Actualmente hay más de 35 enfermedades rebautizadas como SIDA, y se supone que todas están causadas por un único virus (inactivo). Lo que hace unos 10 -15 años se consideraba un neumonía normal, ahora si se asocia al VIH , es SIDA. Ese mismo criterio se aplica a la candidiasis, la tuberculosis, el sarcoma de Kaposi y el carcinoma cervical. En África, las personas que sufren de la «enfermedad de la delgadez» y tienen anticuerpos del VIH se consideran enfermas de SIDA. Si fallecen a causa de esa enfermedad, obviamente tienen que haber muerto de SIDA. Esta simple lógica puede sonar coherente a cualquiera que sea lego en la materia.
Por otra parte, si a un africano se le diagnostica la «enfermedad de la delgadez» sin que esté infectado de VIH y después muere, no se considera que el SIDA sea la causa de su muerte. Cabe destacar que hay al menos tantos casos de muerte de la enfermedad de la delgadez sin VIH que con él, y que está comprobado que el retrovirus VIH no puede ocasionar la desnutrición celular, que es la principal característica de esta enfermedad. Si el VIH no puede considerarse responsable de las enfermedades del SIDA , ¿cuál es entonces la causa de esta patología?
Las drogas
Antes del descubrimiento del SIDA el mundo indutrializado experimentó un fuerte aumento del consumo de drogas, desde hachis, marihuana y drogas llamadas psicodélicas, como LSD, PCP, MDA, hasta heroína, cocaína, nitrito amílico y butílico, anfetaminas, barbitúricos, cloruro de etilo, opio, setas alucinógenas y otras droga «de diseño». En 1974 eran cinco millones los noteamericanos que habían tomado cocaína, y tan sólo once años después, la cifra había llegado a superar los 22 millones.En 1990, la American Drug Enforcement Administration (DEA, organismo estadounidense encargado de luchar contra el tráfico y consumo de drogas ) había confiscado 100.000 kilos de cocaína, en comparación con los apenas 500 kilogramos en 1980. En tan sólo una década, el número de víctimas por sobredosis de cocaína pasó de 3.000 en 1981 a 80.000 en 1990, un incremento de 2,400%. El consumo de anfetaminas también se incrementó enormemente. En 1989, DEA incautó 97 millones de dosis, frente a los dos millones de 1981. También los afrodisíacos llegaron a ser muy populares en la década de 1970. Hacia 1980, cinco millones de estadounidenses tomaban regularmente nitritos amílicos, o 'poppers'.
Este espectacular aumento del consumo de drogas abrió paso a la epidemia de SIDA. Cualquier médico que ha visto la destrucción física y mental de un drogadicto sabe perfectamente que las drogas pueden ocasionar mucho más daño a una persona que simplemente matarla. Se sabe que las drogas pueden destruir las funciones vitales de un individuo, incluso su sistema inmunitario. Las cifras anteriormente citadas no representan de ningún modo el consumo global de drogas por parte de la población, pero indican , sin lugar a dudas, que el abuso de drogas puede desempeñar un papel esencial, e incluso el más importante, a la hora de provocar enfermedades relacionadas con el SIDA. La mayoría de los toxicómanos tienen p24 en la sangre. Es más que probable que una prueba de VIH les convierta en paciente seropositivos que «necesiten» seguir un tratamiento con fármacos antisida, que resultan caros y son potencialmente devastadores.
Hasta hace poco, el consumo de drogas se ceñía sobre todo a hombres jóvenes de 25 a 44 de edad, y también, el SIDA se padecía más en esta franja de edad. Nueve de cada diez enfermos de SIDA eran hombres y el 90% de las personas detenidas por posesión de drogas eran también hombres. De ellas , el 75 % tenían de 25 a 44 de edad y un 72 % del total de los casos de SIDA en hombres se daba exactamente en ese mismo grupo de edad. ¿Pudo tratarse de una mera coincidencia?
Entre 1983 y 1987, la tasa de mortalidad entre los hombres de ese grupo aumentó como promedio a 10.000 por año y lo mismo ocurrió en ese período con la cifra de muertes por SIDA. En la década de 1980, las muertes por sobredosis se duplicaron en los hombres de este grupo de edad, mientras que los decesos por intoxicación de la sangre - un efecto indirecto de la inyección intravenosa - se cuadruplicó. Lo mismo ocurrió entre los pacientes de SIDA del mismo grupo de edad y durante el mismo espacio de tiempo.
En la actualidad hay muchas mujeres que consumen drogas duras. Tres cuartos del total de casos de SIDA entre heterosexuales y dos tercios del total de casos de mujeres con SIDA son toxicómanos que usan jeringuillas.Dos tercios de los niños nacidos con SIDA tienen madres que se inyectan drogas. Estas cifras no incluyen a los que toman drogas por inhalación o por vía oral.
Sin embargo, el mayor porcentaje de los casos de SIDA, se sitúa entre homosexuales muy promiscuos de 25 a 44 años de edad. Este grupo no sólo consume un gran número de drogas, sino que además toma antibióticos, antifúngicos, antivirales, como AZT (zidovudina), ddI (didanosina), ddC ( zalcitabina), d4T(estavudina), aciclovir y ganciclovir, por nombrar algunos. Numerosos estudios americanos han confirmado que más del 95 % de pacientes de SIDA , homosexuales y varones, suelen admitir que consumen drogas duras e inhalan Popper. Los pacientes con SIDA sufren deterioro, ya latente, del sistema inmunitario, locual es consecuencia , en muchos casos , de años de consumo de drogas. Si no existiera ese deterioro previo es muy improbable que sufrieran enfermedades relacionadas con el SIDA. Si los individuos que pertenecen a estos grupos de riesgo se realizaran la prueba del SIDA, lo más probable es que diera positivo, debido al gran número de anticuerpos que su organismo ha producido para contrarrestar las enfermedades causadas por las drogas, el semen, la sangre, y los virus, etc.
¿Por qué los niños tienen SIDA?
Los hijos de madres drogadictas son los grandes perjudicados. Dos tercios de todos los bebés con síntomas de SIDA, independientemente de que sean seropositivos o no, son hijos de madres que consumen drogas por vía intravenosa; un elevado porcentaje de los demás tienen madres drogadictas que no se inyectan la droga. La heroína es la droga que más se consume por vía intravenosa. Los toxicómanos presentan síntomas de pérdida de glóbulos blancos que son el sostén principal del sistema inmunitario, además de inflamación de ganglios, fiebre, pérdida de peso, disfunciones cerebrales, demencia y una notable vulnerabilidad a las infecciones. Los heroinómanos fallecen a menudo de neumonía, tuberculosis y otras infecciones oportunistas, así como de síndrome de desgaste. En todas estas enfermedades, la proteína p24, generalmente aceptada como prueba de la infección por el VIH, está presente en abundancia. Si bien la p24 no es exclusiva del VIH, sino que es común a la mayoría de las enfermedades infecciosas, aquellas que han sido catalogadas como enfermedades relacionadas con el SIDA.
Lo que es más triste es que los niños estén indefensos frente a la intoxicación por drogas. Estudios recientes han demostrado que las mujeres embarazadas que fuman transmiten al feto los agentes cancerígenos del tabaco. Resulta difícil imaginar que puede suceder en el tierno cerebro de un embrión expuesto a la heroína que su madre se inyecta directamente en la sangre, una sangre que tambíen es la suya.
Muchos hijos de madre cocainómanas nacen con un gran retraso mental y son vulnerables a padecer tuberculosis y enfermedades pulmonares. Las principales drogas experimentales son tan tóxicas que su uso regular puede ocasionar demencia, graves infecciones bacterianas, y la destrucción total del sistema inmunitario. No cabe duda de que las drogas pueden disminuir mucho más las funciones inmunológicas, un fenómeno típico del SIDA, que un simple virus inactivo.
Los antibióticos.
Gran parte de los pacientes que padecen SIDA tienen también un largo historial de ingesta de antibióticos. Los antibióticos pueden ser un importante cofactor de desarrollo de SIDA en homosexuales varones muy promiscuos que dependen de estos fármacos para combatir las numerosas enfermedades venéreas y los parásitos a que se exponen debido a unas prácticas sexuales antihigiénicas. Muchos homosexuales han recibido recetas de antibióticos en blanco de manos de sus médicos junto con el consejo de tomarlos antes de cualquier acto sexual. Algunos de ellos han estado tomando fármacos tóxicos, como la tetraciclina durante nada menos que 18 años hasta que su sistema inmunitario sucumbiese ante los devastadores efectos secundarios que produce.
Este medicamento en concreto origina una extrema sensibilidad a la luz solar que puede llevar a quemaduras irreparables en la piel. Las personas afectadas sufren a menudo el trastorno afectivo estacional (SAD, por sus siglas en inglés), una tipo de depresión que se deriva de la falta de exposición a la luz del sol. Se sabe que este fármaco altera las funciones básicas del metabólismo, lo que puede originar prácticamente cualquier tipo de enfermedad. Es además un potente inmunosupresor y tal vez una de sus peores secuelas sea la desnutrición de las bacterias beneficiosas de los intestinos. La eliminación de esta bacterias da pie a infecciones causadas por hongos y otras bacterias, que al final se propagan por todo el cuerpo y causan continuos brotes de síntomas de diversas patologías.
Entre otros medicamentos de uso común podemos nombrar flagyl y la hidroxiquinolina, ambos utilizados para combatir la diarrea causada por amebas y que pueden producir graves efectos de alucinaciónes y depresión.
Los corticosteroides, las sulfamidas , y el Septra se prescriben para otras diferentes dolencias, pero todos tienen graves efectos secundarios. Originan graves trastornos digestivos, y si se agravada con una dieta deficiente en nutrientes, como es común entre homosexuales muy promiscuos, destruyen sistemáticamente las defensas del cuerpo frente a las enfermedades causadas por bacterias virus y parásitos. Y así es como hombres jóvenes anteriormente fuertes y sanos, cada vez sufren más infecciones oportunistas que aceleran indicios de envejecimiento similares a los que únicamente se encuentran en personas ancianas y frágiles.
Transfusiones de Sangre.
Los factores de riesgo anteriormente mencionados causan el 94 % de la totalidad de los casos de SIDA en los Estados Unidos, un país representativo de otras naciones industrializadas. Sin embargo, el 6 % restante no parece corresponder a ninguno de esos factores de riesgo. Más de la mitad de este pequeño porcentaje «contrajo» el SIDA a través de transfusiones de sangre, lo cual para la mayoría de las personas podría ser un claro indicio de que el VIH es la causa del SIDA.
Sin embargo, un análisis más detenido de las estadísticas de supervivencia del SIDA revela que más de la mitad de las personas que reciben transfusiones mueren en el primer año después de recibirla. Lo mismo se aplica a los pacientes que no están infectados por el VIH. Los grupos de riesgo de las transfusiones de sangre fallidas se circunscriben a las personas muy jóvenes o muy ancianas, y a aquellas que están gravemente heridas.
En circunstancias normales, una personas sana nunca recibe una transfusión de sangre, que suele aplicarse únicamente a personas que ya sufren enfermedades de larga duración o pacientes que han pasado por una intervención quirúrgica. La anestesia de por sí tiene un efecto inmunodepresor, y lo mismo se puede decir de los antibióticos administrados después de la cirugía para evitar infecciones microbianas. Cuando un paciente recibe un trasplante, tiene que tomar esteroides y otros medicamentos para prevenir el rechazo del nuevo organismo. Hay muchos receptores de órganos que tienen que tomar estos fármacos de por vida, pero como estos medicamentos malogran el sistema inmunitario, a menudo esos pacientes fallecen al cabo de poco tiempo por causas "ajenas". Los médicos no suelen atribuir esas muertes a los efectos secundarios de los medicamentos , y dicen a los familiares de las víctimas que hicieron todo lo posible por salvar la vida de sus seres queridos. Sin embargo, si esos mismos problemas, ocurren en pacientes seropositivos, se considera que la causa de su muerte es el SIDA. Por consiguiente, las víctimas pasan a formar parte de la «pruebas estadística » de que el SIDA puede transmitirse por la vía de las transfusiones de sangre.
En Estados Unidos, de los más de 20.000 pacientes hemofílicos, que dependen de las transfusiones de sangre, hay muy pocos que se consideren enfermos de SIDA, a pesar de que más de tres cuartas partes de ellos están infectados con el VIH debido a las transfusiones. La tasa de mortalidad de los hemofílicos, en efecto, nunca han sido tan baja como lo es hoy en día.
Se ha demostrado que las transfusiones de sangre puede dar lugar a falsos positivos en las pruebas de VIH. En un estudio publicado en la revista The Lancet, se observó la presencia de grandes cantidades de anticuerpos contra el VIH en la sangre de los pacientes inmediatamente después de recibir una transfusión, cantidades que después fueron disminuyendo. Uno de los voluntario sano a quien se le inoculó sangre seis veces consecutivas en intervalos de cuatro días dio un resultado seronegativo tras la primera inoculación, pero en cada una de las transfusiones posteriormente se produjo un aumento de anticuerpos contra el VIH.
El argumento de que el VIH puede transmitirse mediante transfusiones de sangre, por consiguiente, sólo pude ser en todo caso parcialmente cierto. Como muestras el experimento anterior, las transfusiones de sangre pueden producir realmente un material retrovírico humano idéntico o similar al VIH. Esto no significa en absoluto que pueda desarrollarse automáticamente una enfermedad de SIDA, como consecuencia de una transfusión «la mayoría de los hemofílicos no desarrollan el SIDA». No obstante, si el sistema inmunitario está ya seriamente dañado o debilitado , por otros factores, como el consumo de drogas o una intervenció quirúrgica, las transfusiones pueden aumentar el riesgo de desarrollar una enfermedad inmunodeficiente grave o bien el SIDA.
Si, como se ha demostrado en las investigaciones realizadas, una transfusión de sangre puede hacer que el cuerpo genere anticuerpos contra el retrovirus humano VIH, es engañoso afirmar que la sangre contaminada con VIH es la única responsable de una infección por este virus en un receptor de sangre.
[Extracto del libro Ending the AIDS Myth "Acabar con el mito del SIDA" por Andreas Moritz]
Fuente del artículo: ezinearticles.com
Acerca del autor, sus libros e ideas
Videos de Andreas Moritz subtitulados al español