asimismo, una mucho más alta prioridad en los programas para VIH y SIDA en las naciones ricas.


8) Variaciones diarias de los conteos de CD4

Solamente un estudio concerniente a las variaciones diarias, o diurnas, en los conteos de CD4, serán aquí examinadas (Malone et al. 1990). Los autores compararon la variación diurna en VIH-positivos y VIH-negativos, hallando una variación significativa en ambos. Descubrieron que las variaciones más grandes ocurrían en la gente VIH-negativa, pero que ambos grupos seguían un patrón que coincide con las fluctuaciones diarias conocidas de cortisol, con niveles mínimos de CD4 entre las 08.00 h. y las 10:00 h., y máximos alrededor de las 22:00. El cortisol tiene una variación diaria con máximos alrededor de las 08:00 h., y como será examinado más adelante en este trabajo, el cortisol también causa conteos bajos de CD4 y linfocitos-T totales. La gentes con línea de fondo más baja de conteos de CD4 tenía muchas menos variaciones diurnas. Una estabilización a la baja de la variación diurna normal de cortisol, junto con una media elevada de niveles de cortisol, se aprecia a menudo en gente bajo estrés psicológico crónico y también es común en gente diagnosticada VIH-positivo. Babameto & Kotler (1997) simplemente afirman: “Las alteraciones endocrinas en la infección por VIH incluyen elevaciones en suero de cortisol y pérdida de la periodicidad diurna normal” (pág. 401). No comentan las causas de esta alteración de los niveles de cortisol, pero el estrés psicológico crónico es una posibilidad dado el estrés asociado a ser diagnosticado VIH-positivo o diagnosticado con SIDA. El estudio de Malone et al sobre la variación de los CD4 descubrió que la gente VIH-negativa tenía una variación media de 506 células/mm3 cada día, mientras que la gente VIH-positiva tenia solamente alrededor de 60 células /mm3 de variación. Los autores advierten que incluso esta variación es importante, sin embargo afirman “3 de 12 pacientes VIH-positivos tenían los conteos de células CD4+ por debajo de 200 células/mm3 por la mañana, pero tenían más de 200 células/mm3 por la tarde” (Malone et al. 1990, pág 150). En otras palabras, por la mañana serían diagnosticados pacientes con SIDA, pero si su sangre fuera controlada por la tarde serían justamente VIH-positivos, aunque con un relativamente bajo conteo de CD4. Hallaron resultados similares para el conteo total de linfocitos, pero las ratios CD4/CD8 no tuvieron cambios estadísticamente significativos. Los autores concluyen que la extracción de sangre para los conteos de CD4 debería ser siempre hecha a la misma hora del día, pero no comentan sobre las relaciones entre el ciclo diurno observado y la variación diurna de cortisol.

(Continúa en Parte II: https://superandoelsida3.ning.com/profiles/blogs/linfocitos-cd4-y-ratios)

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